Capítulo 17

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La chica de ojos verdes

No tuvimos que caminar mucho para llegar a la cafetería, como lo dijo la chica castaña, pues hay solo hay un enorme pasillo que divide la habitación donde estábamos, con la cafetería.

En el breve transcurso, Max no se separo de Raquel y parecían hablar de algo importante, algo que nadie más podía saber, pues no hicieron más que murmurar uno cerca del otro. Mientras tanto, yo camine junto a mi pequeño hermano, quien no dejo de hablar sobre lo que imaginaba sobre este lugar.

—Tal vez sea una ciudad, ¿Podremos ver a personas de otros países?

—¡Emiliano, basta! — dice mi madre.

Sonrío —Creo que a mamá no le gusta la idea — murmuro cerca de mi hermano, lo que causa que una risa traviesa se escape de sus labios, mientras mi madre solo me mira con desaprobación.

Me encojo de hombros —Es solo un niño.

—Lo sé, pero no quiero que se hable sobre este lugar, aún no sabemos que es y que quiere con nosotros.

Suspiro y permanezco en silencio. Es cierto, no puedo darme el lujo de sentirme en casa sin antes saber como esta todo esto aquí, como es que seguimos a salvo, como nos mantendrá a salvo y si es que lo hará.

—No podemos dejar eso de lado — admite Max —. Pero creo que por ahora podemos disfrutar un buen plato de comida y un trago de agua fresca — dice y abre las enormes puertas.

Una habitación del tamaño de una casa entera, repleta de mesas y sillas metálicas, con una enorme barra donde se reparte la comida. Mis ojos no alcanzan a ver, mucho menos contar la cantidad de personas que hay, pues es demasiada. Todas las personas presentes parecen tranquilas, sin preocupación alguna, como si estuvieran comiendo en la cocina de su casa, conviviendo con su familia como cualquier otro día.

—Por allá — dice Frank señalando una mesa desocupada a unos metros.

Una vez que nos sentamos, una chica de tez morena y cabellos rizados se acerca a la mesa con una pequeña libreta en las manos y una radiante sonrisa en los labios.

—¿Qué desean ordenar? — pregunta con amabilidad.

Mis amigos comienzan a discutir en base a la pregunta, mientras que mi mente ahoga todos los sonidos a mi alrededor, concentrándome en la chica. La miro con curiosidad, tratando de comprender por qué la sensación de familiaridad se planta en mi pecho de este modo.

Emma chasquea sus dedos frente a mi y me mira con el ceño fruncido.

—¿Estás bien? — pregunta extrañada.

Asiento con prisa —Si, solo estaba... pensando.

No miento, mi mente divagaba en una búsqueda a la respuesta de mi ansiosa pregunta; ¿Dónde eh visto antes a esta chica?

—Y entonces, ¿Qué vas a ordenar?

—¿Una torre de waffles? — sugiere mi hermano.

Niego conteniendo la risa —Solo fruta, por favor.

La morena asiente y se aleja caminando con delicadeza.

—¿Qué es todo esto? — pregunta Emma en un murmuro.

—¿Ya sabían sobre esto? ¿Como puede ser que estén tan bien preparados? — pregunta Víctor.

—Tal vez deberíamos preguntarle a Raquel, ella es quien tiene tanta confianza en ellos — reprocho.

Me mira con ira, dispuesta a contraatacar, pero antes de siquiera poder pensar su respuesta, Max interviene.

—Alex, no es momento, creo que en las condiciones en las que estábamos, todos lo hubiéramos hecho.

Frunzo el ceño confundida. ¿Cómo puede ser que la esté defendiendo? ¿Después de lo que paso?

Hasta hace un par de días me confeso que siente algo por mi y ahora defiende a Raquel sabiendo lo equivocada que esta, ¿Enserio?

—Por supuesto que no lo haría si eso pone en peligro a todos — digo molesta.

Raquel rueda los ojos —¿Acaso estás muerta?, de nada — dice con arrogancia.

—¡No tengo nada que agradecerte! — me pongo de pie empujando la silla con brusquedad, haciendo que esta rechine contra el suelo, llamando la atención de todos en la habitación —. Provecho, se me ah quitado el hambre — digo antes de comenzar a alejarme.

—¡Alex! — me llama Max y escucho su silla moverse, sin embargo, hago caso omiso a sus llamados y salgo de la habitación, pero me detengo a medio pasillo al recordar que no se donde estoy, no se nada de este lugar ¿A dónde se supone que iré?

Cierro los ojos y suelto un suspiro para intentar tranquilizarme, casi funcionaba, hasta que escuche su voz; de nuevo.

—¡Alex!

Abro los ojos y lo miro de mala gana. De verdad que no estoy de humor para esto, solo quiero tiempo para pensar, saber que es lo que pasará con nosotros, tiempo para comprender.

—No es buen momento Max — me limito a decir.

—Lo siento ¿Sí?

Alzo una ceja —¿Qué es lo que lamentas?

Se encoje de hombros sin darme una respuesta.

Asiento y doy media vuelta, dándole la espalda.

—Por favor, Alex.

—Solo déjame sola ¿Quieres?

—Nunca te dejare sola, no voy a abandonarte... no otra vez.

Bajo la mirada y me cruzo de brazos conteniendo mis ganas de girarme y verlo a los ojos, agradecerle por ello, pero no puedo, justo ahora no, necesito que me deje sola.

Suspiro —Quiero estar sola — digo esta vez con un tono autoritario, sin dudar, sin titubear, sé que solo así podre hacer que se vaya.

—Bien — dice resignado y molesto antes de marcharse.

Definitivamente estoy confundida, Raquel sigue siendo mi amiga, pero ¿Acaso está mal estar molesta con ella por lo que hizo? ¿Por qué ahora Max la defiende si sabe lo que hizo?

La puerta se abre una vez más, obligándome a girar, pero esta vez, a quien encuentro es a Víctor, mirándome con ternura y una dulce sonrisa.

—Max dijo que querías estar sola, pero... te conozco y se que no es así.

Sonrío y camino hacia el para abrazarlo —Gracias.

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