Capítulo 2.

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Llegué muy temprano en la mañana a la mansión. Todo parecía tan diferente, en el pueblo donde vivía con mi tía todo era tan rural, que pocas cosas del mundo exterior se veían en ese lugar.

Recordaba que el pueblo donde se encontraba la mansión era igual, al estar a las afueras de la ciudad de alguna manera también estaban incomunicados, pero mientras iba en el auto y miraba por la ventana, podía notar los grandes cambios, casi parecía una ciudad o al menos así me imaginaba una.

Entré por la puerta trasera, donde mi madre me estaba esperando. En cuanto la vi nos saludamos con un fuerte y duradero abrazo, había pasado más de cinco años sin verla.

—Me alegra mucho verte, mi niño.– Dijo mi madre después de terminar con el abrazo, en sus ojos podía ver unas cuantas lágrimas reprimidas.

—Yo estoy más feliz de verla.– Me acerqué más a ella para dejar un beso sobre su frente. —Ya no me llame niño, he crecido, madre.

—Está bien.– Ambos comenzamos a reír. —¿Cómo quieres que te llame?

—Usted puede llamarme Jinani. Pero dígame, ¿qué ha pasado aquí? Todo parece tan cambiado, el pueblo luce muy diferente, incluso la mansión parece otra.

—Todo esto es obra del señor Koo, no entiendo mucho sobre lo que ellos hablan, pero algo he escuchado acerca de la modernidad.– Mi madre tomó mi maleta y comenzó a caminar hacia la habitación donde dormía cuando era niño.

—¡¿El señor Koo pensando en modernidad?! ¿No está muy viejo para entender esos discursos?

—Cuida el tono de tu voz.– En un instante me sentí de regreso en mi niñez, mi madre siempre me provocó mucho miedo. —No estoy hablando del señor Koo que tú conoces, hablo de su hijo, Koo Junhoe.

Una extraña sensación apareció en mi estomago, no creí que él estuviera viviendo ahí, aún así recobré la compostura inmediatamente, pues sabía que todo había quedado enterrado en mi pasado junto con mi niñez.

—¿El joven Koo vive aquí? Pensé que al casarse se iría de esta casa.

—Su padre no lo permitió, los señores se fueron de la mansión. Pero su hijo vive aquí con su esposa.– Mi madre estaba tan distraída desempacando mi ropa, que no se percató de mi sorpresa.

—¿El joven Koo tiene hijos?– Tragué de forma audible el nudo en mi garganta.

—Deja de llamarlo joven Koo, él es ahora el señor de la casa, así que si de casualidad tienes que dirigirte a él, debes llamarlo señor. Y no, no tienen hijos. Deja de preguntar tantas cosas y ayúdame con tu equipaje.– Otra vez aquella voz de mi madre me hizo obedecerla sin protestar.

Después de terminar de desempacar mis maletas, mi madre siguió explicándome acerca de las tareas de las que yo me encargaría, al darme cuenta de que ninguna de ellas implicaba contacto con el señor Koo, me sentí bastante avergonzado, pues mi madre parecía recordar todos los pecados de mi pasado.

No le dije nada y sólo me limité asentir, aunque siempre soñé con seguir con mis estudios, no tenía más opciones que trabajar, tenía que hacerme cargo de mi madre.

Desde esa misma mañana que llegué comencé a trabajar, reconocí a varios de los empleados, muchas sirvientas que conocí desde niño seguían trabajando para los Koo, casi todas eran mujeres adultas, volví a ser el más joven trabajando ahí.

Por lo poco que escuché decir a los sirvientes, el señor Koo era un fiscal muy importante en el pueblo, él había tenido bastante influencia en la reconstrucción del lugar, pues sus objetivos eran traer la modernidad al estilo occidental a toda la región.

El Diario. JunHwan- iKON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora