Capítulo 11.

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18 de Octubre.– Me he sentido ansioso estos últimos meses, algo me está carcomiendo por dentro inquietando mi alma.

Recuerdo al jilguero, al niño y necesito más de esa sensación tan brutal, mi pulso se acelera, mis sentidos se activan, la necesidad es tan violenta que a veces es lo único en lo que pienso.

Como el deseo de un joven adolescente por los placeres del cuerpo, así de excitado me siento cada que imagino el instante, cada que visualizo la sangre.

Deseo ver la sangre correr. ¡Qué glorioso debe ser el trabajo en un rastro! Ver a las grandes bestias desangrarse, observar como los ríos escarlatas abandonan los cuerpos.

20 de Octubre.– ¡He visto la sangre!

Mientras daba mi paseo matutino como todas las mañanas, me desvié de mi camino para ir a nadar al río que está en uno de los límites del bosque.

Al estar cerca del río divisé a un hombre que dormía sobre el pasto, un pescador que se encontraba descansando. Cerca de él había un hacha de las que suelen olvidar los leñadores en el bosque, fue entonces cuando supe que esa era mi oportunidad.

Levanté el hacha sin hacer ningún ruido, caminé un par de pasos más hasta estar cerca del sujeto y desde arriba, con el peso de aquel objeto y la fuerza de un deseo reprimido, impacté de golpe la cabeza de aquel hombre. Todo fue glorioso, los choros brotando, los sesos, la sangre que nacía como nace el agua en los ríos, como vida y cuando abandona el cuerpo como muerte.

Con los temblores que me provoca tan brutal sensación tiré el hacha al río y salí caminando de ahí, pues quien tiene prisa por huir siempre es culpable.

Regresé a la mansión sintiéndome completamente vivo, renacido. Incluso pude acercarme a Hanna y desayunar con ella. Después de ducharme y quemar mi ropa, fui al ayuntamiento como todos los días.

<<Ahogué en mi interior el horror que sentí después de leer aquellas palabras. Alguien estaba tocando la puerta de mi habitación, no podía imaginarme quién podría ser, pues mi madre se encontraba fuera de la mansión.

Guardé el diario debajo de mi colchón para apresurarme abrir, con mucho trabajo conduje mi mano hasta la perilla de la puerta, pues me encontraba temblando erráticamente.

Al abrir me encontré sumamente sorprendido y asustado, pues June se encontraba parado frente a mí.

—¿Puedo pasar?– Preguntó recargándose en el marco de la puerta.

Asentí con la cabeza haciéndome a un lado. Traté con todas mis fuerzas dejar de pensar en las palabras que había leído, pero las imágenes se apoderaban de mi mente, apreté los puños e intenté calmarme.

—¿Por qué a pesar de ser tan noche no estás bajo las sabanas?

Aquella pregunta me tomó por sorpresa, pues me encontraba vistiendo mi uniforme de trabajo y mi cama seguía tendida, pero lo que más me sorprendió fue comprender que a pesar de la hora June fuera a buscarme.

—Estaba leyendo.– Contesté apenas, intentando ignorar mis pensamientos.

Caminó hasta mi cama para sentarse en ella, acarició las sabanas con sus manos antes de posar su mirada en mí.

—Vine a dormir aquí.– El tono tan seguro con el que habló me hizo estremecer.

—¡¿Por qué?! Los empleados lo verán salir en la mañana, no quiero que hablen y...

—Entonces vamos a mi habitación.– Dijo interrumpiéndome.

—Pero van a verme y van hablar.

El Diario. JunHwan- iKON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora