Capítulo 15.

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Nunca en la vida había sentido tanta rabia en mi interior y nunca me había sentido tan arrepentido. No era un hombre violento, pero las palabras de esa mujer lograron que la razón me abandonara, entregándome completamente a la locura de la furia.

Estaba tan fuera de mí, que ni siquiera fui consciente de los segundos transcurridos, caí en cuenta de mi acto, cuando unas pequeñas gotas escarlatas brotaron de la boca de June; entonces supe que me había vuelto loco, que había cometido el mayor error de mi vida, caí de rodillas vencido por la vergüenza y el arrepentimiento.

—Levántate.– Ordenó, mientras se limpiaba la sangre con la manga de su saco.

—Yo... yo, lo lamento.

—Dije que te levantaras. ¿No has venido a pelear? Un hombre no tira un golpe y después se arrodilla.

La voz de June denotaba por demás su enojo, los músculos que su rostro estaban tensos, comenzó a caminar hacia mí a pasos lentos y fuertes, comencé a temblar porque sabía que alguien tan impulsivo como él nunca perdonaría que lo golpeara en el rostro.

—¡Qué te levantes!

Aquel grito me llenó de temor, sin embargo, su voz tan distante me hizo recordar mi enfado, no era justo que él estuviera enojado, se merecía el golpe que le había dado, merecía estar confundido, pero no tenía derecho de enojarse conmigo.

Antes de que pudiera comenzar a gritarle todo lo que se encontraba encerrado en mi garganta, caminó hasta a mí para tomarme violentamente del brazo, ahogué un grito cuando me alzó por el cuello de la camisa hasta la altura de su rostro.

Llevaba años mirando sus ojos, los observé de lejos, los observé fugazmente e incluso pude verlos directamente, pero jamás, jamás, observé tanta oscuridad en ellos.

—¡¿Por qué no me habías dicho que mi tía murió?!– Terminé gritando, muerto del miedo, motivado por la perturbada valentía de mi coraje.

Pude ver como abría mucho los ojos, como se tensaba de una manera distinta. Volvió a poner mis pies sobre el suelo, posando sus manos sobre mis hombros.

—¿Cómo lo supiste?– Preguntó con un tono de voz más suave.

Aquel cambio me hizo enfurecer, él se sentía culpable.

—¡¿Cómo pudiste ocultármelo?! ¡¿Quién te crees que eres para ocultarme algo así?!– Quité con un movimiento sus manos de mis hombros, caminé hacia atrás para alejarme de él.

—Por favor, dime quién te lo dijo.– Gruñó con los dientes apretados, parecía estar todavía más furioso.

—¡Tu maldita esposa!

De nuevo caminó hasta a mí, me tomó con fuerza del brazo y me acercó hasta su pecho. Estando ahí, otra vez tan cerca de él, sentir el aroma de su sudor combinado con su perfume, sentir el aire que salía salvaje en cada exhalación de su boca, provocó en todo mi cuerpo una sensación indescriptible, apenas podía mantenerme de pie, prácticamente lo único que me sostenía era la fuerza de su agarre.

—¡Ella no es nadie! ¿Qué fue lo que te dijo?– Me presionó con mucha más fuerza a su cuerpo.

—Que tú y yo nunca podríamos tener ningún tipo de relación, que ni siquiera podemos ser amigos, que por ello poco te importa alguien como yo. Simplemente lo escupió así, diciendo que habías olvidado decírmelo. ¿Crees que merecía algo así? Saber de la muerte de mi tía por la sucia boca de esa mujer. ¿Te enteraste de la notica antes o después de acostarte conmigo?

Nos estábamos mirando directamente, respirando el mismo aire que el otro. Yo continuaba enojado, pero pronto me sentí muy triste, pues al final, sentía que él no estaba dispuesto a confiar en mí.

El Diario. JunHwan- iKON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora