Capítulo 4.

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Desperté bañado en sudor, cuando abrí los ojos vi que mi madre seguía dormida, palidecí al darme cuenta que sostenía el diario entre mis brazos, pude haber sido descubierto por mis descuidos.

Me había quedado dormido antes de dejar el diario en mi escondite, pero después de encontrarme con June en la cocina, parecía una mala idea salir de nuevo al jardín. Quise levantarme pero todo mi cuerpo me dolía, me sentía cansado y mi temperatura corporal era muy alta.

Como pude escondí el diario bajó el viejo colchón donde dormía, después de ello volví a cubrirme completamente con las cobijas, para quedar dormido entre temblores que me provocaban los escalofríos que recorrían mi cuerpo.

—Es hora de levantarse, Jinani.– Escuchaba la voz de mi madre algo dispersa.

Intenté incorporarme en la cama pero no pude, mi cuerpo me dolía y me sentía mareado. —Madre, no me siento bien.

Mi madre se acercó a mí para tocarme la frente con la palma de su mano. —Estás muy caliente, seguro pescaste un resfriado. Te dije que te cubrieras bien.

—Lo lamento.– Dije mientras me volvía acostar en la cama.

—Levántate, voy a prepararte un té. No puedes dejar de trabajar, acabas de llegar a la mansión y seguramente la señora va a molestarse.– Mi madre tomó mi uniforme del pequeño ropero que compartíamos y lo dejó sobre mi cama. —Vístete, te espero en la cocina.

Me sentía tan mal que me costó mucho trabajo vestirme, me dolía hasta la piel y los huesos, aún así me apresuré para salir hacia donde estaba mi madre.

Entré a la cocina tambaleando, me sostuve de la pared hasta llegar junto a mi madre, quien me tendió una taza humeante, la tomé entre mis manos para comenzar a beber su contenido.

—Tu muchacho parece muy enfermo. No deberías hacerlo trabajar así.– Dijo otra de las sirvientas que estaban en la cocina.

—No quiero meterme en problemas con la señora, es un resfriado, con el té va a sentirse mejor.– Respondió mi madre tan segura, que yo mismo lo creí.

Después de beber el té, me dirigí hacia el huerto, mis pasos cada vez los sentía más pesados, pero aún así me animé a mi mismo para seguir caminando. Ninguno de los otros trabajadores parecía notar mi estado, así que me asignaron una tarea como a todos.

Tenía que hacer pequeños hoyos en la tierra para que pudieran sembrar alguna clase de hortaliza, como pude comencé a cavar. Alzaba la pala con demasiada dificultad, por lo que tardé mucho tiempo en terminar de trabajar toda el área que me correspondía.

El encargado del huerto terminó apiadándose de mi situación, me permitió irme antes de terminar la jornada. Regresé a la mansión empapado en sudor y completamente enfermo. Antes de entrar por la puerta trasera, me encontré de frente con la señora de la casa.

—Siempre que te veo estás descansando.– Su chillante voz taladró mis oídos de una forma tan molesta que mi cabeza comenzó a doler. —¿Has terminado con tu trabajo en el huerto?

—El señor encargado me permitió terminar antes, me encuentro muy enfermo.– Dije apenas.

—No te me acerques mucho. Eres un niño muy frágil, seguro contaminaste toda la cocina.– La mujer de June parecía realmente estar asqueada, arrugó toda su cara mientras daba pequeños pasos alejándose de mí. —Quiero que laves toda la cocina, cúbrete bien, no voy a comer nada hasta que la cocina este perfectamente limpia.

En cuanto terminó de decir aquello, comenzó a caminar lejos de mí. Sabía que no tenía otra opción, a pesar de lo mal que me sentía, debía cumplir con las órdenes de esa mujer.

El Diario. JunHwan- iKON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora