Capítulo siete.

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-Ahora secate esas lágrimas y vamos al salón, que van a pensar que nos ha tragado la tierra — me dijo pasando sus dedos una de mis mejillas.

Fuimos con una bandeja cada una. No estaba realmente preparada para volver a ese ambiente, pero tenía que hacerlo sí o sí.

-Ya estamos aquí — anunció Trisha.

Miré a Zayn, que tenía cara de pocos amigos. Se notaba que habían cruzado unas cuantas palabras su padre y el, pero Trisha y yo hicimos como si no notasemos nada.

Trisha hizo los honores de servirnos una taza a cada uno.

-Gracias mamá — agradeció Zayn por el café tan delicioso.

-Sí, gracias — repetí.

-De nada chicos — contestó tímida. — ¿Sabéis? Quería haber pasado a veros a tu apartamento — dijo señalando con la cabeza a Zayn, y dio un sorbo a su café — pero el coche está en el taller.

-¿Qué le ha pasado? — preguntó Zayn.

-Al parecer alguien le dio un golpe mientras lo deje aparcado en la calle Thomson — dijo sin darle mucha importancia.

De repente me vino a la cabeza que yo había chocado con un coche en esa misma calle hace unos días. No, era imposible. Era demasiada casualidad.

-Mm... ¿como es tu coche? — pregunté involuntariamente.

-Es un BMW gris — me reveló. — ¿Por qué lo dices?

Había metido la pata hasta el fondo. Sabía que tenía mala suerte, pero no tanto como para chocar con el coche de mi suegra. Justo era ese coche, el que ella me estaba describiendo.

-Ah, porque vi un golpe en esa calle esta semana — contesté diciendo lo primero que se me ocurrió — pero era con una furgoneta.

Me sentía fatal. Había boyado el coche de Trisha, que me había tratado genial hoy, y no solo eso, ahora también le mentía.

-Bueno, pero te habrá pagado los daños el dueño del otro vehículo, ¿no? — preguntó Zayn, dejando su taza sobre la mesa.

-No, cuando tu madre volvió se encontró con su coche así, sin nadie que le diera una explicación — añadió Yaser — ¿te lo puedes creer?

Lo que faltaba, cuando se enterara de que había sido yo Yaser me odiaría aun más.

Pasamos un rato mas hablando. Yaser no volvió a decirme nada grosero. Nos despedimos amablemente de ellos y nos fuimos.

                          • • •

Estábamos en el coche, de vuelta a casa.

-Perdona a mi padre — me pidió, al igual que su madre horas antes.

-Tranquilo, no importa — le aseguré.

-Sí — rechistó — si que importa, no te tendría que haber tratado así. Antes de que viniésemos se lo advertí, pero es imposible hacerle entrar en razón, así que...

-Zayn, de verdad — le interrumpí — no tiene importancia.

-Bueno... a parte de eso, ¿te has divertido?

- Sí, tus padres son muy simpáticos, bueno... tu madre más — confesé.

Rió divertido. Al menos se lo tomaba a bien.

-Zayn.

-Dime.

-Tengo que confesarte algo... — dije preparada — pero no te va a gustar.

-¿Qué pasa? — preguntó desviando la vista de la carretera hacia mi unos segundos.

-Prefiero contártelo cuando bajemos.

-Como quieras — dijo despreocupado.

Aparcó el coche frente a su apartamento y bajamos de el.

-Cuéntame lo que querías que supiera — me ordenó, a la vez que posaba un cigarrillo sobre sus labios y lo encendía.

-Antes de nada, no quiero que te enfades conmigo — advertí.

-Esta bien, no me enfadaré contigo — prometió absorbiendo el humo del tabaco.

-¿Te acuerdas de cuando fui al supermercado a comprar la comida? — asintió — Bueno, pues cuando estaba en el coche para volver a casa, di marcha atrás para salir del aparcamiento y... bueno, y le di al coche que había detrás mío. Tu coche no tiene ningún rasguño, ya lo comprobé... Bueno, pues el coche que había detrás era el de tu madre... — solté por fin, mientras miraba hacia el suelo.

-¿¡Qué!? — gritó abriendo los ojos.

-Lo se, ¡lo siento muchísimo! — me disculpé — no sabía que era su coche hasta hoy.

-¿Por qué no me contaste nada?

-Porque tu coche estaba bien y no quería que te enfadaras conmigo.

-Pero Valeria, ¡te diste a la fuga! Ni siquiera te quedaste para pedirle perdón, ¡aunque no hubiera sido mi madre! — siguió gritando.

-¡No me grites! — grité yo esta vez — Por favor.

Miraba a Zayn con una mezcla de vergüenza, miedo y culpa. No me gustaba nada esa situación.

-No me lo puedo creer Valeria — me dijo negando con la cabeza. Tiró su cigarro al suelo, lo pisoteó con sus botas y subió las escaleras del apartamento.

-Vamos Zayn, me dijiste que no te enfadarías, ¡me lo prometiste!

Entró en el apartamento, cerrando la puerta. Me asomé por el cristal de esta, viendo como Zayn subía enfadado, sin mirarme.

Quería tocar el timbre para que Zayn me abriera, pero prefería dejarlo solo, quizá así se tranquilizaría.

Me senté en la acera de la calle, apartando mi pelo liso de mi cara. Mis ojos volvían a estar húmedos, por segunda vez hoy.

Saqué mi móvil, ¿a quién podría llamar? Pensé en alguno de los chicos y busqué el número de Louis.

Tomé aire para intentar no llorar al hablar con Louis sobre lo que acababa de pasar.

-¿Louis? — pregunté cuando oí que descolgaban el teléfono al otro lado de la línea.

Secuelas de suerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora