Capítulo ocho.

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-¿Diga? - preguntó una voz.

-¿Louis? - pregunté yo.

-No, soy Hannah - se presentó - ¿quién es?

Miré al frente, ya había anochecido.

-Hola Hannah, soy Valeria - me presenté yo también - ¿esta Lou por ahí?

-No, se ha dejado su móvil en mi casa - explicó - lo siento, Valeria.

Suspiré decepcionada.

-Eres la novia de Zayn, ¿verdad? - preguntó.

-Sí - contesté.

-¿Estas bien?

-... No - conseguí decir, tras coger aire.

Nos quedamos unos segundos en silencio.

-Oye Hannah, ¿podrías venir a buscarme? - quizá me precipitaba, pero necesitaba a alguien ahora mismo.

-Em... creo que sí, ¿dónde estás? - preguntó.

-¿Conoces el Red Bar de la calle 53? -pregunté, recordando el nombre del bar donde habíamos comido días antes todos juntos.

-Sí - respondió.

-Te espero allí.

-Esta bien, nos vemos en 10 minutos - dijo - adiós.

En 10 minutos apareció en un pequeño coche rojo.

-Hola - pronunció asomándose por la ventanilla - ¿Valeria?

Asentí y me monté en el asiento del copiloto. Era muy guapa, alta y delgada, con el pelo por los hombros y mechas californianas rojas.

-¿Estas mejor? - preguntó mirando al frente.

-Creo que no - asumí - pero gracias por venir a recogerme, no me conoces de nada, podrías no haberlo echo.

-En realidad si que te conozco - contestó - Louis me habló de ti.

Sonreí un poco. Me alegraba que Louis hubiera tenido el detalle de hablarle sobre mi.

-¿Puedo preguntar que ha pasado?

-Sí - contesté - ¿alguna vez te ha pasado que has ocultado algo que has echo mal para evitar un enfado y esa persona se enfada por el echo de ocultárselo?

-Creo que sí - asumió.

-Pues eso me acaba de pasar con Zayn. Además de entrar en su apartamento y dejarme fuera.

-Vaya... - dijo Hannah.

-Sí - asentí. - y me dijo que no se enfadaría.

Hannah aparcó el coche en un parking cercano al aire libre, con pocos coches al rededor.

-Y no sé que va a pasar ahora, porque... tengo miedo de que ese enfado dure mas de lo que creo. - le conté sollozando - es que... le quiero demasiado.

Se giró hacia mí, para abrazarme.

-Tranquila, seguro que es una tontería. En menos de dos horas te habrá llamado, no va a estar sin ti - me consoló.

Esta chica me había caído genial. Louis había elegido muy bien, y eso me hizo sacar una pequeña sonrisa.

-Ven - dijo abriendo la puerta del coche. - te invito a un batido.

Nos fuimos las dos a una tienda de batidos que curiosamente estaba al lado del parking.

-¿Cómo conociste a Louis? - pregunté dando un sorbo a mi batido de fresa.

-Bueno, soy su vecina. Vivo en la puerta de enfrente de la suya, en el mismo edificio. Un día nos vimos allí y nos hicimos amigos. - comentó sonriendo al recordar la historia.

-Lo vi muy feliz el otro día. Sabía que algo le había pasado, no lo había visto tan sonriente nunca, y me insinuó que era por ti.

-¿Eso dijo? - preguntó.

-Ajá - dije viendo su sonrisa.

-Se porta genial conmigo.

Algo vibró en el bolsillo de mis vaqueros. Saqué el móvil y vi el nombre de Zayn en la pantalla.

-¿Ves? Te lo dije.

-Voy a cogerlo. - avisé.

Salí fuera del local y deslice el botón de descolgar.

-Valeria.

-Hola.

-¿Dónde estás? - preguntó con voz preocupada.

-En una cafetería, Hannah me ha traído - le revelé.

-Vuelve - me dijo - por favor.

Sonreí. Parecía que no había ni rastro de su enfado.

-Ahora nos vemos - dije - adiós.

Colgué y entre dentro del local. Hannah estaba pagando.

-Nos vamos, ¿no? - preguntó mientras el chico de la barra le devolvía unas monedas.

Asentí y fuimos hacia el coche.

-Gracias de nuevo, Hannah - le agradecí a mitad del trayecto.

-No me des las gracias - me contestó - me ha gustado hablar contigo.

-Y a mi - confesé - me caes bien.

Llegamos a la puerta del apartamento y me bajé del coche.

-Nos vemos pronto - me despedí.

-Adiós Valeria - me dijo mientras sacudía su mano de un lado a otro.

Toqué el timbre y él me abrió. Subí las escaleras indecisa, quizá la impresión que me había dado Zayn por teléfono era incorrecta.

Ni siquiera pude pulsar el timbre particular porque cuando iba a hacerlo Zayn me abrió la puerta. Estaba sin camiseta, con unos pantalones grises de chándal.

Me agarró de la mano para hacerme entrar dentro y me dio un beso inesperado.

Estaba claro, Zayn no seguía enfadado. Sentí un alivio en mi cuerpo y posé mis manos sobre su nuca para continuar el beso.

-No quería gritarte - confesó aún cerca de mi - odio gritarte.

Secuelas de suerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora