Capítulo diecisiete.

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Zayn aparcó con cuidado en la puerta del lugar donde pasaría, una de las peores semanas de mi vida, lo tenía claro. Sacó un juego de llaves, introduciendo una de ellas en la cerradura dorada de la casa.

-¡Mamá! ¡Papá! ¡Ya estamos aquí! — saludó Zayn desde el hall de la casa. Unas risas inundaban la casa. Zayn iba andando delante mío, guiándome. Llegamos al salón, donde estaban dos chicas morenas jugando a la consola, una de ella con ojos azules claro y otra alta y guapa.

-Mis hermanas —susurró en mi oído.— ¡Chicas! — gritó y estas se giraron hacia el emocionadas. Las más pequeña se levantó a abrazarlo.

-¡Zayn! — gritó esta, mientras él la subía a sus brazos. Me quedé hipnotizada con la sonrisa de Zayn. De hecho, creo que casi nunca lo había visto tan feliz.

-Mira, esta es Valeria — me presentó. La pequeña, muy amable, me regaló una sonrisa.

-Hola preciosa — la saludé acariciándole un lado de la cara.

-Ella es Safaa — me explicó Zayn. Este bajo a su hermana al suelo de nuevo, para saludar a la otra. Le plantó dos besos y un abrazo. — ¿Qué tal? — le preguntó.

-Muy bien — aseguró. — Hola Valeria, un placer conocerte — y me saludó con dos cálidos besos en las mejillas. — soy Waliyha.

Conocer a sus hermanas me tranquilizó mucho, hizo que me sintiera más cómoda en la casa. Fue como si me hubiera quitado un gran peso de encima.

-Ven — Zayn me sacó de mis pensamientos— te enseñaré tu habitación.

Seguimos el gran pasillo lleno de fotos familiares, recordé la última vez que pasé por allí, agobiada por las palabras que me había dedicado Yaser ese día. Llegamos a la cocina, dónde su madre se encontraba.

-Buenos días, mamá — saludó Zayn.

-Oh, buenos días chicos — se giró para recibirnos con una enorme sonrisa.

-Voy a enseñarle la casa a Valeria, ¿vale? — avisó él.

-Esta bien — dio ella su aprobación.

Inesperadamente Zayn entrelazó sus dedos con los míos para empujarme hacia la escalera. Me ofrecí a ayudarlo con mi maleta, pero se negó. Al subir, me obligó a ir hacia la derecha.

-Aquí está la habitación de mis padres — dijo para darme paso a una habitación enorme y color crema, con una gran cama y cuadros coloridos sobre ella. Había un baño con dentro de ella.

-Y ahora... — dijo mientras salía de la habitación y me llevaba hacia el otro extremo del pasillo. — la habitación de Safaa — una habitación con paredes color rosa y una cama repleta de cojines.

Me dirigió hacia el compartimento de al lado, enseñándome un baño todo repleto de blanco. A continuación de este, había una enorme habitación color azul, con una amplia ventana que iluminaba todo el lugar.

-Aquí dormirás tú, junto con Waliyha, si no te importa... — dijo mirándome. Negué con la cabeza para darle a entender que me parecía bien. — Perfecto. Mira, en este armario puedes colocar tu ropa, a Waly no le molestará.

El armario estaba repleto de ropa, pero había algunos cajones vacíos, al igual que perchas a las que Zayn señalaba.

Abrí la maleta para recordar la cantidad de prendas que tendría que colocar, pero las manos de Zayn me sorprendieron por la cintura.

-Me va a costar pasar esta semana sin ti — susurró para finalmente besar mi cuello. 

-Pues a mi el doble — contesté pensando de nuevo en lo que me esperaba. Me giré para posar mis labios sobre los suyos. Noté como él cerraba sus ojos y sonreí a mitad del beso.

El móvil de Zayn nos interrumpió.

-¿Sí? — descolgó. — Si, ya voy... Enseguida estoy allí... —rió.— ¡Me da igual los colores que te vayas a llevar, tío!... Si, hasta luego. — colgó aún sonriendo.— Es Niall y su dilema con los calzoncillos para el viaje.

Estallé en una carcajada haciendo que se achinaran mis ojos.

-Bueno, me tengo que ir a recogerlo para ir al aeropuerto — anunció. La sonrisa se borró de mi rostro para dejar paso a un puchero en mis labios. — No será tan malo Valeria, hazlo por mi.

-Tienes razón... será un infierno — contesté para besarlo finalmente. Lo acompañé hasta la puerta para ver como se alejaba hasta el coche, sintiendo como los nervios volvían a mi.

-¡Te quiero! — gritó en medio de la calle, estaba loco. Le respondí sonriendo y cerré la puerta.

-Valeria — me llamó la voz de Waliyha. — ¿Te ayudo a instalarte? — asentí y me marché con ella hasta su cuarto, que ahora también sería el mío.

-Me encanta la habitación — rompí el silencio.

-Gracias, esta es tu ropa, ¿no? — asentí. — te ayudaré a colocarla.

Comenzamos a meter las blusas y pantalones en las perchas.

-Bueno, cuéntame, ¿cómo es mi hermano en su casa? Aquí no para de hacer el tonto y canturrear.

Me reí mientras doblaba una camiseta.

-Pues allí es un completo señorito, hace hasta la cama — esta vez fue ella la que rió, mostrando sus blancos dientes.

-¡Me sorprende! — dijo aún entre carcajadas.

Desde este momento supe que me llevaría bien con Waliyha, sería como mi apoyo en esta casa. Quizás tenía como tres o cuatro años menos que yo, pero se notaba cómo encajábamos.

Se oyó la puerta principal abrirse y las dos intentamos oír de quién se trataba. Ella miró el reloj.

-Es mi padre — avisó. Mi estómago se encogió. — vamos, es la hora de comer.

Se levantó para salir de la habitación, pero se paró en seco al ver que no la seguía.

-¿Vienes? — preguntó. Negué con la cabeza mirándola a los ojos. No quería que volviera a reprocharme todos mis errores del pasado, ya me encargaba yo de recordar de vez en cuando mis cagadas.

-No tengo hambre —mentí.

Se sentó a mi lado de nuevo, sin apartar la vista de mi.

-Oye... se que a mi padre no le caes demasiado bien pero tienes que bajar a comer algo.

-No quiero —dije bajando la cabeza.

-Tranquila — posó su mano sobre mi hombro. — en cuanto comamos pondré alguna excusa para irnos, ¿de acuerdo? Y si te dice algo malo puedes contar conmigo, siempre.

Sonreí a malas penas y me levanté enseguida.

-Vamos — dije decidida.

Secuelas de suerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora