Pagina II: Begonia.

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¿Alguna vez han sentido esa molesta sensación de pensar que algo les oprime el pecho con fuerza, exprimiendo el poco oxigeno de sus pulmones, y comprimiéndoles al mismo tiempo la tráquea? Esa molesta sensación de no poder hablar, no porque no se tenga algo que decir, sino por la incapacidad de hilar un sonido que siquiera pueda oírse cercanamente a una palabra. Es, justamente así, como Osomatsu Matsuno se sentía en aquellos momentos. Aquella mañana tan fresca, cálida y prometedora, parecía burlarse de su incomodidad al restregarle los acogedores rayos del sol en el rostro y ese molesto olor a polen que se negaba a abandonar sus fosas nasales.

La puerta de la florería se le figuraba más imponente que la ultima vez que entro a aquel establecimiento ¿Era su imaginación o incluso las molestas macetas y arreglos que se encontraban pulcramente colocadas afuera del local se burlaban de su desdicha? Se abstuvo de inspirar con fuerza, aquello hubiera representado la muerte, lenta y dolorosa, de su sentido del olfato. Con decisión coloco su palma en el frio vidrio de la puerta, dándose apoyo mental, cuando sintió que el toque bajo sus dedos desaparecía sorpresivamente.

-¿Puedo ayudarte en algo? -Ah. De nuevo aquella molesta sensación de opresión. El joven dependiente de ojos azules lo miraba con una ligera sonrisa amable en el rostro mientras sostenía en su mano izquierda una pequeña maceta y con la derecha sujetaba la puerta del lugar. -Llevas parado ahí afuera mas de quince minutos.

-Yo... -¡Que vergüenza! Trabajando en una librería y aun así pecaba de no ser para nada elocuente.

-Te entiendo. -Salió a la calle a hacerle compañía. Con cuidado deposito la pequeña maceta en el suelo, cerca de otras que contenían flores de diversos y llamativos colores. -Mis flores son tan hermosas que es inevitable pararse a observarlas. Inspiran a las más alocadas pasiones a ser desatadas en una marea de profundos sentimientos en donde los amantes bailan al son de sus corazones...

Osomatsu se arrodillo adolorido, por alguna extraña razón sintió como si todas y cada una de las costillas de su pobre caja torácica estuvieran rotas en esos momentos. El de ojos azules, alarmado, paró todo aquel parloteo incesante mientras se ponía a la altura del de rojo y lo ayudaba a levantarse.

-¡¿Qué ocurrió?! ¡¿Te encuentras bien?! -Lo ayudo a entrar a la florería, acercándole un pequeño banquillo para que pudiera sentarse. -¡Iré por el botiquín! ¡No te muevas! ¿O debería llamar a la ambulancia? ¡Si! Llamare a la ambulancia....

-Ya me siento mejor, tranquilo. -Comenzó a reír por la actitud tan estúpidamente inocente del otro. La tensión que antes había sentido en su cuerpo había desaparecido como por arte de magia luego de aquello.

El de azul suspiro aliviado, como si de verdad hubiera temido que su vida estuviera en un gran peligro. Aquello hizo que su corazón latiera un poquito mas rápido, solo un poquito.

-A todo esto... -Titubeó después de que ambos se hubieran quedado unos minutos en silencio. -¿Por qué no querías entrar en la tienda? ¿De nuevo venias por un arreglo? ¿El que te di aquella vez no era el adecuado?

-No, no, no. -Se levantó un tanto nervioso de dar una impresión errónea del porque estaba ahí en primer lugar. -El arreglo era precioso, de hecho, vine a agradecerte de parte de mi jefe por habérnoslo regalado, significa mucho para la tienda.

-Que alivio escuchar eso. -Sonrió, amplio, mientras lo miraba con sus enormes y azules ojos.

-De hecho... Yo también quiero agradecerte por haberme ayudado a elegirlo aquella vez, de no ser por ti en estos momentos estaría desempleado por haber comprado un arreglo mortuorio. -Bromeó algo tenso, pero al de azul pareció agradarle la ligereza del ambiente entre ambos por lo que se permitió reír suavemente ante su ridículo intento de chiste. -Soy Osomatsu Matsuno, un gusto.

-Karamatsu Nakamura. -Apretó la mano que le había extendido en de ojos rojos. -El gusto es mío.

Osomatsu abrió la boca, dispuesto a entablar una pequeña charla con el florista antes de regresar a su trabajo, cuando un potente estornudo lo hizo retroceder ¡Maldita alergia al polen! Iba a terminar matándolo un día de estos y no precisamente por lo que implicaba en sí, sino más bien por las vergüenzas que le hacia pasar. Karamatsu lo miró preocupado, mientras él trataba inútilmente de parar aquellos molestos estornudos. Con presurosa ansiedad salió del establecimiento siendo seguido muy de cerca por el de azul.

-¿Te encuentras bien, Osomatsu? -¿Pero que pregunta era aquella? ¡¿Qué acaso no veía que estaba a nada de estornudar un pulmón debido a la potencia empleada en los estornudos?! La carita de cachorrito que puso el de azul impidió que siquiera pudiera seguir insultándolo en su propia mente.

-Es una gripa. -Respondió con la voz gangosa y lagrimas queriendo escurrir de la comisura de sus ojos. -Ya se me pasará.

-Debes tener mas cuidado. -Lo miró, escaneándolo de arriba abajo con su azulada mirada. El de rojo volteo hacia otro lado, nunca tuvo tanta urgencia de querer regresar a trabajar. -Las gripas en plena primavera no son muy comunes.

-Lo tendré en cuenta, descuida. -No recordaba una sola ocasión en la que se hubiera comportado tan cordialmente como en esos precisos momentos. -Bueno, debo volver al trabajo. Fue un gusto, Karamatsu.

-¡Espera! -El otro entró corriendo a la tienda para, después de unos segundos, salir con un pequeño ramillete de florecitas rojas entre sus manos. -Toma, espero que te mejores pronto Osomatsu.

El mencionado contuvo la respiración unos instantes, dudando en tomar o no el pequeño obsequio. Al final decidió aceptar el presente que Karamatsu le estaba ofreciendo y, con una pequeña despedida y unas gracias, regreso rápidamente a la librería. Su jefe ya lo estaba esperando detrás del mostrador, mirándolo inquisidoramente con una enorme sonrisa en su arrugado rostro.

-¿Y bien? -Preguntó después de intentar arrebatarle el pequeño ramillete. -¿Le diste tu tarjeta de presentación?

-¿Mi que...? -¡Mierda! ¡¿Cómo pudo haber olvidado entregar el motivo por el cual había ido a la florería en primer lugar?! ¡Estúpido! ¡Estúpido! ¡Mil veces estúpido!

-Bueno, ve el lado positivo de todo esto. -Comentó despreocupadamente mientras le pasaba un pesado libro al de rojo. "El lenguaje de las flores" escrito en el centro de la dura pasta. -Ya tienes un motivo para ir a verlo. Debe ser alguien muy educado, que considerado de haberte dado Begonias como primer presente.

Osomatsu tan solo torció el gesto, mirando tanto al libro como al pequeño ramillete entre sus manos con el ceño fruncido. Estúpida alergia al polen...

Notas finales:

Estoy haciendo los capitulos cortos puesto que la historia en si esta planeada para tener un aproximado de 31 capitulos. El amor se tiene que desarrollar poco a poco señores :'D

Entre pétalos de rosas rojas y hojas con tinta azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora