Página XXIII: Madreselva.

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Las estaciones pasaron con relativa tranquilidad, siempre rodeadas de aquella magia especial que solo se consigue cuando compartes tus momentos más preciados con aquellos que amas y aprecias. Ese era precisamente el caso de Osomatsu y Karamatsu, disfrutando la vida que habían creado juntos, compartiendo sus memorias, sus mejores y sus peores momentos. Y justo después de dos años, justo como Matsuno se lo había prometido tiempo atrás en su primer aniversario, ahora había un hermoso anillo de compromiso decorando las delgadas y perfectas manos de Nakamura.

El día había llegado, esperado con refulgente emoción por ambos, mientras se alistaban por separado, mirando con insistencia el reloj sin poder contener la ansiedad de poder unir sus vidas finalmente bajo todas las de la ley. Osomatsu fue el primero en llegar a la iglesia, increiblemente decorada hasta el hartazgo con flores y madreselvas, listones y demás alicientes que solo engrandecían la belleza del lugar y dejaban muy en claro lo que pronto acontecería entre sus paredes. Akumatsu lo acompañó, como su fiel amigo y su padrino, hasta el último momento, golpeandolo repetidamente cuando veía al de ojos escarlatas reaccionar demás.

El lugar comenzó a llenarse de a poco, sus conocidos y allegados más intimos ocuparon los primeros puestos, como era debido, mientras que otros invitados de los padrinos y demás conocidos prefirieron quedarse en los asientos de en medio, el Padre llegó también, puntual como era debido, mientras comenzaba a acomodar las cosas que utilizaria en cuanto diera inicio la misa. De pronto, todo quedó en un pequeño silencio tenso, roto unicamente por la caracteristica musica de marcha nupcial que el organo comenzó a tocar mientras las enormes puertas de madera de la iglesia se abrían de par en par mostrando a Karamatsu, tan radiante y con una potente luz de gozo rodeandolo, siendo acompañado por Kamimatsu, quien se había ofrecido más que gustoso de ser quien acompañara a su buen amigo hasta el altar.

En cuanto ambos estuvieron frente a frente, mirandose a los ojos, rojo y azul fundiendose como si un volcan emergiera en medio del profundo oceano, solo entonces el Padre pudo dar inicio a la importante ceremonia. Todos escuchaban atentamente las palabras, todos excepto los novios quienes aún estaban metidos en aquel estupor de algarabía y conmoción que toda persona experimenta cuando algo increiblemente bueno esta a punto de cambiar su vida, en todos los sentidos, de todas las maneras posibles, llenándolo todo con una dicha inexplicable. Solo cuando el Padre pudo dar las últimas palabras fue que ambos parecieron volver a la realidad.

—Osomatsu Matsuno. —Comenzó el Padre. —¿Aceptas por legítimo esposo a Karamatsu Nakamura para amarlo y respetarlo, honrarlo de todas las maneras posibles, en la salud y en la enfermedad por el resto de tus días?

—Acepto. —No hubo duda o titubeo, Osomatsu lucía incluso un poco ansioso, en el buen sentido de la palabra.

—Y tú, Karamatsu Nakamura. —Prosiguió el Padre, mirando ahora al de ojos azules. —¿Aceptas por legítimo esposo a Osomatsu Matsuno para amarlo y respetarlo, honrarlo de todas las maneras posibles, en la salud y en la enfermedad por el resto de tus días?

—¡Acepto! —Pero el más emocionado definitivamente era Karamatsu, el menor se sintió abochornado repentinamente de aquella respuesta tan intensa pero la fresca risa de Osomatsu ante su entusiasmo disipó cualquier pensamiento negativo que pudiera rondar por su cabeza.

—¿Hay alguien aquí presente que se oponga a esta unión? —Fue la pregunta final del Padre, dejando a todos los presentes bajo un respetuoso silencio. Akumatsu miraba a su alrededor con ojos asesinos, dispuesto a lanzarse encima del primer imbecil que quisiera pasarse de gracioso y levantar la mano, por suerte para todos nadie dijo nada y el Padre pudo proseguir. —Si no hay nadie, entonces Osomatsu Matsuno y Karamatsu Nakamura, por gracia de nuestro Señor y revestidos de su amor y bondad, los declaro esposos, pueden sellar la unión.

Después de aquel primer beso, su primer beso de casados, la iglesia explotó en aplausos, silbidos y miles de alabanzas para la nueva pareja. Los, ahora, señores Matsuno salieron de la iglesia con enormes sonrisas en sus rostros mientras sus amigos les lanzaban arroz y petalos de flores a modo de festejo. Osomatsu cargaba a Karamatsu entre sus brazos como a una princesa y el joven de traje blanco no perdió más tiempo innecesario y sin pensarlo mucho lanzó el hermoso ramo, regalo especial de su jefe, hacia la multitud enardecida.

Las mujeres no tardaron en apretujarse las unas a las otras en busca de aquel preciado objeto. Objeto que al final terminó cayendo en las sorprendidas manos de Kamimatsu quien en esos momentos salía tranquilamente de la iglesia acompañado de un lloroso Akumatsu, al parecer el de negro tenía un corazón bastante blandito y ese tipo de situaciones lo ponían sentimental. En cuanto ambos jovenes vieron lo que el de ojos dorados tenía entre las manos no pudieron evitar sonrojarse furiosamente, sobretodo Aku.

—V-Ve a darle esa cosa a una de las desesperadas solteronas de ahí. —Expresó el padrino de Osomatsu con las mejillas todavía tintadas de rojo.

—Lástima que no tengo pareja, este ramo sería un lindo recuerdo. —Suspiró Kami con cierto aire risueño pero aceptando lo dicho por su acompañante, encaminandose hacia las chicas que ya esperaban su preciado ramo, pero antes de poder seguir avanzando escuchó a Akumatsu terminar de hablar a su espalda.

—Cuando todo esto termine... —Kamimatsu volteó, centrando sus dorados ojos en los de Akumatsu. —¿T-Te gustaría tomar algo...?

—Me encantaría. —Terminó de responder, guiñandole un ojo al de negro antes de retomar su camino para entregar el ramo a las alocadas féminas.

De regreso con nuestros tortolitos favoritos, bueno, ellos definitivamente no iban a perder más tiempo para esperar por su ansiada luna de miel, menos Osomatsu y con más razón aún puesto que sus cosas ya estaban predispuestas para ellos en casa, con dos boletos de avión en el colchón de la cama con destino a Bora Bora, todo planeado para perderse del mundo dos largas y placenteras semanas. Esta aventura apenas estaba comenzando y ellos estaban más que emocionados de dar el primer paso...   

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Y hemos llegado al final! El tan ansiado y esperado final! 

Espero realmente de corazón que hayan disfrutado de esta historia y todos sus capítulos tanto como yo al escribirla. 

Gracias por acompañarme a lo largo de esta pequeña florecita que comenzó como una semilla y que ahora, por fin después de tanto tiempo, ha terminado de florecer.

Miles de gracias por sus lecturas, por sus votos y sus hermosos comentario! Los aprecio con todo mi corazón!! T3T

Nos leemos en otras historias! 

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Entre pétalos de rosas rojas y hojas con tinta azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora