Las semanas pasaban con relativa tranquilidad, al igual que el cambio de estaciones, la relación de Osomatsu y Karamatsu cambiaba y evolucionaba debajo de miles de matices hermosos, algunos momentos llenos de dulzura así como momentos agrios como lo eran las pláticas de sus años pasados, los miedos de juventud y la incertidumbre de lo que pasará en el futuro. Su hogar, el pequeño nido de amor como Karamatsu solía llamarlo, se adecuó perfectamente al gusto de ambos.
Karamatsu se había acostumbrado bastante rápido a la vida en pareja, adoptando el papel de esposa dedicada sin que Osomatsu se lo hubiera pedido o siquiera lo hubiera mencionado. Al parecer al menor le agradaba hacer los quehaceres hogareños, además de que encontraba curiosamente placentero el cocinar para Osomatsu y escuchar sus miles de halagos a su buen sazón. El de rojo tampoco se quedaba atrás, después de todo la casa era suya y como tal también contribuía en su cuidado.
La vida en sus trabajos también transcurría con bastante normalidad, con la única diferencia de que ahora ambos despertaban en la misma cama, desayunaban juntos rodeados de risas y mimos para después salir a tomar el transporte público, tomados timidamente de las manos, platicando sobre lo que harían en su jornada laboral o poniendose de acuerdo sobre lo que prepararían para la cena. Osomatsu acompañaba a su novio a la florería, dandole un beso de despedida antes de ingresar a la librería para comenzar su jornada diaria.
Muchos e incontables besos, infinitos abrazos e interminables palabras de cariño, todo eso era el pan de cada día para ellos y ambos no podían estar más felices de que así fuera...
Pero siempre había algo que no terminaba de encajar.
Una pequeña cosa en la que ambos todavía no habían ahondado con más profundidad era el tener intimidad. Claro, se habían besado con intensidad, cuando el momento lo ameritaba o cuando algo dentro de sus cuerpos les pedía un contacto más profundo para saciar una improvista sed de pertenencia, sin embargo nunca pasaban más allá de intensos roces por encima de la ropa o largas sesiones de besos combinados con acogedores abrazos, perdiendose en el color de ojos del contrario.
Karamatsu lo sentía en lo profundo de su vientre, la manera en cómo las manos de Osomatsu parecían no querer dejar de tocar su cuerpo, aferrandose a su delgada cintura, acariciando su cadera, muslos y vientre con dedos ansiosos pero conteniendose siempre al final para no incomodar al de ojos azules. Nakamura nunca había tenido sexo, ni con mujeres y mucho menos con otros hombres; desde joven supo que las chicas no eran de su gusto y debido a la tiránica mano de su padre tampoco pudo explorar un poco más su orientación sexual.
Ahora, habiendose librado de aquel monstruo y viviendo una relación plena y feliz con el hombre que amaba, no había nada que le impidiera dar rienda suelta a todos los deseos de su cuerpo. Claro, si no estuviera tan asustado de adentrarse en aquel terreno desconocido para él, de tener miedo de no lograr dar el ancho y complacer a Osomatsu como el de rojo estaba esperando. Miles y miles de dudas que asaltaban su pobre mente, impidiéndole dar un paso más.
Algo que Osomatsu debió haber notado puesto que tampoco se atrevía a tocar de más...
–Soy el peor novio del mundo. –Karamatsu dejó que su cara golpeara descuidadamente la dura madera de la mesa dentro de la cafetería en la que estaba platicando con Kamimatsu sus penas. –Osomatsu me va a dejar porque nuestra relación parece la de dos niños de doce años que apenas entienden el complicado mundo del amor...
–Estas exagerando. –Kamimatsu palmeó su cabeza con cariño, bebiendo un poco de su chocolate caliente mientras parecía meditar un poco las palabras que diría a continuación: –¿Y no has pensado informarte?
Karamatsu levantó la cabeza mirando a su amigo con un enorme y evidente signo de interrogación en todo el rostro, los ojos azules brillando con curiosidad. Kamimatsu se mordió el interior de la mejillas para evitar reirse un poco de la adorable ingenuidad de Nakamura por lo que prefirió explicarle al florista cómo podía llegar a alcanzar sus objetivos, mencionandole casualmente que en internet había miles y miles de páginas que se dedicaban exclusivamente a resolver ese tipo de dudas en los jovenes.
–Y si quieres algo un poco más explícito siempre puedes meterte a una página para adultos. –Terminó el de blanco, dándole el último sorbo a su chocolate.
–¡E-Espera un momento! –Y al instante el de azul cerró la boca, sintiendose avergonzado de haber levandado la voz de esa manera. Después de unos segundos prosiguió con el rostro completamente sonrojado: –¿Quieres que vea p-porno...?
–Buenos, solo sería por curiosidad, no veo que sea algo malo. –Kamimatsu le restó importancia mientras Nakamura seguía con las mejillas encendidas en carmín.
Por la tarde, después de que Osomatsu y él regresaran a su hogar, Karamatsu se encerró en el baño con su celular y unos audifonos en mano, la decisión brillando en sus azulados ojos. Con un enorme sonrojo en sus blancas mejillas, se aseguró de colocar el pestillo a la puerta mientras tecleaba un par de palabras en el buscador principal de su teléfono, conectando los audífonos con manos temblorosas. Miles de páginas saltaron en la pantalla y Karamatsu no estaba seguro de cual seleccionar.
Intentó entrar en la primera opción que le apareció, arrepintiendose rápidamente al ver la explicita imagen que se expandió por toda la pantalla del celular, obligándolo a bloquear el aparato. Después de calmar un poco su nerviosismo, Nakamura lo intentó de nuevo, en esta ocasión haciendo click en uno de los miles de videos que aparecieron al mismo tiempo, envalentonandose un poco antes de fijar sus azulados ojos en la pequeña pantalla del celular. El video se reproducía mientras las mejillas de Karamatsu parecían arder cada vez más.
Se sintió demasiado cohibido al presenciar el video, optando por salirse de la página mientras bloqueaba de nuevo el aparato. No es que su cuerpo no reaccionara al estímulo audiovisual que acababa de presenciar, el problema radicaba en que todo parecía demasiado falso. Si, Karamatsu estaba consciente de que estaban actuando pero tampoco es que el video le diera otra información más allá de una que otra posición que de lejos se veía bastante incomoda y difícil de realizar a menos que uno fuera un experto contorsionista.
Con los ánimos un poco menguados, el joven de ojos azules salió del baño, encaminándose a la cocina para comenzar a preparar la cena. En la sala Osomatsu se encontraba leyendo uno de los libros que Akumatsu le había recomendado semanas atrás, desviando su atención de su lectura al momento de sentir la presencia de su novio en la habitación. Matsuno le sonrió con esa sonrisa que estaba exclusivamente dedicada al menor y con un pequeño movimiento de cabeza le indicó a Karamatsu que le hiciera compañía en el sofá.
–¿Todo bien dentro del baño? –Se burló el de rojo, como si supiera las inquietudes de Karamatsu.
–Todo perfectamente. –El menor optó por recargarse encima de su novio después de alcanzar el control remoto de la televisión y encenderla con un imperceptible temblor en las manos.
El de rojo se aguantó una carcajada mientras pasaba rápidamente un brazo para rodear la cintura de Nakamura, besando con cariño la cabeza del menor, queriendole transmitir con aquel simple gesto que todo estaba bien. Tal vez por ahora no fuera tan necesario apresurar las cosas, después de todo Osomatsu lo quería más allá de una mera cuestión física y eso era motivo suficiente para aliviar los pesares dentro de la cabeza de Karamatsu.
Mientras el momento adecuado llegaba, ambos se dedicarían a disfrutar de su amor con calma...
–0–
Waaaah! Estamos oficialmente a cuatro capítulos para que la historia termine!!
Espero poder terminarlo antes de que acabe el año TwT
Gracias por leer!!
ESTÁS LEYENDO
Entre pétalos de rosas rojas y hojas con tinta azul.
Fanfiction-Me llevo este. -El joven florista arqueó una ceja, escéptico. -¿Qué sucede? -No creo que ese adorno sea el adecuado. -Sonrió tranquilo, alejando las flores del mostrador mientras entraba por la pequeña puerta que se encontraba detrás de él. Osomat...