La mañana resplandecía con sublimidad, los pájaros entonaban sus delicados cantos en las ramas de los árboles, las personas caminaban con grandes sonrisas en sus rostros, el sol en lo alto del firmamento brillaba con alegría; simplemente un día perfecto que no podía ser comparado o igualado con ningún otro. Sin embargo, en la librería Akatsuka...
—¡No estamos saliendo! —Exclamó indignado Osomatsu, escondido detrás de una amplia pila de libros sin ordenar, como ya era costumbre, el de rojo había dejado el trabajo para último momento.
—¡Que sí! —Contraatacó Akumatsu desde el otro extremo de la planta baja sacudiendo el polvo de las repisas y terminando de acomodar los detalles finales de su sección.
—¡No! ¡No lo estamos, maldito ciego! —Osomatsu estuvo tentado de lanzarle uno de los muchos libros que estaba organizando, pero sabía que su jefe los estaba vigilando y no quería tener otra sanción, sobre todo porque los días sancionados iban a cuenta de sueldo y si quería seguir invitando a Karamatsu a salir entonces necesitaba que dejaran de descontarle dinero.
—¡El único ciego aquí eres tú! ¡Ciego y estúpido! ¡La peor combinación del mundo! ¡Eres estupidamente ciego! —Los gritos de Akumatsu ya podían escucharse incluso fuera del local, de más esta decir que varias personas que ya se encontraban dentro del local ya habían comenzado a alejarse de ese par de escandalosos.
El de negro se frotó la cabeza con fuerza, desesperado y bastante frustrado ante la evidente estupidez de su compañero de trabajo. Habían pasado ya varios meses desde que Osomatsu y el tipo raro de la florería de enfrente (Solo Akumatsu le decía de esa manera) comenzaron a salir. El joven de oscuros ojos rojos pensó que, para esas alturas, ambos ya debían mantener una relación más allá que la de ser simples amigos, a pesar de que nunca los vio portarse más cariñosos que de costumbre, Akumatsu asumió que ambos eran timidos y trataban de llevar la relación con calma.
Cuan equivocado estaba...
Osomatsu era más denso que una jodida pared y más estúpido que un pepino de mar, o que un camarón a punto de ser atrapado por la red de un pescador... Sí, así de estupido; ambos salían a comer, iban al cine los fines de semana, salían a pasear al parque por las tardes, hacían las compras juntos y Osomatsu prácticamente se pasaba todo su tiempo libre en la florería de enfrente ¡Ya ni siquiera le importaba su ridícula alergia al polen! Y aun así, aún con todas esas pruebas irrefutables, el bastardo se atrevía a negar que estaba enamorado del florista. Akumatsu simplemente no lo entendía ¡¿Cómo se atrevía Osomatsu a ser tan cínico?!
"¡Hasta aquí llego mi paciencia con ese bastardo! ¿Me quiere ver la cara de estúpido o qué? ¡Voy a acomodarle las ideas de un soberano putazo!"
Akumatsu maldecía en su mente mientras terminaba de acomodar los estantes y arreglos para la presentación que se llevaría a cabo en la librería. El de negro no tenía idea de que la respuesta a sus problemas con el idiota de Osomatsu muy pronto llegaría atravesando aquella puerta de cristal.
—0—
Dentro de la florería Akatsuka, Kamimatsu se encontraba admirando con bastante interés los arreglos que Karamatsu hacía con cariño y esmero; aquel día, Nojima debía ir a la librería porque se estaba celebrando una firma de libros y él, como el escritor de novelas románticas del momento, tenía que estar ahí casi obligatoriamente. El joven de ojos dorados llegó temprano y, aprovechando que su adorable y encantador vecino trabajaba en la florería de al lado, decidió ir a visitarlo como el buen amigo, y futuro padrino de bodas, que era.
—Seguro que te has de encontrar bastante emocionado, Kami. —Karamatsu le regaló un pequeño ramillete de flores multicolores, tratando de darle buena suerte con aquel dulce gesto pues comprendía que Kamimatsu debía estar ligeramente ansioso. —Debe ser increíble estar rodeado de personas que te admiren por lo que disfrutas hacer.

ESTÁS LEYENDO
Entre pétalos de rosas rojas y hojas con tinta azul.
Fanfiction-Me llevo este. -El joven florista arqueó una ceja, escéptico. -¿Qué sucede? -No creo que ese adorno sea el adecuado. -Sonrió tranquilo, alejando las flores del mostrador mientras entraba por la pequeña puerta que se encontraba detrás de él. Osomat...