Página I: Lirios.

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La brisa fresca de aquella mañana de abril golpeaba y refrescaba su adormilado rostro. La primavera había llegado hace un par de días y Osomatsu ya se sentía desfallecer por el molesto y odioso aroma a polen que expedían las flores. Pasó su dedo índice por debajo de su nariz, tratando de retener un potente estornudo y reacomodando sus lentes de montura roja, mientras terminaba de clasificar la nueva mercancía que había llegado a la tienda. La librería de Akatsuka, la tienda de libros más grande y más vasta de toda la ciudad, se encontraba en oferta aquel día por lo que los clientes y los libros iban y venían como si fueran un imparable remolino, ahogando de trabajo a los pobres empleados que ahí laboraban; Osomatsu tenía, relativamente, poco tiempo trabajando en aquel lugar y, aún y cuando su alergia al polen lo matara durante toda la temporada primaveral y parte de la estación veraniega, se había acostumbrado bastante bien al polvo y al peculiar aroma de los libros de aquella rustica tienda.

-Le dije a ese viejo que poner los libros de romance en oferta era una pésima idea. -Bufó en voz baja mientras terminaba de ordenar alfabéticamente los libros en los antiguos anaqueles de madera de la parte más alta en la sección de "Novela policial", era una suerte que no se hubiera caído ya por lo angosto de las pequeñas escaleras que ellos, como empleados, utilizaban para llegar a las partes más altas de los estantes, además de que los libros de aquel género en específico no eran para nada ligeros. Giró el rostro, solo un poco, para observar con sus ojos escarlatas aquella masa extraña de mujeres amontonadas sobre una de las secciones más amplias de la librería. Arriba de los anaqueles, un enorme letrero rezaba en perfecta caligrafía de tinta negra: "ROMANCE"

-Tch. Como si el amor realmente fuera de aquella manera. Estúpidas idealistas. -Bajó las escaleras con cuidado, pensando en que faltaban solo unos cuantos minutos para que su descanso comenzara y pudiera al fin llenar su vacío estómago.

-¡Matsuno! -Su jefe, un anciano bonachón y despreocupado, lo llamó con aquel tono tan jovial que hacía entrever, por momentos, su antigua juventud. -¿Tienes un momento?

-¿Qué ocurre viejo? ¿De nuevo acosando a las jovencitas? -Sonrió con malicia mientras se acercaba al hombre mayor quien por única respuesta palmeó su cabeza, revolviendo sus negros cabellos.

-Mocoso... Creo que un poco de aire fresco te vendrá de maravillas. -Señaló con el pulgar de su derecha el destruido adorno de flores que habían colocado aquella mañana para hacer más llamativa la sección de literatura contemporánea y novela romántica. Las mujeres sí que estaban locas. -Aún es temprano y realmente es una pena que nuestra decoración no vaya a durar el tiempo que se tenía planeado ¿Por qué no vas a la florería de enfrente y pides uno nuevo? Conozco al dueño, dile que vas de mi parte, estoy seguro de que te hará un buen descuento.

-¿Y porque tengo que ir yo? -Comenzó a hacer un berrinche, no le agradaba, ni un poco, la idea de entrar a un local lleno de asquerosas flores y su asqueroso polen. Su pobre nariz comenzó a fluir de solo pensarlo.

-Entonces supongo que prefieres quedarte a atender a las bellas y refinadas damas en la sección de novela romántica. -Volteó a ver a las mujeres que se habían aglomerado alrededor del último estante en pie, peleando entre ellas por ver quien obtendría el último tomo en descuento. Un horrible escalofrío recorrió su espina dorsal, giró de nuevo, para quedar frente a su jefe mientras negaba frenéticamente, haciendo incluso que se le desacomodaran los lentes. -Eso pensé.

Suspiró derrotado mientras se encaminaba hacia el exterior de la librería. Los rayos del sol cayeron directos sobre su rostro y tuvo que obligarse a entornar un poco los ojos para poder cruzar la calle. La florería Akatsuka quedaba justo enfrente de la librería en la que trabajaba, solo una calle poco transitable separaba ambos locales. La fachada del lugar era bonita, bonita y colorida, después de todo Osomatsu suponía que debía de ser así puesto que se trataba de un local dedicado a la venta de flores y arreglos decorativos para ocasiones especiales. Varias masetas decoraban la entrada del local, tanto por fuera como por dentro.

Entre pétalos de rosas rojas y hojas con tinta azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora