Página XVIII: Palo de Rosa.

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Karamatsu abrió los ojos, una molesta e insistente luz le estaba dando de lleno en el rostro por lo que a Nakamura no le quedó más remedio que despertar. La habitación era blanca en su totalidad, con apenas un mueble que servía de buró y un sofa individual. Se encontraba en un hospital, de eso no le cabía la menor duda, pero lo que lo tenía intrigado era el cómo había llegado hasta ahí. Lo último que recordaba... Buen, tampoco es que recordara mucho después de la paliza que él le había dado.

Intentó mover el brazo derecho, sintiendo en automático el punzante dolor de sus articulaciones al intentar levantar su lastimada extremidad. No podía verse pero Karamatsu estaba seguro que su rostro y casi todo su cuerpo estaban llenos de vendajes, los podía sentir rozando su sensible piel que probablemente estuviera manchada con miles de moretones de diversos colores oscuros. Dejó que sus azulados ojos escanearan el cuarto cuando la puerta se abrió causandole un pequeño susto.

–Karamatsu... –Osomatsu lo miró como si fuera la primera vez que lo observaba realmente, como si todavía no creyera que el de azul estaba realmente despierto; sus ojos estaban rojos y el rostro cansado junto con aquellos cabellos desordenados solo expresaba en silencio que Matsuno había estado toda la noche en vela. –Karamatsu, gracias a Dios... ¡Enfermera! ¡Enfermera, ya despertó!

Detrás del de rojo una joven apareció, traía en sus manos un pequeño anotador de madera y el uniforme caracteristico de enfermería. Con cuidado, la joven comenzó a analizarlo, revisando sus signos vitales y comprobando que todo estuviera en orden mientras cambiaba las sucias vendas que cubrían su cuerpo. Karamatsu no dejó de hacer contacto visual con su novio así como Osomatsu no le retiró la mirada, acercandose al menor en cuanto la chica terminó su chequeo.

–Menudo susto me has dado Karamachu. –Bromeó sin ánimos el mayor, tomando con cuidado la mano de su novio, acariciando la blanca piel. –Kamimatsu ya me lo contó todo, lo de tu padre y todo el infierno que has vivido a su lado hasta ahora... ¿Por qué nunca me lo contaste? Quiero decir, sé que no estabas obligado a hacerlo pero... Pero esta clase de situaciones no son para que las ignores Karamatsu.

Matsuno sintió un profundo dolor al sentir como Karamatsu se tensaba temerosamente frente a sus palabras. Esa parte en la vida de su novio, esa sombra oscura que siempre estuvo acechando a Karamatsu sin que Osomatsu se hubiera dado cuenta antes aun y cuando las señales habían sido bastante claras en el pasado. Tal vez porque antes no tenían tanta cercanía o porque apenas eran buenos conocidos casi amigos, sea cual fuere la razón, el de rojo sentía que parte de todo el sufrimiento de su pareja era tambien culpa suya.

–Sé que hay cosas de las cuales no solemos hablar, que todavía hay varios secretos que querémos mantener para nosotros pero... –Aferró su mano a la del menor, tratando de encontrar el valor para hablar y poder transmitirle también un poco de seguridad a su pareja. –Ayer sentí que te perdía, Karamatsu. Es horrible, es como ahogarse en medio del océano sin posibilidad de salir a la superficie mientras sientes como te vas hundiendo cada vez más, no quiero volver a sentirme de esa manera, no quiero que tú vuelvas a sentirte de esta manera...

–Osomatsu... –Su voz sonaba más grave de lo habitual, además del ardor en su garganta al vocalizar. Karamatsu intentó decir algo más pero la molestia y el dolor le impedian seguir hablando.

–No, Karamatsu, no pienso dejar que vuelvas a ese lugar del demonio, no pienso dejar que ese maldito desgraciado vuelva a ponerte un solo dedo encima. –Los rubíes del mayor expresaban con claridad una orden que no aceptaba renuencias. Nakamura se sintió tan asustado y tan seguro al mismo tiempo, demasiadas contradicciones para que su fragil mente pudiera asimilarlas. –Vendrás a vivir conmigo, viviremos juntos de ahora en adelante como cualquier pareja lo haría. Akumatsu y Kamimatsu ya estan en tu departamento moviendo todas las cosas que se puedan trasladar y después pondremos una denuncia en la comisaría en cuanto salgas de aquí.

Las lágrimas no se hicieron esperar, la incertidumbre de lo que pasaría de ahora en adelante combinada con la felicidad de estar con Osomatsu, de saber que tenía a alguien tan increible y maravilloso a su lado para protegerlo, todas esas cosas solo derrumbaban las delicadas barreras de sus emociones, desbordandose como gotas de agua salada que escapaban de sus azulados ojos. Osomatsu tenía razón, no podía volver a ese infierno.

Y sinceramente tampoco deseaba hacerlo...

–No voy a dejar que nadie te lastime Karamatsu. –Su novio comenzó a limpiar con cuidado las lágrimas que mojaban las vendas y parches de su rostro, acariciando sus lastimadas mejillas con su pulgar. –Te amo, Karamatsu...

Y de nuevo, miles de lágrimas volvieron a descender por su rostro, solo que ahora estaban cargadas de la más pura felicidad.

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–Muy bien, con cuidado, cuidado... ¡Listo! Bienvenido a tu nuevo hogar Karamachu. –Osomatsu dejó de cubrirle los ojos con sus manos en cuanto entraron a la pequeña casa de una sola planta que el de rojo poseía. –Espero te guste, sé que no es una mansión de lujo ni nada por el estilo pero...

–¡Me encanta! ¡Me encanta, Osomatsu! –El menor no dejó que terminara puesto que en un parpadeó se lanzó a los brazos de su novio, llenándole todo el rostro con cortos besos de mariposa. –Es una casa preciosa y aunque fuera un simple cuartucho o la peor de las pocilgas si estas aquí conmigo para mí ya es la mejor de las mansiones.

–Eso fue tan horriblemente cursi que de pronto me dieron ganas de besarte. –Karamatsu le sacó la lengua juguetonamente, tratando de tentar al de rojo para que lo hiciera.

–¡Nada de joterias hasta que yo me largue de aquí! –Fue el gritó de Akumatsu que se dejó oir en el amplio jardín trasero que el de rojo tenía. –¡Osomatsu! ¡Mueve tu inutil trasero para acá y ayudame con esta mierda!

Ambos jovenes salieron al jardín solo para encontrarse al de negro excavando un pequeño agujero en la tierra, a su lado Kamimatsu sostenía una pequeña planta envuelta en una tela café. Karamatsu volteó a mirar a su novio, completamente intrigado por la situación a lo que Osomatsu simplemente lo besó suavemente mientras lo abrazaba por la cintura, caminando hacía donde se encontraban Aku y Kami. El novelista les sonrió con afecto, pasandole la pequeña planta al de rojo para que el florista la viera mejor.

–¿Sabes que es esto, Karamachu? –Matsuno le mostró el pequeño árbol a su pareja quien lo examinó cuidadosamente con sus ojos azules.

Palo de Rosa. –Respondió el menor con bastante seguridad pero todavía con la incertidumbre. –No entiendo...

–Verás, este árbol en particular solo florece en otoño, en donde llena el suelo por completo de miles y miles de pequeñas flores rosadas. –Explicaba el de rojo. –Esas flores son únicas en su especie al igual que la madera de este árbol por lo cual es muy apreciado por los comerciantes. Es una especie fuerte, que a pesar de las adversidades puede crecer rápidamente...

Voy a hacerte feliz siempre... –Murmuró el de azul comprendiendo por fin el significado detrás de las acciones de su novio.

–Todavía es muy pronto para que floresca, pero en cuanto lo haga quiero que estes a mi lado Karamatsu y así ambos podamos ver las flores abrirse y cubrir todo a su paso. –El mayor se agachó hasta quedar al borde del pequeño agujero que el de negro había hecho, haciendo que el de azul también quedara a su altura mientras ambos sostenían el pequeño árbol. –¿Qué dices, Karamatsu?

–Quiero hacerte feliz siempre, Osomatsu. –Fue la única respuesta de Nakamura mientras terminaba de sellar su promesa con un casto beso en la mejilla de su novio.

Ambos colocaron con suavidad la pequeña planta, rellenando los espacios vacíos para mantenerla firme en el suelo, besandose de nuevo.

–Creo que voy a vomitar. –Se burló Akumatsu recibiendo un amigable golpecito en el codo por parte de Kamimatsu. –¡Bien! Después de todo este maldito trabajo que me has obligado a hacer más te vale invitarme la comida.

Todos no pudieron evitar reirse frente a los comentarios del de negro, rodeándose de aquel ambiente familiar tan acogedor que solo puede nacer de un sentimiento de amistad verdadera.  

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Los últimos capítulos ya se avecinan! Espero estén preparados para bombas y bombas de diabetes y muuuucha azúcar! 

Muchas gracias por leer! Me hace tan feliz ver que aún siguen la historia!

Nos leemos en el siguiente capítulo! 

Entre pétalos de rosas rojas y hojas con tinta azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora