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El bosque se encontraba en calma, como lo había estado desde hacia casi un mes. Aún así, nos mantenían vigilando, por si acaso había algún asalto de los enemigos.
Hace dos días llego un nuevo cargamento, doce personas que iban a ser vendidas a un comerciante de esclavos en algún país vecino, tal vez incluso de Demery, o, si eran jóvenes fuertes, como carne de cañón para la guerra. Era debido a eso que nos mantenían en alerta, algo que la mayoría considerábamos inútil, dado que ambos bandos comerciaban con el lord, dejarlo fuera simplemente no les convenía.
Y si no era ninguna de la facciones, ¿quien osaría atacar al hombre con más poder e influencia de todo este territorio?
—Escuche que uno de los peces gordos llegó esta mañana —comento de pronto uno de mis compañeros—. Si salen bien los tratos, puede que mañana seamos contratados por él y nos paguen más.
La paga actual no era miserable, pero la mayoría de los hombres, todos mercenarios negros, querían más acción. La mayor parte del tiempo nos encontrábamos sin hacer otra cosa que aburrirnos vigilando a la nada. Sería bueno si algo sucediera.
¿Como decía el dicho que mencionaba el abuelo sin parar? Ah, si. Ten cuidado con lo que deseas.
—¡Maldita sea! —exclamo uno de mis compañeros, mirando al cielo—. ¡Se acerca una tormenta!
Lo que nos faltaba. Teníamos algunas tiendas, pero eramos quince, así que estaríamos apretados y al menos dos de nosotros debían quedarse afuera, vigilando en medio de la lluvia. Otra razón para odiar este trabajo.
—¡Bien! —grito el jefe—. ¡Gael! ¡Astor! ¡Ustedes...!
Ya estaba maldiciendo mi suerte cuando escuche "el sonido". Generalmente había un lapso de algunos segundos entre el "momento" en el que lo escuchamos y el "momento" en el que llega a su destino. Pero en este caso el "momento" no duro nada. En un instante el cuerpo del jefe caía, con una flecha atravesada en su cráneo.
—¡¿Que mierda fue eso? —grito uno. Porque si, era muy extraño. El jefe tenia un casco de oricalco, muy pocas cosas debían poder atravesarlo y una simple flecha no era una de ellas.
—¡Atentos!
Nos colocamos en un circulo, esperando por el próximo "sonido". Sin embargo, un oportuno trueno lo oculto. Cuando nos dimos cuenta, otro de nosotros había caído.
La buena noticia era que logramos saber de donde venia. Los cuatro que poseían arcos apuntaron en esa dirección. Las flechas estaban cubiertas de energía mágica, podrían atravesar incluso la armaduras de acero.
—¡Koss! ¡Suena el cuerno! ¡Advierte a los otros!
Otro relámpago oculto un nuevo "sonido" y antes de que nos diéramos cuenta, Koss había caído, sin poder ni desatar el cuerno en su cintura. Además estaba el hecho de que la dirección de la flecha había provenido de un lugar diferente.
—¡Magia de viento! —grito alguien.
Eso era malo. Si no lográbamos identificar de donde provenía "el sonido", sería difícil luchar contra el atacante.
—¡No! ¡Viene!
El viejo Gibbs, el mayor de nosotros, lanzo un grito mientas miraba al cielo, a las nubes negras de tormenta. Su mano tocaba la cicatriz que, según recordaba yo, siempre había tenido en la cara, una quemadura fea que había obtenido hacia mucho tiempo. No lo entendí hasta que otro relámpago oculto un nuevo "sonido": desde el cielo no había caído ningún rayo.
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Theria Volumen 3: Regreso a Ulien.
AdventureHan pasado cerca de tres años desde que Hill desapareció y sus compañeros se han separado para seguir cada uno con su vida. Un día una joven llamada Karla y su lobo, Mifi, encontraron a un joven desmayado cerca de la tumba de un ser querido, aunqu...