Epilogo: Casa.

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Sentí una suave brisa acariciando mi rostro, llamándome del mundo de los sueños. Eso fue lo que me despertó.

Me encontraba en un lugar rocoso, iluminado tenuemente por la luz del sol que se filtraba desde algún lugar en lo alto. Conocía el sitio, había estado en él antes, pero no acertaba a recordar cuando.

—Mentiroso.

Lo primero que escuche fue una voz infantil. No me parecía haberla oído con anterioridad, así que me sorprendí. Provenía de una pequeña niña rubia sentada sobre una piedra a mi lado. Sus ojos estaban empañados en lágrimas y muy rojos, como si hubiera estado llorando toda la noche.

Mia, la niña diosa.

Entonces recordé.

Arisa, cubierta de sangre, pero con una sonrisa marcada en su rostro, el cual me recordaba a alguien especial. Luego aquella bestia de relámpagos, que hice surgir a partir del poder de la naturaleza. Y por último, las palabras de Yunei, un suave arrullo que consiguió calmarme.

—Mia —llame a la niña.

—¿Hill?

Karla llego en ese momento, llevaba un recipiente lleno de agua que seguramente había recogido del río. Mire tras ella, casi todos los que rescatamos se encontraban durmiendo o descansando recostados contra la pared rocosa, la mayoría de ellos vendados con unas piezas de tela que reconocí enseguida: hace una eternidad que las había comprado en Astorie.

—Ocupamos todo lo que teníamos para ayudarlos —comento Karla al ver que los observaba—. Incluso la pequeña Mia ayudo. Puede curar, ¿sabes?

—Me mentiste —repitió Mia, interrumpiendo a Karla y soltando un sollozo—. Mis papás no regresaran, ella me lo dijo.

—Lo siento, Hill —se disculpo Karla cuando sus ojos se cruzaron con los mios—. Oí que había perdido a sus padres y como yo también lo hice, me acerque a ella para hablar, quería ayudarla. No me imagine que ella no lo supiera.

—Esta bien, no tienes que disculparte. Fue mi culpa por mentir. Mia, lo siento. —acerque mi mano para acariciar si cabeza. Gesto que ella rechazo, apartándose. Suspire—. Si, te engañe, pero también te dije la verdad.

La niña me miro desconcertada, pero asintió al verme a los ojos, aunque en espera de que le dijera algo mas.

—Karla, ¿donde esta Yunei?

—Fue a cazar. Las personas necesitan comida, pero la mayoría apenas pueden moverse. Como dije, Mia ayudo, pero es muy joven, aun no puede hacerlo bien. Hill, necesitan ayuda, al igual que tú.

Karla señalo mi hombro. La herida de la flecha estaba cerrada, pero los alrededores estaban ennegrecidos. Al parecer estaba envenenada, aunque debía ser ligero, porque no me había matado. Aun.

—Conozco a alguien que vive por aquí cerca. Una excelente sanadora. Aunque no sé si podre convencerla —después de todo, no nos llevamos bien y hace años que no nos dirigimos la palabra—, pero de ser necesario me arrodillarse y suplicarle por su ayuda.

"Partiremos después de comer, por ahora quiero mostrarle algo a Mia. En cuento Yunei regrese dile que volveremos pronto.

—Hill, estas herido y débil. Por ahora no deberías... —negó Karla, intentando evitar que me pusiera en pie.

—Regresaremos enseguida. No te preocupes, conozco bien estas cuevas —le dije, apartandola con suavidad.

Me levante y le tendí la mano a Mia, aunque estaba molesta conmigo todavía, ella aceptó.

Theria Volumen 3: Regreso a Ulien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora