La llamada: Arisa.

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(Y se adelanto un día XD)

Ella me miraba con unos ojos llenos de odio. Aunque no era la primera vez que sentía hostilidad, pero si era la primera que alguien me veía con tanto asco, cosa que me hacía sentir apenado.

—Se-se e-equivoca —tartamudeé—. Yo soy, este... amigo de Aria.

—¡Como si me fueras a engañar con eso, cerdo!

Auch, eso dolió.

—No, es en serio. —Alce mis palmas para intentar apaciguarla—. Pero espere, la... la sacaré de ahí.

—¡Como si te fuera a dejar!

—Ca-cálmese. Soy amigo... Yo... ¡Una prueba! ¡Eso es! Recuerdo que Aria solía contarme de usted. En una ocasión me dijo que ambas poseían la misma marca de nacimiento bajo la nuca. Una mancha parecida a un pájaro. Dijo que solían hacer bromas sobre ello.

—¿Cómo lo sabes? —Por primera vez pareció dudar, calmándose un poco, pero después se volvió a alterar, aunque por algo diferente —. ¡¿De que la conoces?! ¡¿Dónde está ella ahora?! ¡¿Esta bien?! ¡¿Esta sana?!

—Eh... Si, cálmese. Su hija y yo nos conocemos desde hace casi cinco años, nos encontramos poco después de que huyo... Después hablamos, ahora por favor déjeme ayudarle.

—Sí, claro...

Me acerque ella despacio, digo, parece más calmada, pero no vaya a ser un truco y me ataque de repente, cuando tenga la guardia baja.

La mujer aún parecía un poco desconfiada de mí, pero me dejo acercarme hasta tocar sus muñecas, tal vez intentando tomarme del cuello a la primera oportunidad. Juro que no soy paranoico.

Sin embargo, su expresión cambio a un asombro completo cuando el grillete comenzó a flotar entre mis manos. Había aplicado un campo magnético a cada lado para romper la cerradura sin necesidad de la llave. Normalmente no funcionaría, pues son muy gruesos, pero estos estaban ya viejos y oxidados, así que fue relativamente fácil abrirlos.

—¿Quién eres, chico? —me preguntó la mujer después de que le quitara sus ataduras, mientras se frotaba las muñecas.

—Ya le dije, soy amigo de Aria. Me llamo Hill Vitelius Fell. Soy el señor de la tormenta.

Después de escucharme decir eso, repentinamente la mujer comenzó a reír.

—¡Déjate de bromas, jovencito! ¡Delien murió hace décadas!

Cierto, que ella le contaba ese tipo de cosas a su hija. Pero, santo cielo, no te rías que no es un chiste.

—No bromeo, pero ahora no hay tiempo para probárselo.... Vamos, déjeme apoyarla.

Mientras la ayudaba a sostenerse, me di cuenta de las heridas que tenía en todo su cuerpo. Me dolía verla así, más que nada porqué, aparte del color de cabello y ojos, se parecía mucho a Aria. Saque de la bolsa una muda de la ropa que me dio Karla y se la pase. No creo que se enoje, después de todo me obligo a pagarle todo, creo que la ropa estaba incluida, así que técnicamente ahora era mía.

Je, je, je, dos pueden jugar ese juego, Karla. Por dios que avaro soy.

—Tome, cúbrase con esto.

—Gracias —me respondió ella, aún cautelosa hacia mí.

—Aria me contó de usted —continúe, dándome la vuelta para que ella se cambiara—, me dijo que era quien solía contarle historias de héroes cuando era pequeña. Eso hasta que usted desapareció poco antes de que la comprometieran.

Theria Volumen 3: Regreso a Ulien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora