Prefacio: La joven y el lobo.

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Karla

La nieve se arremolinaba en torno al cementerio, inclusive si ya era demasiado peligroso y mama Galia me advirtió que no debía venir, no podía evitarlo.

Él estaba ahí y le hice una promesa que aún no había podido cumplir, por eso al menos debía plantarle cara. Sé que él me habría dicho que desistiera, que no era necesario cumplir esa promesa tan caprichosa, formulada solamente por mí, es más, puede que se enojara conmigo. Pero no era algo que pudiera evitar.

Debía matar a aquel que me lo había arrebatado.

Si el pueblo ya no nos necesitara, hace mucho que habría partido, sin embargo, Si me iba en este momento estarían indefensos y la gente que él tanto amo, perecería. Pero con cada día que pasaba sentía que mi objetivo se alejaba de mí más y más. Si ya ahora llegar a él era algo difícil, en algún momento me seria inalcanzable. Me conozco y sé que en un punto me desesperare y me ire a buscarlo, dejando al pueblo indefenso.

Si al menos hubiera una manera de garantizar la seguridad de todos...

—¡Burff!

Mifi, el enorme lobo blanquecino que había sido nuestro compañero desde que era un cachorro, de pronto gruño y comenzó a correr hacia la tumba de mi antiguo amo, intente seguirlo, pero me llevaba mucha ventaja. Es cierto que los de mi raza poseen habilidades físicas superiores, pero no me podía comparar a Mifi.

Cuando llegue a donde estaba me sorprendí al ver a un joven cubierto de nieve. Y me sorprendí aún más de ver que Mifi no lo había devorado. Extrañada me acerque, es cierto que si Mifi no se mostraba hostil, entonces no era nuestro enemigo, sin embargo...

La apariencia del joven, cuya edad no sobrepasaba los dieciocho años, solamente la podía calificar de "desaliñada", llevaba ropa que claramente no concordaba con su cuerpo, como si la hubiera usado desde que era mucho más joven. Pero no podía ser un vagabundo, ningún vagabundo llevaba una espada tan magnifica como la que él tenía en su cintura.

Intente tomarla, pero fui rechazada por una pequeña descarga. Una espada encantada, eso era algo nuevo.

—¿Qué hacemos, Mifi?

Muchos pensarían que estoy loca cada vez que le hablo al lobo, pero he aprendido que él sabe más cosas que los humanos. O quizá solamente fuera su instinto, pero casi nunca fallaba.

Mifi ladro hacia la mansión, diciéndome claramente que lo lleváramos a casa. En realidad quería dejarlo ahí, no me inspiraba confianza, pero si Mifi estaba seguro...

—Espero que sepas lo que haces —suspire.

Le di unas cuantas bofetadas al chico para despertarlo, pero ni se inmuto. No parecía herido, sin embargo le diré a mama Galia que si podía revisarlo, solo por si acaso.

—Nada más para estar seguros...

Saque una cuerda de la bolsa que llevaba conmigo y le ate las manos, para luego subirlo a la espalda de Mifi. Ser precavida nunca estaba de más.

—Llevare a este al pueblo, regresare pronto, maestro —le dije a la tumba de mi amo.

Despacio, el lobo y yo regresamos al pueblo y a la mansión solitaria que llevaba ya casi cuatro años esperando a su antiguo dueño.

Theria Volumen 3: Regreso a Ulien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora