Take a chance on me...

421 20 3
                                    

"Cada minuto, miles de personas en lugares diferentes están recordándose. Muchas seguramente a la vez. Otras abrazadas a personas equivocadas. Incluso con puro agobio.
El miedo a ser valiente, a equivocarse es lo que evita las cosas más bonitas de la vida. Y equivocarse también es de esas cosas. La ilusión de las sonrisas nuevas que llegan de la nada.
Y aunque seguramente lloraremos más de lo que vamos a sonreír, siempre merecerá más la pena arriesgarse, que quedarse con las dudas eternas. Que esas si que queman.

Arriesga."

Defreds

-----------

Anna

Cuando por fín llegamos a Madrid, estoy totalmente destrozada. No recuerdo haber estado tan cansada en mi vida. Estoy físicamente y mentalmente exhausta. Todo lo que hemos vivido estas últimas horas, se repite continuamente en mi cabeza, haciendo que escalofríos me recorran de arriba a abajo. Necesito descansar y no volver a pensar en todo lo que nos ha ocurrido estos días. Soy consciente de que lo más probable es que al final nos toque ir a declarar y tengamos que revivir todos estos días otra vez. Pero hasta que llegue ese momento, tengo que intentar no pensar demasiado en ello.

Aún así y a pesar del cansancio, le pido a Carlos que nos lleve al hospital a ver a Paco. Es tarde y duda de que nos dejen entrar fuera de las horas establecidas para las visitas, así que le pido que tire de placa. Me da igual a quién tenga que convencer o qué mentiras tenga que contar. No pienso irme a ningún sitio sin ver a Paco primero. Necesito ver con mis propios ojos que está bien a pesar de las heridas.

Apenas hay gente en el hospital y aunque Paco ya ha salido de la Unidad de Cuidados Críticos, le han ingresado en Medicina Intensiva. Y por aquí no hay demasiado movimiento a estas horas. Aún así nos han dejado pasar únicamente porque Carlos venía con nosotras y efectivamente ha usado su placa para entrar...

Cata y yo nos asomamos despacio intentando no hacer mucho ruido por si Paco está dormido. Pero sorpresa, sorpresa... No sólo no está dormido, si no que está charlando algo más que animadamente con un enfermero que está sentado en su cama y sonríe de oreja a oreja... Los dos sonríen. Eso es bueno, muy bueno. Si tiene ganas de flirtear, no puede estar tan mal, creo.

Llamo con los nudillos a la puerta para que sepan que tienen visita. El enfermero pega un brinco que casi hace que se caiga de la cama. Me imagino que no pensaba que nadie pudiese venir a estas horas....

- ¿Paco...?

- ¡Tesoro!

Hace amago de incorporarse pero le pido que no lo haga y me acerco yo hasta él con un poquito de miedo. No quiero hacerle daño y tiene tantas heridas y magulladuras que no sé ni dónde puedo besarle ni cómo puedo abrazarle. Cata también se acerca despacito y le damos un abrazo con toda la delicadeza de la que somos capaces.

- Hola... ¿Cómo estás cariño...? - le pregunto. Y soy incapaz de retener las lágrimas ni un segundo más.

Cata y Paco también empiezan a llorar y aquello se convierte en lo más parecido a una telenovela que he vivido jamás. Muchos "lo siento" y muchos "todo va a salir bien" después, parece que por fín nos calmamos un poco los tres.

- ¿Cómo estás...? - pregunto de nuevo.

- Estoy bien chicas, de verdad. Y aquí me están cuidando muy bien - nos dice Paco que mira de reojo al enfermero que se afana en colocar y recolocar lo que parece una bandeja con medicinas. Nos mira de soslayo y se disculpa antes de salir atropelladamente de la habitación.

- ¿Es que ni en el hospital pierdes el tiempo....? - le pregunta Cata.

- Ésto es muy aburrido... Necesito entretenerme - nos dice levantando los hombros como si fuese la cosa más evidente del mundo - ¿Vosotras...? ¿Cómo estáis....?

Quédate conmigo... amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora