El Carruaje y la Poción.

1.4K 110 1
                                    

Después de su conversación con Emma, Regina se aclaró las ideas. No tenía un amor verdadero que la despierte. Henry no la amaba y todos los que alguna vez la amaron estaban muertos. Así, su medio eterno se convertía en una tortura.

Entonces volvía a su otra idea. Eso que pensó tantas veces, pero nunca consideró. Ya no había nada ni nadie para ella en Storybrook, así que se iría. No quería más ser la Reina Malvada, ver miradas de miedo u odio cuando caminaba por las calles. Allí era siempre la mala, incluso cuando no lo era. Del otro lado de la magia, no era mala, nadie la odiaba o le temía. No era absolutamente nadie. Sería una persona normal, con una vida normal. Sin Magia, sin venganza, sin pasado.

Estaba decidido. Hizo aparecer una maleta con su magia y empezó a empacar. Si quería ser ordinaria, no podía vestir igual. Quería ser absolutamente lo contrario. Debía dejar de ser una reina, y un poco más refinada. No llevaría sus vestidos ajustados al cuerpo o sus pantalones de traje. Al principio los extrañaría, como extrañó los vestidos que usaba en el Bosque Encantado, los corsés y los escotes que no dejaban mucho a la imaginación. Pero, también, pasaría el tiempo y se aliviaría por no tener que usarlos más.
Rebuscó en su armario y, milagrosamente, encontró unos jeans que no sabía que tenía. Las blusas y camisas, adentro. Las botas y tacones, aunque estaba en duda, adentro. Con un movimiento de su mano, apareció dinero que la ayudaría a empezar de nuevo.

Oyó sonar el timbre. Puso los ojos en blanco. Tenía claro que era Emma. Esa mujer la estaba sobre-molestando esos últimos días. Bajó y al abrir la puerta del otro lado había una sorpresa, una a la que le faltaba una mano. Su voz no salía, y cuando lo hizo solo logró formular una palabra.

«Hook» era una pregunta, pero sonaba más como una afirmación.

«Aye, love.» saluda el pirata

«No me llames 'love'. ¿Qué quieres?» le dijo ella, con un tono hostil.

«¿Puedo pasar?»

La mujer frunce las cejas, dudando.
Finalmente, se mueve a un lado y hace una señal con el brazo para que pase. Sentados en el sofá con un vaso de cidra de manzana, aunque Regina sabía muy bien que él prefería el ron, Hook toma la palabra.

«Tenemos que hablar».

«Lo estás haciendo y ya me estás molestando, ¿qué quieres?» preguntó de nuevo, un poco irritada.

«Acaso de ver al cocodrilo, vivo y rengueando.» tomó un sorbo del líquido y sus ojos encontraron a los de Regina. «Necesito mi venganza. Esperaba que juntemos fuerzas, una alianza con tu madre, para obtener nuestras venganzas».

«Mi madre murió», sentencia, desviando la mirada a su bebida, le dió un sorbo, con un aire de tristeza.

«Lo siento mucho. Se la extrañará», termina la cidra de un trago y continúa. «¿Qué dices sobre mi venganza?»

«No voy a vengarme». Hook posa su mirada en ella, extrañado. No podía creer lo que escuchaba. ¿La Reina Malvada no quería venganza? Sentía que presenciaba un hecho histórico. «Tengo otro plan en mente», dijo con una expresión inmutable.

«¿Qué plan?»

Regina se levantó de su asiento y guió a Hook al piso de arriba. Por más extraño que sea para ella, abrió la puerta que daba a su habitación.

«¿Intentas meterme a tu cama?», guiña un ojo, con tono sugerente.

«No seas ridículo. Eso.» señala con la cabeza, alzando la barbilla, la maleta en el sueño, mientras la golpea levemente con el tacón.

«Te vas». Ella asiente. A Hook lo rodea un aire de tristeza, baja la mirada.

En ese momento, Regina tiene una idea. Una que claramente venía de la Reina Malvada y sus perversiones. Quería hacer una última cosa antes de despedirse de ella. Ya no importaba nada y no era la primera vez que pasaba. Además, necesitaba descargar sus tensiones, ¿y quién mejor que un pirata para algo de una noche?

ReginaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora