Huida.

1.4K 111 6
                                    

Emma estaba fuera de la mansión. Tocó el timbre. Ya no tenía miedo de la mujer detrás de la puerta. Sabía que estaba tan destrozada en ese punto que ya no tenía fuerzas para luchar. Pero tenía que saber que planeaba. Tenía que saber si volvería a sus días como villana, o acabó por rendirse y planeaba algo que no haría más que lastimarla. O simplemente volvería a encerrarse.

Sus pensamientos son interrumpidos por la bella morena que acababa de abrir la puerta y la miraba interrogativa.

«Miss Swan, ¿en qué puedo ayudarla?», pregunta con falsa cordialidad, que Emma detectó con facilidad, pero preferiría eso a una bola de fuego.

«¿Puedo entrar?» ella no tenía un plan realmente, simplemente improvisaba.

«¿Por qué?»

Mierda, pensó. Ahora tenía que inventar una excusa. Ya lo tenía. Henry.

«Ah, emm... Henry. Vengo a buscar ropa. Todavía quedó bastante acá».
Regina se mantenía seria. La dejó pasar y eso la hizo volver a respirar, no había notado que estuvo manteniendo la respiración.
Pero se alarma al ver que ella se queda abajo.

«Supongo que sabe dónde queda la habitación de Henry», le dice al ver que Emma se quedó mirándola.

La rubia no se movió, sólo la miró, estupefacta.

«Swan, ¿lo sabes o no?» la despierta, molesta por la lentitud de la mujer.

«Eh, sí».

Estaba por subir las escaleras, cuando su mirada se detiene en la maleta al final de los escalones.

«¿Está huyendo?» exclamó, molesta. Iba a abandonar a Henry, a el pueblo, a todos.

Regina se da vuelta a ella. Suspira y, por primera vez, estaba dispuesta a tener una discusión con ella sobre sus asuntos. «Eso parece».

«¿Va a abandonar a Henry? ¿Así como así?» casi gritaba, estaba furiosa con ella.

Regina sigue calmada, no le importaba lo que piense o no la rubia de ella. «¿Crees que es una decisión precipitada? ¡Ja!.» continúa más exaltada. «Henry ni siquiera me considera parte de su familia. Ya no tengo razones para quedarme aquí. ¿Crees que se puede vivir tranquila con miradas de odio cada vez que tocas la calle? ¿Incluso cuando vienen de tu propio hijo? Que, al parecer, ya no soy su madre, él no lo quiere».

Ante las palabras de Regina, Emma quedó muda, aturdida. No había nada que pudiera decir que cambiara su opinión.

De repente, una nube de humo violeta rodea la mano derecha de la ex reina. Allí, apareció un carta.

«Para Henry. Que haga lo que quiera con ella. Y tranquila, no lancé un hechizo en ella. La mansión se la puede quedar él, dado que no estoy, él tiene mi herencia», finaliza y, moviendo la mano, la maleta desaparece y aparece en su auto.
Regina da la vuelta, para irse al fin.

«¡Espera! ¿Te vas ahora?».

«¿No es obvio? Pensaba dejar el lugar después de su visita, pero ya que sabe, voy a aprovecharlo a mi favor.»

«¡No te vayas!» grita desesperada.

«¿Por qué no debería?»

«Henry te necesita», dice sin convicción.

La morena ríe. «Las dos sabemos que eso no es verdad» dijo con una sonrisa dolorosa. Intentaba tanto ocultar sus sentimientos, pero era en vano. Sus ojos brillaban por las lágrimas que contenían, pero no las permitía caer. No se permitiría ser débil, nunca más. De nuevo, se dirige afuera.

ReginaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora