Roni.

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Sentado en el autobús, con el libro que siempre llevaba, estaba Henry. Esa situación tenía sabor a dejà vu.
En realidad, era una repetición de los sucesos de hace dos años, casi tres.

Llegó a Seattle. No tenía ideas de por dónde empezar. Visualiza un taxi. Se acerca a la ventana abierta.

«¿Está libre?», pregunta.
El hombre no hace más que sonreír, asentir y luego preguntar: «¿Dónde lo llevo?».

El niño le pasa un papel con la dirección y sube al vehículo. El taxista se extraña del lugar.
Su teléfono empieza sonar. Era su madre. A ese punto, debía estar preocupada, buscándolo por toda la ciudad. De sólo pensar en el castigo que tendría a su vuelta, le daban escalofríos. Ignora la llamada.

«¿Todo bien? ¿Estás seguro que este es el lugar?» pregunta, ya que un bar no es muy adecuado para un niño.

«Sí» se limita a decir, mientras baja del taxi.

El hombre refunfuñó por una propina, pero Henry estaba muy ocupado admirando el lugar frente a él. No podía creer que su madre estuviera allí. Él estaba acostumbrado a su gusto por el lujo y las exageradas mansiones. Eso era... Peculiar. Sí, esa era la palabra

Entra en Roni's. Su mirada se posa en una morena, que estaba delante de la barra. El lugar era bastante cálido, nada tétrico ni en blanco y negro, como acostumbraba su madre a decorar. Era un poco rústico, a su parecer. Había unas escaleras caracol a un lado. Frente al mostrador, por todo el lugar, un montón de mesas.

Pero deja de prestar atención a los detalles, y se concentra en la tarea, a lo que vino. La mujer estaba de espaldas a él, pero cuando da la vuelta, su sonrisa cambia a una expresión de pánico o simplemente shock.

«¿Hen... Henry?» tartamudeo, sintiendo su rostro perdiendo color.

«¡Mamá!» exclama con una sonrisa y corre a abrazar a su madre. Para su sorpresa, ella no lo toma entre sus brazos. Estaba paralizada. Sus brazos duros en el aire, sin cerrarse sobre el niño.

Regina estaba sorprendida por sus palabras. "Mamá". No pensó volver a oír esa palabra de su hijo otra vez. Creía ser odiada, pero ese niño frente a ella irradiaba amor. Quería agradarle. Quería que le guste el cambio de actitud de Henry. Pero no se lo permitía. Él era su sol, y cuando lo perdió quedó en la fría y oscura noche. No podía volver a eso otra vez.

Él se separa y aprovecha para examinarla. Se veía completamente diferente a la persona que él conocía. Si no tuvieran la misma cara, dirían que son dos personas distintas.
Tenía el cabello más corto y claro, además de tenerlo ondulado. Usaba jeans ajustados, botas y una camiseta sin mangas que decía "CBGB & OMFUG". Sin duda no tenía las apariencias de una reina. Por un momento hasta pensó que estaba bajo una maldición y esa era su persona maldita. Era una locura, claro. Pero tenía más que que esa persona era la misma que su madre.

«Henry, ¿qué haces aquí?» dijo con voz cansada y una expresión de decepción.

«Vine a buscarte»

«¿Cómo me encontraste?» le pregunta, ignorando la respuesta anterior.

«Revisé las cosas a mamá. Sabía que cuando "viajó" una semana, un mes después de que te fuiste, era para buscarte. Pensé que te traería con nosotros de nuevo».

Nueve meses atrás.

Emma estaba frente a Roni's. Estuvo un mes buscando a Regina. Un día después de su partida, notó que dejarla ir sería uno de los peores errores que habría cometido en su vida. Se le complicó, porque la mujer no quería ser encontrada y cambió su nombre, pero no su apellido. Y ahora estaba allí, frente al lugar en el que estaba Regina, con miedo de poner un pie dentro del lugar.

ReginaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora