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Hannah

—Just...

—Y déjame acabar, ¿vale? —Me cortó. —Ann, cuando nos conocimos no nos llevamos genial, pero siempre supe que serías algo para mí. Nunca creí que alguien que no fuera mi madre o mi hermana pudiese llegar a ser tan importante para mí como para pasarlo mal por ella, pero me he dado cuenta que sí. No es algo que me desagrade, es más, quiero seguir pasándolo mal si eso significa no perderte nunca. Eres genial, Ann, nadie ha conseguido sacarme tantas sonrisas como lo has hecho tú. No puedes imaginarte lo que he sentido cuando he visto que mi pasado afectaba a nuestra relación. Esta mañana no podía creerme lo de las amenazas y tampoco sé qué hacer para arreglar esta situación. Desde el día que me dijiste que únicamente querías ser amiga mía lo acepté y desde entonces me he comportado como lo mismo. No me pude creer que alguien te esté amenazando por mi culpa. Me costó creer que no me lo contaras antes, no podría permitirme que te pasase nada malo. Y creerás que soy estúpido por decirte todo ahora, pero nunca pensé que de verdad esto pudiera llegar a pasar. Tal vez no fuí lo que querías ni lo que necesitabas, pero joder, Hannah, yo te necesito a tí. Has sido la persona que me ha hecho darme cuenta de que puedo querer a alguien. Me sentía solo a pesar de tener familia, me sentía triste, y tú me has hecho darme cuenta de que no todo es gris y que siempre, en algún momento de la vida un rayo de luz ilumina tu camino. Y tú has sido mi rayo de luz. —Suspiró. —No puedes hacer que me separe de tí como si nunca nos hubiésemos conocido.

Limpió las lágrimas que salían de mis ojos. —No quiero que llores. Simplemente tenía que decírtelo —me dijo y me abrazó.

Me sentía fatal. No podía negar que yo no quería dejar de verlo.

—Te quiero —susurré en en su oído y me abrazó más fuerte. Me separó de él y se frotó los ojos.

—Ven.

Me cogió de la mano y me llevó al salón.

Ian y Jess se habían ido, no sé a dónde pero tampoco me importaba. Había preparado la cena y había puesto una mesa con velas con dos sillas a los lados.

—¿Qué es esto? —Pregunté sonriendo

—Quería que recordarás todo de mí, y recordé que nunca había cocinado para tí —rió.

—¿Sabes cocinar? —dije estupefacta mirando los platos. —Esto tiene muy buena pinta.

—Cenemos.

Nos sentamos a la mesa y comenzamos a hablar sobre mil cosas como si nada hubiese ocurrido antes y mientras comíamos. La comida estaba buenísima, no podía imaginarme que además también cocinara.

—Esto está buenísimo, Justin. ¿Por qué no me dijiste que cocinabas?

—Si te lo hubiese dicho es muy probable que me hubieses obligado a cocinar muchos de los días que comíamos juntos.

Sonrió forzadamente y bajó la mirada a su plato.

—Solo será un tiempo, Justin. Simplemente necesito saber qué es lo que está pasando y cuando lo sepa todo volverá a ser como siempre.

—¿Vendrás a verme cuando todo esto se arregle?

—¡Pues claro!

—Todo será distinto. Ya no nos veremos tanto... No nos veremos nada. Y tú seguirás saliendo con Will y cada uno seguiremos nuestro camino y...

—Debes confiar en mí. Te quiero, Justin, ¿De veras piensas que te voy a olvidar en unas semanas?

—¿Y entonces... porqué siento que todo esto se está acabando rápidamente?

—Confía en mí.

Suspiró.

—Está bien.

—Te ayudaré a recoger esto. Podríamos ver una película.

Justin asintió y comenzamos a recoger los platos y llevarlos a la cocina. Lo metimos todo en el lavavajillas y después limpiamos la mesa donde habíamos cenado. Mientras que lo hacíamos no dijimos ni una palabra, pero no fue incómodo. Más tarde fuimos a lavarnos los dientes. Que tuviese un cepillo de dientes en su casa tiene explicación; muchas de las veces que íbamos a pasar la tarde a casa de los chicos nos quedábamos a dormir con ellos. Y eso es debido a que un viernes yo volvía a mi casa de comprar unas cosas y recordé que no había cogido llaves  de casa y mi madre se había ido de viaje. Era tarde y no podía estar en medio de la calle así que llamé a Jess, y me dijo que estaba con Ian en su piso. Así que Justin me recogió en moto y me llevó al piso con ellos. Pasamos un buen rato los cuatro, pero se hizo de noche y yo debía saber que hacer. Le dije a Jess que ese día dormiría con ella en su casa pero ella me dijo que no se podía ya que ella dormiría con Ian. Así que fue la única opción que me quedó. Al principio yo no quería, sabía que aquello no iría a ningún buen lugar y tampoco me fiaba de Justin, pero dormimos juntos y no pasó nada. Es más, dormí muy bien, así que decidimos quedar más veces para pasar la tarde y dormir allí.

Cuando terminamos, me tiré al sofá y él se sentó a mi lado.

—¿Qué quieres ver? —dijo mientras rodeaba mi cuello con su brazo.

Me acurruqué contra él. —Lo que quieras. Me da igual —dije echando una manta por encima de ambos.

Comenzamos a ver una película y recibí un mensaje.

Will: ¿Quedamos mañana?

Justin vió el mensaje y noté cómo se tensó, pero apagué el móvil y no respondí a Will. Era el último día que estaría a solas con Justin y no me parecía justo ponerme a hablar con Will.

Justin se relajó cuando vio que metía mi móvil apagado en mi bolsillo y me dio un beso en la frente.

Cuando la película iba más o menos por la mitad noté como los párpados comenzaban a pesarme y casi sin darme cuenta me dormí.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora