UNA MÁS

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Justin

Que culazo.

Eso era lo que estaba pensando mientras miraba a esa tía, hasta que me choqué con ella sin querer justo antes de entrar a la cafetería. Estaba bien buena,y cuando me sonrió de esa manera, supe lo que quería.

La cogí del brazo y me llevé hacia los baños. En cuanto entramos, entré en uno de los cubículos, la puse contra la pared y ella empezó a besarme.

Mientras lo hacía, yo le tocaba el culo y las tetas y noté que el pantalón me comenzaba a molestar. Me apreté mas a ella y comenzó a gemir contra mi boca. Siguió besándome, y al cabo de de unos momentos bajó las manos por mi torso hasta llegar a la bragueta de mis pantalones. Se paró, me miro pidiéndome permiso y al agarrarle el culo mas fuerte, dio por sentado que mi respuesta era si.
Me bajó la bragueta y después los pantalones, y se separó al ver lo que me habia crecido la polla.
Se detuvo un instante, y enseguida, me quitó los calzoncillos y empezó a acariciarme. Rápidamente, le baje los pantalones y las bragas, cogí un condón d mi bolsillo y poco tiempo más tarde, estaba dentro de ella. La apreté más contra la pared para poder mantener el equilibrio mientras ella movía sus caderas en un torpe intento de ayudar.

Cuando terminamos, me subí los pantalones​ y ella se vistió. Salimos del baño y me dio su número mientras me guiñaba el ojo. Cogí el papelito pero tenia muy claro que eso no se repetiría y no volvería a llamarla.

Lo que acaba de pasar había sido un calentón de un momento, no quiero ni necesito más que esto. Nunca sería algo mas serio que eso. En cuanto se fue tiré el papelito a la basura y fui hacia la cafetería. Busqué con la mirada a Ian.

Ahí estas, cabroncete.

Me acerqué a él y le di una palmada en el hombro.

-¿Qué cojones hacías, tío? -Dijo mientras se reía. -Te he visto con esa pava y me imaginé que tardarías un rato.

-Un buen rato, mejor dicho - contesté con una sonrisa pícara.

-¡Me pido al rubiooo! - Gritó una voz proveniente de la mesa cerca nuestra.

Miré a Ian perplejo, y luego nos giramos a la vez para mirar a la chica.

Era una rubia ojos color caramelo que estaba bastante buena, y al rededor tení unas cuantas chicas de su misma edad. Justo al lado suya, había una morena bastante guapa, me llamó la atención porque la notaba distinta al resto de las chicas.

Me obligué a apartar los ojos de la morena y miré a la rubia, que se estaba poniendo roja y se había llevado las manos a la cara, pero inevitablemente mis ojos volvieron a la morena. Se la veía​ muy tranquila, soltando una risa por el comportamiento de su amiga.

Miré hacia Ian, que estaba sonriendo. Me parece que habia pensado lo mismo que yo sobre la rubia. Cuando ésta se dio cuenta de que Ian la miraba con una sonrisa, agachó la mirada rápidamente hacia su comida. Ian se giró hacia mí.

-¿Qué cojones? -Dijo riéndose​.

-Está buena, tío. -Le contesté encogiéndome de hombros.

-Eres un capullo Justin. -Conti-nuaba con una sonrisa en la cara. Se giró hacia su comida. -Nunca cambiarás.

Me reí y me dirigí hacia la puerta. Llevaba razón, nunca cambiaría, pero el no sabía por qué.

Busqué mi taquilla y cuando la encontré, cambié la combinación.

-Número 114, número 114... A ver si no se me olvida para variar. -Susu-rré.

Salí al aparcamiento y saqué mi paquete de Winston. Me encendí un cigarrillo y me apoyé en el primer coche que vi. Estaba pensando si era verdad que nunca cambiaría.

¿Nunca encontraría a una chica a la que quisiera de verdad? ¿A la que quisiera para algo más que un polvo?

Me perdí en mis pensamientos y no me di cuenta de que llegaba tarde a clase de historia. Me apagué el tercer cigarrillo y corrí a la entrada.
Busqué la clase y llamé. Había algo de ruido, pero en cuanto entré, en la clase se hizo el silencio.
-Eh... Hola


Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora