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Hannah

No entendía nada. ¿Por qué había pasado esto? Fuera como fuera, no podía quedarme a dormir en la misma cama donde él dormía después de lo que acababa de pasar.


Me asomé al pasillo y me acerqué sigilosamente a la puerta del cuarto de Ian.

Dormidos.


Decidí salir de la casa e ir a pie hasta la mía. Tampoco pillaba muy lejos, a cinco manzanas, y así podría reflexionar sobre lo que acababa de pasar y que me diese un poco el aire.

Cerré la puerta principal suavemente y comencé a andar. Estar en la calle de noche y sola no era algo que me encantara ni mucho menos, pero la vergüenza que pasaría al día siguiente si me hubiera quedado en casa de Justin hubiese sido brutal.


Estaba algo confusa por las palabras de Justin. Vi en sus ojos que me deseaba pero nunca dijo nada sobre el tema. ¿Es que le gustaba? ¿Él me quería?


No hacía frío pero el aire refrescaba. Miré la hora de mi móvil mientras cruzaba otra calle. 3:02 A.M. Si mi madre me estuviese viendo me mataría.


Unos cuantos minutos más tarde estaba abriendo la puerta de mi casa.
Subí lentamente las escaleras y me tiré a mi cama. Tenía ganas de llorar y no sabía por qué, así que me dormí. Papá siempre decía que dormir era la solución de todo.




Ringgg ringgg

Ringgg ringgg


—¡Hannah! ¡¿Estás ahí?! —escuché a lo lejos.

Me levanté rápidamente.


Ringgg ringgg


—pero qué coño...  —susurré mientras me frotaba los ojos.



—¡Hannah!



Entonces me dí cuenta que esa voz era la de Ian. Corrí hacia abajo sin saber que estaba pasando y abrí corriendo la puerta de la entrada. Un sol deslumbrante me cegó y tuve que entrecerrar los ojos.


—Joder, Hannah, estás bien. —Me miró y me abrazó



—¿Porqué no iba a estarlo? —le dije



—¿Qué pasó ayer? ¿Porqué qué te fuiste de casa? ¿Y porqué no respondías a mis llamadas?


Entonces recordé todo. Ayer había vuelto sola de casa de Ian hasta la mía a las tres de la mañana sin avisar a nadie.



¿Qué llamadas?



—¿Pero qué hora és? —me giré para ver el reloj que colgaba de la pared de la cocina


—Las tres de la tarde —respondió antes de que yo lograra verla por mi misma.


—Estaba dormida. Por eso no respondía.



—Y yo preocupado. ¿Sabes qué susto me he dado? ¿Qué pasó anoche?


—Nada —mentí.



—Vale, Hannah, no estoy para tonterías. Dímelo.


Suspiré. —No me sentía muy cómoda y me fuí. No pasó nada más y no pensé que pudiese pasarme nada.


—¿No lo pensaste? —movió la cabeza de un lado a otro. —Tú no eres así, Ann, ¿cómo no pudiste pensarlo? ¡Te podía haber pasado cualquier cosa!


—Lo siento por darte este susto, Ian —fruncí el ceño —pero lo que pasó ayer no es asunto tuyo —dije sincera.


Suspiró. —Está bien —sus hombros se relajaron. —Solo quería estar seguro de que no te había pasado nada.


Asentí y le dí un beso en la mejilla —No te preocupes.



—Adiós —dijo mientras se iba.


Suspiré y cerré la puerta suavemente. Tenía que ver a Justin para hablar de lo de anoche y que me explicara que había pasado.


Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora