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He hecho una playlist para ambientar mis capítulos. Es esta
https://open.spotify.com/user/alejandramartosa/playlist/77RMfwW8d805Oaewdgy8Qc?si=ZwTSfHKVQriCWn0dz78vWw

Reproducir: dancing with your ghost - Shasha Sloan y Forever - Lewis Capaldi

DEBERÍAIS LEER LOS ÚLTIMOS DOS CAPÍTULOS ANTES DE EMPEZAR ESTE, PORQUE HE CAMBIADO UN PAR DE COSAS


JUSTIN

El ruido seco que hizo el móvil de Hannah contra el suelo provocó que diese un respingo. La miré, y estaba más blanca que una hoja de papel. Ni siquiera se molestó en recoger el teléfono del suelo del ascensor. Estaba temblando.

— Chica, ¿estás bien? — preguntó una ancianita que había subido al ascensor en la planta 3.

Pero Hannah no respondía. Tenía la vista fija en sus manos, que se agitaban notoriamente. Un bebé, en brazos de un hombre al fondo del ascensor, lloraba desconsoladamente, mientras que una señora de unos sesenta años de edad, que miraba furia al bebé, intentaba escuchar a la persona que le hablaba por la línea de su móvil, sin mucho éxito, por lo que parecía.

— Sí, señora, no se preocupe — respondí a la anciana.

Recogí el móvil y pasé una mano por su cara para que me mirase, pero, al notarla, se estremeció. La gente salió del ascensor, mucha de ella tan absorta en sus pensamientos que podrían no haberse dado cuenta de lo que estaba pasando.

Cuando llegamos a la planta seis, cogí a Hannah del brazo con suavidad y me acerqué a la cafetería. Busqué una mesa libre y nos sentamos. Puse su móvil sobre la mesa, pero ella seguía sin levantar la mirada. Una lágrima salió de su ojo izquierdo.

— Hannah, eh, Hannah — le dije, un poco desesperado ya, porque no sabía lo que estaba pasando y su actitud me asustaba bastante — por favor, dime, ¿qué ocurre?

Hannah, lentamente, conectó su mirada con la mía, y vi puro terror en sus ojos. Necesitaba comprender lo que estaba sucediendo. Nunca la había visto tan asustada.

Segundos más tarde, un sollozo brotó por su garganta, pero no lloró.

— Lo siento — susurró.

— No tienes nada que sentir. Sólo dime que pasa, por favor — le rogué.

— Verás... por eso lo siento —dijo, con voz queda. — No puedo contártelo.

IAN

Tras contarle todo a la inspectora, pude respirar algo más tranquilo. Casi se me había pasado el efecto de la droga, y me había prometido no decir nada a mi madre si no volvía a pasar nunca más.

Ni siquiera me hicieron la prueba de las drogas tras confesar, por lo que tampoco hubiesen tenido pruebas para demostrarlo.

A las pocas horas me dejaron en libertad, con la condición de que me fuese a casa y me diese una ducha, para aclarar las ideas. Llamaron al hospital, donde les informaron de que Jess estaría aún unas horas más en cirugía. No dijeron como iba la operación, pero por como sonaba la voz de la señora al otro lado de la línea, creo que Jess tenía suerte de seguir viva. Se me heló la sangre al pensar eso.

Al salir de comisaría volví andando a casa; por el camino vi como amanecía. No me podía creer que esa noche estuviese a punto de terminar, y a la vez, tenía unas ganas inmensas de que todo aquello acabase de una vez.

Media hora más tarde, estaba en la ducha. El agua fría me sentó bien, ya no notaba ningún efecto del MDMA. Pasé casi veinte minutos debajo del chorro de agua, y cuando decidí salir de la ducha, temblaba del frío. Mi madre estaba a punto de levantarse para ir a trabajar. Miré mi reflejo en el espejo. Tenía unas ojeras terribles, aunque mis ojos prácticamente habían vuelto a su estado natural.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora