Lentamente, dejé el cementerio con el corazón un poco más liviano. Tal vez hablar sobre los problemas realmente ayudase. Descubriría eso en poco tiempo.
Contarle a Justin lo que Clóvis había dicho sería difícil. De una forma perturbadora, no quería que él me odiase, cosa que seguramente sucedería si tuviera su preciosa carrera arruinada por mi culpa. Lo conocía poco, pero estaba consciente de cuanto valoraba su trabajo. ¿No se había casado conmigo para conseguir una promoción?
No estaba tan lejos de casa, de la casa de Justin, quiero decir, de modo que decidí caminar hasta allí. Las calles comenzaban a llenarse de gente regresando del trabajo, y tanto autobuses como el metro estarían repletos. No estaba con ánimo de ser aplastada y estar rodeada de gente escuchando funk a todo volumen. Fueron dos horas de caminata, lo que me gustó. Tuve tiempo para pensar en cómo iniciar la conversación con Justin. Durante el recorrido, la noche cayó y me abrazó, acogedora.
En cuanto entré en casa, Justin surgió de la cocina con un paño de cocina en el hombro. Los dos primeros botones de la camisa blanca estaban abiertos, las mangas dobladas y la corbata floja.
—¡Kimberly! —suspiró—. No atendiste el móvil. Estaba preocupado.
—¿Estás cocinando? —¡El olor era fantástico!
—Sí. Tenemos visitas —dijo apurado mientras analizaba mi rostro.
Probablemente no estaba muy atractiva, con los ojos hinchados por el llanto y los cabellos despeinados por la caminata al viento—. ¿Estás bien?
¡No!
—¿Visitas…? —Era todo lo que necesitaba en ese momento.
Él sonrió, una sonrisa íntima, medio torcida. Un estremecimiento subió por mi columna. Tenía que pedirle a Justin que parase de hacer eso. ¡Mis nervios estaban por el suelo!
—Mis padres y mi hermano están aquí —susurró, entonces tomó mi mano y retiró mi alianza, guardándola en el bolsillo de sus jeans. Noté que la de él no estaba en su dedo—. Luego te la regreso. Quiero presentarte a ellos y creo que aún no debemos contarles que nos casamos. Ven. —Y comenzó a llevarme a la sala.
—Pero necesito…
No pude decir nada más, porque Justin me arrastró hasta la sala, y de pronto me encontré con tres rostros sonrientes. Comencé a sudar al notar aquellos tres pares de ojos examinándome atentamente. Todo bien, Justin y yo no éramos realmente una pareja, pero su familia creía que sí y me estudiaba, analizándome con la expectativa de que yo fuera -o no- lo suficientemente buena para él.
La madre de Justin era un poco más alta que yo y exhibía sus rizos rubios que caían a la altura de los hombros. Su padre era alto, aunque un poco menos que el hijo mayor, y tenía los cabellos tan oscuros como los del más joven, los mismos ojos mieles de Justin y una barriga redonda y puntuda, que dejaba su figura simpática. El muchacho era casi tan guapo como Justin, pero mucho más joven, tal vez tuviera unos dieciocho años. No tenía idea de su estatura, porque estaba sentado en una silla de ruedas, sin embargo no había yeso ni vendajes en ninguna parte de su cuerpo.
—Esta es mi familia. Mi madre, mi padre y Marcus —dijo Justin, aún sosteniendo mi mano. Sonreía ampliamente, los ojos brillaban de alegría y placer al presentarme a su familia—. Ella es mi Kimberly.
Contuve la respiración, mi corazón se aceleró y de repente la sala comenzó a girar demasiado rápido. ¿Su Kimberly?
Su madre sonrió, el padre me extendió la mano y el hermano silbó. El padre rio, todavía apretando mi mano. Justin dio un golpecito en la cabeza del muchacho.
—¡Ay!—gritó Marcus—. ¡Ella es sexy! ¿Qué quieres que diga?
—Quiero que te mantengas callado —entonces Justin se giró hacia mí con una mueca divertida en el rostro—. Perdona, Kimberly. Mi hermano se golpeó fuerte
en la cabeza recientemente.
—¡Ey! ¡Eso no fue gracioso! —Se quejó el muchacho.
—Soy Julius Cassani —el padre de Justin se presentó formalmente—. Es un placer conocerte.
—Kimberly Jones —respondí un poco tímida—. Un placer, señor Julius.
—Justin dijo que eras bonita —dijo Marcus— ¡pero no imaginé que lo eras tanto! Pensé que se estaba jactando.
—¡Marcus! —Su madre le lanzó una mirada fulminante.
—Solo estoy diciendo… —se encogió de hombros.
—No le prestes atención, es efecto de los medicamentos. Es un placer finalmente conocerte —ella me abrazó con ternura. Quedé un poco sorprendida y totalmente satisfecha, pues no recibía un abrazo como ese, de madre, desde…bien… desde los cinco años, para ser exacta.
—Un placer en conocerte… ahh…
Ella me soltó, aun sonriendo.
—Mirna.
—Y yo soy Marcus, el insignificante. ¿Será que alguien pueda alcanzarme algo para beber?
Justin puso los ojos en blanco, volviendo a la cocina.
—¡Mira tú! Tienes el mismo sentido del humor que tu hermano —me burlé.
Él abrió lo que me pareció ser una sonrisa seductora.
—Solo si te gustan los hombres mal humorados, mujer —y me guiñó un ojo.
—Marcus, ya te he avisado… —Justin gritó desde la cocina.
—No lo escuches Kimberly —me dijo el muchacho—. Justin no admite competencia.
Justin estaba de vuelta con una copa de gaseosa, que entregó al hermano, después se colocó a mi lado. Para mi sorpresa, pasó el brazo por mi cintura, acercándome a él, en un gesto casi distraído que me pareció un poco posesivo, y el que, sin entender el por qué, adoré.
—A mi hermano le encanta lucirse. Cuando era pequeño, todos lo encontraban divertido. Ahora es irritante. —Justin me dijo sonriendo—. Después de un tiempo, te acostumbras a su presencia. Créeme.
—Solo porque estoy condenado a esta maldita silla, no quiere decir que no pueda hacerte lamer el suelo, Justin —Marcus retrucó irritado.
—Ah, lo sé —él se rio, pero no era burla. Era cariño paternal o algo parecido.
Apenas podía respirar. Temía que si me movía solo un poquito, Justin se daría cuenta que me tenía abrazada y se apartaría. Necesitaba de él en esos momentos.
—La cena estará servida pronto —Justin anunció, después me miró—. ¿Me ayudas?
—Claro —y lo seguí, tomados de la mano, hasta la cocina.
Me soltó tan pronto salimos de la visión curiosa de su familia.
—¿Tu Kimberly? —pregunté de prisa.
—Ah, yo… no quería mentirles diciendo que eras mi novia o… —desvió los ojos para sus pies—. Perdona, no sabía que decir. Me salió sin pensar.
—¡Caramba, Justin! Deberías haberme avisado que ellos iban a venir. Deben estar pensando que soy una ladrona. —Pasé la mano por los cabellos enredados y terminé desistiendo rápidamente. No había manera de desarmar los nudos sin lavar el cabello.
—Estás hermosa. Siempre estás hermosa. Pero tenemos un problema —dijo un poco nervioso—. Traté de llamarte para avisarte. Mi familia pasará la noche aquí.
—¿Aquí en la ciudad? —Probé.
—Sí —dudó—. Pero quiero decir aquí… en el apartamento.
—¿Y… dónde dormirán? —pregunté estúpidamente.
—Mi madre y mi hermano dormirán en tu cuarto. Mi padre dormirá en el sofá.
Nos miramos durante algunos segundos.
—¿Y dónde dormiré yo? —Vergonzosamente, mi voz tembló.
—Conmigo —vaciló un poco y continuó—: En mi cuarto si no te importa.
Tragué en seco. Sentía que Justin estaba tan nervioso como yo comenzaba a estarlo. Y podía jurar que él también estaba con el corazón martillando contra sus costillas.
—Pero… ehh… ¿en la misma cama? —Ok, lo admito, mi raciocinio fue a la muerte al escuchar las palabras “conmigo” y “en mi cuarto”.
—Disculpa, Kimberly —se pasó la mano por sus cabellos sedosos—. Sé que está fuera de nuestro acuerdo, pero no tuve opción. Puedo dormir en el suelo, si lo prefieres. No les pude decir que no. Y sería extraño que no durmiésemos en el mismo cuarto, cuando piensan que tenemos una relación. Mi madre me llenó de preguntas sobre por qué tus cosas estaban en el otro cuarto. —Se acercó un poco.
Yo me alejé un paso—. Puedo…
—¡Ay! —Solamente cuando me corté el dedo con la punta del cuchillo sobre el fregadero me di cuenta que me había sostenido allí para no caer—. ¡Mierda! —
Una pequeña línea roja resbaló por mi dedo índice.
—Déjame ver —pidió, tomando mi mano, limpiando la herida con un paño de cocina y luego examinándola atentamente. En un gesto inesperado llevó mi dedo a su boca y lo acomodó dentro. Era suave, húmeda y muy caliente. Decenas de impulsos eléctricos recorrieron mi cuerpo, mis piernas se transformaron en gelatina y no podía recordar cómo se respiraba. Chupó mi dedo con tanta delicadeza y simplicidad que no pude imaginar algo más erótico que ese toque. Mi cuerpo se derretía como mantequilla sobre la mesa, y en segundos estaba en llamas.
Y quería que esa boca me tocase en tantos lugares como pudiese alcanzar.
Soltó mi mano, miró el dedo y sonrió.
—Paró de sangrar. Fue solo un rasguño.
—Ajj —murmuré.
Justin y yo en la misma cama. Justin y yo en la misma cama. ¡Justin y yo en la misma cama!
Nada más, solo dos amigos durmiendo juntos. Nada de qué preocuparse.
Justin no me atacará, ya que es un perfecto caballero. No me atacará… ¡Mierda! ¡Él no me atacará!
—¿Está todo bien? Estás un poco pálida.
—S-solo necesito beber algo. Hoy no almorcé.
Se apresuró a servirme un gran vaso de gaseosa. Lo bebí todo de una vez, el gas hizo que mis ojos lagrimearan.
—¿Dónde has estado? —preguntó.
—Luego te cuento. Tu familia está esperando. Vamos a llevar la cena.
Me miró por un segundo, no pareció gustarle la espera por saber, pero terminó asintiendo. Lo ayudé llevando los platos, y Justin llevó la gran fuente de pastas.
—Tallarines a la carbonara —anunció—. Fue lo que me dio tiempo para hacer.
—¡Están con una pinta bárbara! —exclamó Mirna.
—¡Ya era hora! ¡Estoy muerto de hambre! —gruñó Marcus, girando su silla con un poco de dificultad, debido al poco espacio de la sala, y dirigiéndose a la mesa cuadrada.
Julius sacudió la cabeza.
—Juro que intentamos educar a este chico, Kimberly.
Me reí.
—Estoy segura.
—Es que Marcus necesita mucha comida para crecer y estar fuerte —continuó.
—¡Soy adulto, papá! —El chico protestó.
—Desgraciadamente —dijo Justin, ubicando los cubiertos sobre el mantel blanco— todo era más fácil cuando eras un niño lindo que vivía agarrado carritos de hierro.
Los cinco nos comprimimos en la pequeña mesa de cinco lugares. Terminé entre Justin y Marcus, pero el muchacho habló poco. Parecía que no se alimentaba hacía semanas, por la manera en que llevaba la comida a su boca. Y, a pesar que la pasta estaba deliciosa, Justin era brillante en todo lo que hacía y no sé por qué me sorprendí con sus dotes culinarias, no pude tocar la comida. Mi estómago parecía estar lleno de cemento.
—Ahora que Kimberly llegó, ¿puedes decirnos que te tiene tan feliz, Justin? —Pidió su padre.
—Le he contado a ella —me sonrió.
No pude dejar de corresponderle. ¡Justin era tan lindo! ¿Cómo no sonreír al mirarlo?
—Hector, presidente de la J&J, me llamó esta mañana —contó, volviendo la atención a su familia—. Dijo que le gustó mucho lo que conseguí hacer en el Comex este último semestre. Disputaré el puesto de director del sector —y me pasó una copa de vino.
Bebí de un solo trago todo, nerviosa. Los padres de Justin eran bien normales, pero creían que yo era la novia -o algo por el estilo- de su hijo, por eso se sentían con derecho a mirarme y observar cada gesto mío.
—¡Eso es maravilloso, hijo! —dijo Mirna con una sonrisa inmensa.
—Sabía que lo conseguirías —se jactó Julius.
—Todo será decidido el viernes, pero creo que tengo buenas chances de ser el nuevo director de comercio exterior. Trabajé duro para eso.
—¿Viernes? —Cuestioné.
Él arqueó las cejas.
—La cena, ¿lo olvidaste? ¿Con el personal de la dirección?
—¡Ah! Me había olvidado. Viernes, claro —extendí mi copa para él, que la llenó otra vez. Justin realmente sabía escoger un buen vino.
—Pareces cansada, Kimberly —comentó Mirna—. ¿Está todo bien?
No, no lo está. Y creo que va a empeorar mucho antes que consiga arreglar todo.
—Sí. Solo que no pude almorzar hoy. Corriendo, sabes cómo es…
Ella sonrió.
—Lo sé, sí, pero no deberías permitir que el trabajo interfiera con tu salud. Puede ser peligroso.
Sonreí, encantada con su preocupación maternal.
—Entonces… —Marcus, que finalmente tenía la boca vacía por algunos segundos, aprovechó para conversar—. ¿Cómo es que Justin consiguió una mujer sexy como tú?
Ah, diablos. Demoró, pero alguien tuvo el coraje de preguntar.
—A ti no te interesa. —Justin respondió, mirando su propio plato.
—¡Justin! —Reclamó su padre—. Esos no son modos.
—Mi vida personal no le interesa a nadie.
—Eso no es verdad, hijo —intervino Mirna—. Eres parte de esta familia y tu felicidad sí nos importa.
Él dudó, visiblemente preocupado.
—Vale —toqué su brazo—. No hay problema en contarles a tus padres. No me importa.
—Prefiero dejar todo como está —levantó una ceja.
Entendiendo el mensaje, dije:
—¿Qué pasa Justin? ¿Qué hay de malo en contarles cómo nos conocimos? —Sonreí, tratando de parecer tranquila.
Me miró, lanzándome una mirada cautelosa. Asentí levemente para asegurarle que tenía todo bajo control. Al final, teníamos una historia. No estaba mintiendo en nada. No totalmente.
—Conocí a Justin mi primer día de trabajo —comencé. Cuatro pares de ojos se pegaron en mí. El de Justin era el más atento—. Choqué con él en el corredor.
—Que manera más bestia de conocer al gran amor de tu vida —Marcus se burló.
Me ruboricé. No intenté mirar a Justin, pero sentí que él se tensó a mi lado.
¿De dónde sacó esa idea el muchacho? me pregunté, sin encontrar respuesta.
—Bueno… —continué—. Yo había salido de la sala de la copiadora, no sé si Justin les contó sobre la sala trece. Ella es aterradora. Claustrofóbica y caliente como una gran caldera… Tenía una pila de papeles en las manos y estaba furiosa con mi supervisora, Joyce, esa dulce persona, por haberme llamado cariño. Odio cuando me llaman así. Estaba distraída caminando por los corredores y terminé chocando con tu hermano. Mis papeles y los suyos cayeron al suelo.
—Que cliché —dijo Marcus, llevando más comida a su boca.
—Sí, bien ridículo realmente. Entonces Justin, muy gentil y educado —lo miré rápidamente y una pequeña sonrisa asomó en sus labios, mostrándose más relajado—. Me ayudó a recoger todo. Pero estaba furiosa con Joyce, ¿recuerdas?
—Marcus asintió—. Y decidí mostrar que ella no podía llamarme cariño de aquí para allá. Entonces incluí, en el medio de los papeles que había fotocopiado, una copia de mí… ehhh…
—¿De tu culo? —El muchacho preguntó, más interesado.
—¡Marcus! —Mirna y Julius censuraron.
Me reí.
—Iba a decir trasero… y Justin encontró esa copia. Creo que fue así que conseguí llamar su atención —dije divertida.
—No puedo disentir —dijo Justin, sonriendo también divertido.
—¡Uau! —Marcus miró al hermano con ojos brillantes, llenos de orgullo—. ¡Hombre, tienes tanta suerte! ¿Guardaste la copia? ¿Puedo verla?
—¡Marcus! —censuró Justin.
—¿Vieron el partido del jueves? ¿Qué payasada fue esa? —Julius trató de cambiar de tema.
Lo logró. Justin se lanzó a una animada conversación sobre fútbol. Él adoraba los deportes y sus padres comparten el mismo entusiasmo. Para mi sorpresa, Mirna era la mayor entusiasta futbolística que había conocido.
Marcus permaneció callado, al margen de la conversación, con una mirada distante.
—Él no quiso hacerte enojar, Marcus —comenté bajito, sin querer interrumpir la charla familiar.
—Ah, lo sé —sonrió un poco. Era tan parecido a Justin que llegaba a asustarme—. Estaba pensando en el fútbol. Si algún día volveré a jugar.
—Ah —dije, un poco apenada.
—Fue el año pasado —dijo él.
—¿El qué?
—Debes estar preguntándote como un muchacho como yo terminó en una porquería como esta —hizo un amplio gesto a la silla de ruedas—. Fue en un accidente el año pasado. Me fracturé algunas cosas, incluyendo dos vértebras.
—Lo siento mucho.
—Yo también. Pero no sé si puedo quejarme. Era para haberme muerto, según los médicos, y mejoré bastante después del accidente. Mi ortopedista dijo que tal vez exista una esperanza. Parece que la fractura en la columna no fue de las peores, y tal vez, después que la hinchazón desaparezca, pueda mover las piernas.
Justin hace todo lo que puede para que mis chances aumenten.
—¿Sí? —Pero, de alguna manera, lo sabía. Claro que Justin haría lo imposible para ayudar a su hermano menor.
—Es obvio que tuve que aguantar un sermón digno de novela mexicana antes de eso —puso los ojos en blanco—. Pero es un buen hermano. Me visita siempre, aunque esté muy ocupado, me llama todos los días, paga todo mi tratamiento, mi fisioterapia, mis medicamentos. Mi padre está jubilado, sabes cómo es… —se encogió de hombros.
Tenía una vaga idea.
—Entonces, quieres decir que dependen de él financieramente —señalé—. Dependen del buen empleo de Justin.
—Yo no usaría esa palabra —él se enderezó un poco, su orgullo herido. Era como mirar a un Justin más joven, solo que de cabellos negros—. Pero sin la ayuda de él no podría realizar el tratamiento. Y la Dra. Olenka está bien confiada en mi caso, cree que tengo una posibilidad de volver a caminar. Una pequeña oportunidad, es verdad, pero no me importa. Una es mejor que nada, ¿cierto? —me dijo, con los ojos desbordantes de determinación.
¡Oh, Dios! Justin necesitaba mucho el empleo.
Yo no valía nada. Perjudicaba la carrera de Justin, sacando la oportunidad de mejorar a su hermano parapléjico, y mentía a sus padres, fingiendo que Justin y yo éramos una pareja. Yo era un gusano. ¡Peor! Era el gusano que comía orugas.
—Entonces, Kimberly, cuando esté caminando otra vez todo sexy por allí, tal vez lo quieras volver a pensar. Tal vez decidas largar a ese hombre mal humorado y probar lo que hay de bueno en los hombres Cassani —dio un guiño de ojos.
Traté de sonreír.
—Tentador, Marcus. Pero rechazaré la invitación. Me gusta demasiado tu hermano —infelizmente, la conversación sobre fútbol terminó súbitamente y, todos escucharon el final de nuestra charla.
Inclusive Justin, que me lanzó una mirada indescifrable. Me ruboricé. La fuerza que emanaba de sus ojos me hizo estremecer. Bajé la mirada a mis manos, absolutamente avergonzada. Entonces, tomándome desprevenida, su brazo grande y fuerte enlazó mi cintura, y Justin plantó un beso caliente y demorado en lo alto de mi cabeza.
Escalofríos subieron y bajaron por mi columna. Sentí como si hubiera sido marcada a hierro en los puntos donde sus dedos y labios me tocaban.
De pronto de buen humor, Justin se dirigió a su hermano:
—Te dejo un segundo con Kimberly y estás tratando de seducirla. ¿Qué haré contigo, Marcus?
El muchacho no pareció ofendido con mi rechazo o con la censura de su hermano:
—Todo bien, Justin. No arrojaré mi charme sobre ella. Sería injusto para ti —sonrió—. Pero solo haré eso porque Kimberly es buena gente y es la primera chica que presentas a la familia. Debes estar loco por ella.
Esta vez, fue Justin quien se ruborizó.
—Para de perturbar a tu hermano, Marcus —dijo Mirna, sonriendo un poco.
La charla sobre fútbol fue retomada y, mi Dios, era difícil acompañar. Los Cassani hablaban todos al mismo tiempo y aun así se entendían perfectamente.
Participé poco. ¿Cómo podría? Después de aquel abrazo cariñoso, y ese beso casto, Justin encontró que el espaldar de mi silla era un buen lugar para descansar el brazo y que mi hombro era un óptimo lugar para su mano. Me quedé observándolo, disfrutando su mano distraída, que acariciaba mi hombro en un delicioso sube y baja, e imaginé si él estaría tan tonto como yo. Probablemente no.
Él estaba absorto en la conversación, pero de alguna forma notó que lo miraba.
—¿Estamos aburriéndote? —preguntó en un tono cariñoso.
—No. Me estoy divirtiendo mucho —me obligué a sonreír.
Él no se engañó y notó mi agitación. Siempre lo notaba. ¿Cómo notaba tantas cosas en mí? Sin embargo, no dijo nada, solo apretó mi hombro de una manera cariñosa y continuó la charla, sonriendo, algunas veces para mí, de aquella manera íntima y cómplice y peligrosa.
Imaginé que él estaba actuando nuevamente. Solo podía ser eso. Me había avisado sobre la posibilidad de cenas, en las cuales deberíamos parecer locos de amor uno por el otro. Tal vez debiera preguntarle sobre eso cuando estuviéramos solos. Lo que sucedería aquella noche. Cuando estuviéramos totalmente solos en su cuarto.
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Bueno quiero decirle que estoy en vacaciones y que no si voy a poder subir capítulos !! Si no puedo subir los capítulos les voy hacer maratón como recompensa. Besos
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Se Busca Marido (Jb)
Fanfiction•Una Muerte •Una Herencia •Una Búsqueda •Una Traición ¿Como Terminara esta historia ? _________________________________________ Créditos para la portada: @ohmymaddox muchas gracias !! Mis otras novelas: ■ Se Busca Marido (J.B)TERMINADA ■Matrimonio...