◇Capitulo: 4◇

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En cuanto entré en casa, recordé la presencia de Clóvis. Era difícil no notar al abogado rechoncho cargando un montón de documentos escaleras arriba.
—¡Ah, Kimberly! ¿Cómo estuvo tu primer día en la empresa? —Él quiso saber, girándose para observarme y dejando caer algunos papeles.
—¡Pésimo! Pero estoy segura que tú ya lo sabías —subí algunos escalones y le ayudé a recoger las hojas caídas. Miré rápidamente los papeles; eran viejos documentos del abuelo Steeven. Le entregué todo y me aparté un poco.
—Necesito archivar todo esto —él comentó en voz baja, como quien se
disculpa—. Espero que estés con hambre. Telma está en la cocina ayudando a Rosa con la cena.
—Ah —exclamé, sin nada mejor para decir. Conocía a Telma de las cenas
que ella acompañaba a su esposo y que el abuelo me obligaba a asistir. No era unamujer desagradable, solo un poco sin idea—. Iré... iré a saludar entonces.
Comencé a descender la escalera, pero Clóvis me llamó.
—Hice algunos cambios en el escritorio de tu abuelo. Espero que no te importe.
No respondí. Bajé las escaleras con prisa, evitando pasar por la puerta del escritorio. No quería ver los cambios. No quería que otra persona usara esa sala.
¡No quería nada de aquello!
Telma estaba dando órdenes a Rosa, y, por la mirada de la cocinera y el modo como cortaba la zanahoria con un cuchillo, entendí que no era la única insatisfecha con los nuevos moradores.
—¡Kimberly, amor! Estaba ansiosa por verte —dijo Telma, abriendo los brazos y rodeándome en un abrazo sofocante—. Una pena que tu abuelo haya partido de esa manera. ¡Lo siento tanto!
—Haaa... gracias.
—Pero no te preocupes por nada. Cuidaré de todo para ti —me soltó, dando una palmadita en mi mejilla—. ¡Viviremos como una familia! Tú, Clóvis y yo seremos muy felices, puedes apostar. Adoré la decoración de tu cuarto. ¿Tú misma escogiste las cortinas?
—¿Has entrado en mi cuarto? —pregunté horrorizada.
Ella hizo gestos con su mano fina y llena de anillos.
—Solo para conocer mejor la casa. Tu armario es maravilloso. Hablé con Clóvis sobre él. El que tenemos en nuestro cuarto no es tan amplio.
Parpadeé, aturdida. ¿Nuestro cuarto? ¿Desde cuándo Telma y Clóvis tienen cualquier cosa de ellos en la casa de mi abuelo? ¿En mi casa?
—Parte de mis zapatos todavía están en cajas —ella siguió—. Clóvis sugirió que usara el armario del cuarto de al lado, pero prefiero ampliar nuestro cuarto y tener todos mis queridos zapatitos cerca de mí. ¿No te importa, no? ¿Aquel cuadro sobre tu cama es un legítimo Renoir?
—Ha... lo es —gruñí aturdida—. Telma, si no te importa, me gustaría que no entraras en mi cuarto mientras yo esté fuera.
—¡Ah, amor! ¡No quise ser entrometida! —Intentó abrazarme, pero la esquivé rápidamente—. Solo quiero que seamos amigas. Las mejores amigas.
Puedes llamarme mamá si quieres.
—La niña ya tiene madre —gruñó Rosa, clavando el cuchillo en la tabla de carne y abriendo la nevera en busca de algo. La miré con un agradecimiento mudo.
—Iré a tomar un baño —dije, deseando escapar de Telma lo más rápido posible.
—¡Ah, maravilloso! La cena está casi lista, ¿no es así, Rosa?
—Sí, señora —la cocinera gruñó, lanzando una mirada peligrosa a la mujer.
Telma necesitará tener cuidado con Rosa mientras ella estuviera con el cuchillo en la mano—. Pero sugiero que me deje terminar la cena. Hago esto hace años, no necesito supervisión.
Telma soltó una risa estridente.
—Ah, amor, claro. Estaba tan emocionada que no me di cuenta que estaba estorbando —se alisó con palmaditas suaves la franja empinada y dura de laca—.
Iré a ayudar a Clóvis con los cambios en el escritorio. Discúlpame,Kimberly, pero tu abuelo no tenía muy buen gusto. ¡Esa sala necesita color! —Ella me dio un pellizco en la mejilla antes de salir moviendo las esbeltas caderas.
Retiré el cuchillo de la tabla.
—Vamos, Rosa. Tú sostienes y yo hago el resto.
—¡No, niña! —dijo, sosteniendo mi brazo y riendo un poco—. Me gusta tu plan, pero creo que es mejor dejar viva a esa mujer. Si tú fueras a la cárcel otra vez, dudo que Clóvis te ayude. No me gusta ese hombre —ella estrechó los ojos en dirección a la sala, de donde venía la voz estridente de Telma—. Ni su mujer.
—A mí tampoco me gustan, Rosa. Pero no quiero su dinero. Voy a arreglarme sola esta vez y probar que mi abuelo estaba equivocado conmigo.
—Espero que no te metas en nada ilegal.
Pongo los ojos en blanco.
—¿Y cuándo hice algo así? —En cuanto ella abrió la boca para responder, le di un beso rápido en su mejilla y salí corriendo antes de que pudiera recordarme la bomba en el baño de la escuela que Lily y yo accidentalmente detonamos. El octavo grado no fue tan malo al final...Tomé un largo baño, deseando evitar enfrentarme con mi nueva niñera y su adorable mujer. Al final, desistí. Esta cosa de despertar temprano, y trabajar todo el día, me había dejado hambrienta.
Bajé un tanto resentida. Me preguntaba qué estaba haciendo esta gente aquí, usurpando las cosas de mi abuelo de aquella manera. Todavía estaba furiosa con el abuelo Steeven, mucho, a decir verdad, ¿pero cuál es? ¿Poner a esos dos aquí para vigilarme? ¿Mi abuelo realmente creía que no sería capaz de envolver a la parejita y escapar? Sería más fácil que entrar sin pagar en un show de rock. No es que ya lo hubiera hecho...
La pareja estaba en la mesa cuando llegué al comedor. Clóvis, por supuesto, sentado a la cabecera. En el lugar de mi abuelo. Mi estómago se retorció.
Ellos no me vieron cuando me acerqué.
—Tengo muchas cosas por resolver. Diversos contratos no firmados,
transacciones sin terminar, mucho trabajo por hacer —Clóvis se lamentó—. Creo que no podré llevarte a los Andes, Telma.
—¡Ah, amor! ¡No digas eso! Estoy esperando ese viaje hace meses.
—Disculpa, Telma. No puedo ausentarme ahora. Necesito resolver todos los asuntos sin terminar de Steeven.
—¡Eso no es verdad, Clóvis! —Golpeó las manos sobre la mesa—. Planeé nuestro viaje durante meses. ¿Por qué tenemos que postergar nuestros planes solo porque el hombre mur...?
Llegué al límite.
—Termina —exigí, mirando fijamente a los dos, con los puños cerrados al costado de mi cuerpo.
Clóvis suspiró exasperado y Telma se inclinó hacia atrás en la silla, sorprendida, el rostro pálido como hueso.
—Ah, disculpa, amor. No quise decir eso, solo...
—No, claro que no —interrumpí, furiosa—. Disculpa, Telma, si mi abuelo murió y estropeó tus planes. Puedes estar segura que sería muy feliz si tu marido estuviera libre para llevarte a cualquier parte del planeta.
—Cariño, yo...
Me paralicé inmediatamente y, antes de cometer algo estúpido, como, digamos... arrojarme encima de Telma y hacerle tragar los cubiertos, decidí marcharme.
—¿Dónde vas a esta hora, Kimberly? Es tarde —Clóvis se levantó y vino tras de mí—. Aún no has comido.
—Perdí el apetito. Y tú no eres mi abuelo, Clóvis. Para de actuar como él —escupí.
Volé a casa de Lily y le conté todo lo ocurrido, desde mi día en J&J hasta la cena con la pareja sin idea.
—¡Piensa, Kim! ¡Está lleno de abogados en J&J, un piso entero de ellos! Tal vez alguno quiera ayudar a la futura dueña. Solo necesitas encontrar a la persona correcta —dijo, mientras se pintaba las uñas de los pies de rojo rubí, sobre la sábana blanca de la cama.
—¡Tú no lo entiendes! Todo el mundo en J&J me ignoró. No sé por qué, pero así son las cosas. Nadie me ayudará.
—Quizás no ahora, por ser todo muy reciente, pero sabes cómo hacer
amigos —rebatió—. Si te abrieras, si parpadeas esos ojos azules, ellos caerán por ti.
—¡A ti te parece! —Puse los ojos en blanco, dejándome caer sobre el colchón.
—¡No muevas la cama! ¡Mancharé todo!
—Disculpa.
—Vale, ya estoy terminando. Y haz lo que tu abuelo pidió. Debe haber
planeado más que una carrera de secretaria para ti. Tal vez solo sea una prueba y, si no vuelves, fallarás y nunca lo sabrás.
Suspiré, cubriéndome la cabeza con la almohada para ahogar el grito. No quería volver a aquel lugar lleno de pisos y personas desagradables, musculosas y mal educadas, con la barba por hacer y que me dejaron inquieta. Pero tal vez el abuelo dejó más cartas...
Con toda la charla de Telma, me olvidé de preguntar a Clóvis sobre la nota.
—Ok. Regresaré al purgatorio.
—¡Genial! Entonces vamos a pintar tus uñas. ¿Qué te parece cambiar ese negro por algo más colorido? —Sonrió cálida, observando mis uñas.
—¿Qué tiene de malo el negro? —Escondí los dedos bajo las piernas.
—Nada, pero usas las uñas negras desde... ¡Dios mío, Kim ! ¡Nunca has usado otro color! Puedo pasarte un rosadito o...
—¡Puedes parar! ¡Nada de rosita! Me gusta el negro.
—Entonces, un rojo...
Un golpe en la puerta me salvó de acabar con las uñas carmesí como una modelo.
—Chicas, voy a salir y no sé a qué hora regresaré —la cabeza de Ana
apareció en la puerta. Estaba maquillada, con el cabello negro, igualito al de mi amiga, perfectamente peinado. Estaba hermosa, como siempre.
—¿Otros encuentros, mamá? —Lily gimió sin desviar los ojos de sus
propios pies. —Liliana, soy divorciada y mayor de edad. Puedo tener cuantos encuentros quiera. Si decides salir, no vuelvas muy tarde. Mañana es día de trabajo.
—Está bien, mamá.
Ana estaba cerrando la puerta, pero se detuvo.
—¿Todo está bien, Kimberly? —preguntó—. Pareces triste.
—Solo estoy cansada —sonreí un poco—. Día malo en el trabajo.
Ella asintió, complaciente.
—Pobre. Mejorará, ya verás. Al comienzo es difícil, pero después le tomas la mano y ni te das cuenta lo que estás haciendo, entras en piloto automático.
Me estremecí. Ana era dentista, no debería trabajar en piloto automático. Mientras tenía en las manos jeringas con gigantescas agujas y tornos ruidosos.
—Deseo que sea así —respondí.
Con un guiño gracioso, ella cerró la puerta.
Lily soltó un largo suspiro.
—Honestamente, mi madre ya pasó la edad de salir por ahí con hombres que ni conoce.
—No estoy de acuerdo. Ella es joven y linda. No tiene que pasar el resto de
su vida sola solo porque el primero no funcionó —dije, tomando una revista de moda hojeándola de atrás hacia adelante.
—Lo sé. Creo que estoy con un poco de envidia por no tener un encuentro, o por lo menos la perspectiva de uno —confesó.
—Podemos solucionar eso. ¿Quieres salir?
—No. Has pasado por mucho hoy. Nos quedaremos en casa, ver una
película antigua y atestarnos con chocolate que traje —cerró el frasquito de la laca para uñas y admiró su trabajo.

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¡FELIZ AÑO NUEVO! Que la pasen super lindo hoy con todas las personas que quieran mucho y les mando un beso y un abrazo gigante !!!!! 

Se Busca Marido (Jb)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora