◇Capítulo: 52 ◇

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¡Piensa! ¡Piensa! ¡Piensa! Me ordené a mí misma. El que estaba detrás de esa puerta, desde luego, no estaría muy contento de encontrar dos intrusas en la mansión. Y tuve la sensación molesta de saber exactamente quién estaba allí. Pensé en la posibilidad de un escape por la ventana, pero fue imposible. Todas las ventanas de la mansión, excepto la de la despensa, eran de estilo francés, llenas de herrajes decorativos que impedían el paso como barreras de protección. La única salida era a través de la puerta principal. ¡Maldita sea!


-He dicho que no es necesario, Clovis. -Escuchar la voz de Héctor, de alta resonancia, me hizo saltar-. Podemos resolverlo mañana.


-Le pediré a la cocinera que preparare una taza de café. Vuelvo en un minuto, querido. -Dijo Telma.


-Tengo que mostrarte el informe que recibí de Abu Dhabi -respondió la voz aburrida de Clovis-. Tú no puedes enviar a Justin al otro lado del mundo sin que él vea los informes. En realidad, creo que este viaje es una pérdida de tiempo y dinero. Está en mi oficina. Sólo le tomará un minuto.


Casi volé por la puerta para estrangularlo cuando le oí referirse a la oficina del abuelo Steeven como suya. Casi. Tenía problemas mayores en ese momento.


Clovis estaba a punto de entrar en la oficina y atraparnos, y yo estaba segura de que iba a saber exactamente lo que estábamos haciendo allí.


Héctor comenzó a argumentar y persuadir a Clovis para tratar ese tema en otro momento, dándome un poco más de tiempo. En un arrebato desesperado alcancé mi teléfono y comencé a fotografiar documentos, tratando de captar el mejor ángulo de poca luz que la linterna proporcionaba al tiempo que les oía discutir el asunto.


¿Dónde diablos estaba Justin? Me pregunté aterrorizada.


Tomé varias fotografías y le di las gracias a Clovis por haber mantenido el mismo servidor y red wifi que el abuelo tenia. Escribí la dirección de correo del consejo de J&J y apreté enviar. El mensaje era pesado, y la lenta conexión wifi empezó a ponerme nerviosa. Más nerviosa, debo decir. Tomó siglos para que la unidad pudiera cumplir su función y enviar todas las fotos, pero al final terminó de completar con éxito la operación. Doblé los documentos a toda prisa y lo metí en el bolsillo del jeans mientras Lily se quedó inmóvil como un cadáver. Tomé su mano y nos pusimos junto a la puerta. Mi corazón estaba en la boca. Clovis se volvería loco si nos viera allí. ¿Cómo exactamente?, no tenía ni idea. Bastante loco, por ejemplo ¿llamaría a la policía? Yo no estaba dispuesta a descubrirlo.


Tan pronto como el pomo de la puerta giró, dejé de respirar, apreté el puño y esperé a que Telma no hubiera cambiado de parecer y siguiera a su marido.


Cuando la pequeña rendija de luz invadió la biblioteca, sólo pude ver la mano blanca y regordeta buscando el interruptor. Aproveche la oportunidad. Esperé a que Clovis asomara la cabeza por la puerta, saqué el brazo y le golpeé la cara con tanta fuerza que casi perdió el equilibrio. Se cayó gimiendo, las luces estaban todavía apagadas. Agarré la mano de Lily, que observaba todo con los ojos muy abiertos, salté a Clovis y en la prisa por huir, estuvo a punto de golpear a Héctor. Se puso tenso. La alarma comenzó a sonar, fuerte e insistente.


-¡Maldición! -gruñí. Había olvidado el botón en la biblioteca, que alertó a la empresa de seguridad, que también pertenecía a Conglomerado Jones, en caso de problemas.


-¡Corre! -Escuché una voz familiar grave al otro lado de la habitación.


Mi corazón latía con fuerza, casi colapsó cuando lo vi allí, en medio de ese lío.


-¡Justin! ¿Por qué tu...?


-¡Vete, vete, vete! -gritó, visiblemente preocupado, empujándome hacia la salida.

Se Busca Marido (Jb)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora