Mi cabeza estaba a mil mientras Justin conducía de vuelta a casa. Él me deseaba. Está bien, no era amor, sabía la diferencia entre una cosa y la otra. Tal vez no fuese ni siquiera pasión, pero era un indicio de que yo lo afectaba, así como él me dejaba sin aire. Y para mi alegría, Justin había dejado bien claro la ecuación: bebida + yo = besos lujuriosos, dándome una pista de cómo actuar. Solo necesitaría encontrar el momento justo. Lo que no significaba que me quedaría esperando, pasiva. ¡Ni loca! Tomaría ventaja del poder recién descubierto de la manera que pudiera, hasta que él estuviera en mi cama de motel de carretera, ya que los dos estaríamos en ella.
Encendí la radio. La música siempre me ayudaba a pensar, y hasta aquel momento no se me había ocurrido ninguna estrategia para seducirlo.
—Si quieres, tienes algunos CDs en la guantera —comentó Justin cuando notó que saltaba de una estación a otra.
—¿Alguna cosa buena?
Él se alzó de hombros, mirando al frente.
—No conozco mucho tu gusto musical, pero te puedo garantizar que no encontrarás nada de rap allí dentro —sonrió un poco.
Abrí la guantera y encontré una decena de CDs. La mayoría de blues, lo que de cierta forma era perfecto, ya que es un estilo denso, excitante y extremadamente sensual. Coloqué el disco de The Yardbirds en el aparato y la voz de Eric Clapton llenó el auto. Dejé el volumen bajo para que Justin entrase en clima sin que lo note.
Él se relajó un poco, los dedos golpeando rítmicamente en el volante.
Me reí.
—¿Qué? —preguntó, mirándome.
—Nada. Solo encuentro graciosa la forma en cómo tú te muestras al mundo. Tan fuerte e intransigente, pero en verdad eres un dulce.
—¿Lo soy? —sus cejas se arquearon.
—Sí. De una buena manera. No quise decir que eres una florecita. Tranquilo, camarada —reí. Él también—. Cuidas de tu familia, te gusta la buena música, ayudas a chicas indefensas a recuperar herencias… Eso te hace un hombre dulce.
Él rio otra vez.
—No sé sobre esa cosa de ser dulce, pero tengo la impresión que acabas de elogiarme —se burló.
—Sin embargo no fue un elogio —sonreí—. Sabes, Justin, nosotros no somos tan diferentes. Tú usas una fachada fría para mantener a las personas distantes. Y yo uso el sarcasmo para alejar a las personas.
—¿Es así? —sonrió divertido—. ¿Es por eso, entonces, que eres tan irritante?
—Soy irritante para protegerme cuando me siento amenazada o presionada. ¿Todavía no lo has notado?
Me analizó durante un instante.
—No. Siempre eres sarcástica conmigo. No imagino como debes ser cuando tu sarcasmo está desconectado —bromeó.
Reí.
—Un poco menos turbulento, creo.
Hubo un momento de silencio, entonces me miró mientras esperaba la luz del semáforo.
—¿Te sientes amenazada o presionada por mí? —indagó, la voz intensa, los ojos en los míos.
—Todo el tiempo —murmuré.
Su ceño se frunció.
—¿Por qué?
Porque estoy enamorada de ti. Porque quiero mostrarte quien soy en realidad y sé que no te gustará.
—¿Estás seguro que no que sabes? —susurré, enfrentándolo.
Su mirada escudriñó mi rostro, obviamente tratando de entender lo que acababa de sugerir, pero no pareció comprender. No totalmente.
Desvié la mirada, frustrada.
—Abrió —dije.
—¿Qué?
—El semáforo. Abrió. —señalé la luz verde arriba de nuestras cabezas.
Por el rabillo del ojo, lo vi mirar al frente, confuso, poner la marcha y continuar sin decir una sola palabra. Dejamos el auto en el garaje y subimos por la escalera, porque el ascensor estaba en mantenimiento. Otra vez.
Justin me observaba cada tanto, pero rápidamente desviaba la mirada. Estábamos en el penúltimo tramo de la escalera cuando escuché un ruido de ruedas pesadas descendiendo los escalones. Apenas tuve tiempo de ver al chico de poco más de doce años, haciendo maniobras con su skate, cuando surgió de la nada y chocamos. No fue una caída horrible, pero me estampé en el suelo como una bolsa de patatas. El chico usaba casco y era tan delgado que no había músculos allí para ser heridos. Además de eso, había amortiguado lo peor de la caída.
—¡Kimberly! ¿Estás bien? —gritó Justin, corriendo a ayudarme.
—Creo que sí —dije, un poco confusa.
Él sacó el chico de encima de mí, me examinó, después examinó al chico y preguntó:
—¿Te has hecho daño?
El chico sacudió la cabeza.
—Nunca más bajes las escaleras de esa manera —Justin dijo con una voz autoritaria que no conocía—. Podrías haberte herido. Podrías haberte dañado la columna y quedado en silla de ruedas, sin poder hacer maniobras por el resto de tu vida. ¿Eso es lo que quieres?
El chico sacudió la cabeza nuevamente, asustado. Colocó el skate bajo el brazo y bajó las escaleras corriendo, pálido como un fantasma.
Justin me ayudó a levantarme, con mucho cuidado.
—¿Estás segura que estás bien? ¿Te duele en algún lado? —preguntó, preocupado. Su mano recorría mi cabeza, mis brazos, mi espalda, buscando heridas.
Era demasiado bueno a decir verdad.
—En realidad… —dije un poco sin aliento, pero eso no tenía nada que ver con el dolor o con la caída—. Mi pie está doliendo un poco. Allí.
¿Pie? ¿Cuál era mi problema?
Agachándose, Justin pasó los dedos por mi pierna y mis tobillos, hasta alcanzar mi pie. Apartó con cuidado las tiras de mi sandalia y quedé sorprendida al sentir realmente dolor cuando sus dedos me tocaron ahí. Gemí.
—Parece que solo es una luxación. El borde del skate dejó una marca en tu piel. Probablemente mañana estará rojo-- entonces se enderezó, pasó un brazo en mi cintura y el otro debajo de mis rodillas, levantándome.
—¿Qué haces? —pregunté cuándo comenzó a subir las escaleras.
—Creo que es mejor que no fuerces el pie hoy. Puede empeorar. Vamos a colocar hielo para ayudar a disminuir la incomodidad.
¿Qué malestar? Estaba en sus fuertes brazos y anidada en su pecho. ¿Cómo podría estar incómoda? Pero ante la duda, improvisa. Ese era mi lema.
—Ah, espero que ayude. Está doliendo tanto… ¡Ay! —yo apoyé la cabeza en su ancho hombro, sintiendo su perfume embriagante.
Él ni estaba cansado cuando me colocó delicadamente sobre el sofá. Retiró mi sandalia con mucho cuidado y levantó mi jean hasta la mitad de la pantorrilla.
Agradecí en silencio al inventor de la depiladora eléctrica cuando vi mi pierna completamente lisa siendo examinada por su mirada preocupada.
Justin fue hasta la cocina, regresó con una bolsa de brócolis congelados envuelta en un paño de cocina y la colocó sobre mi pie. Había una marca en la piel blanca, que tenía un tono morado. Dolió un poco, de modo que no fue del todo falso el gruñido que solté.
—Ya mejorará —dijo, cariñoso—. Alguien debería hablar con la madre del chico. Además de peligroso para él, es peligroso para todos los del edificio.
—Ni vi de donde salió —dije, toda llorosa.
—Ni yo, o te habría empujado antes que él te atropellara. Hablaré con el síndico mañana. —Y estaba segura que hablaría—. ¿Está doliendo mucho?
—Ajá —murmuré, abriendo los ojos un poco más, la boca levemente torcida en lo que esperaba que sea una mueca desolada—. Creo que nunca más podré jugar al fútbol.
Él tocó mis cabellos despeinados, colocando un mechón atrás de mi oreja.
—¿Juegas fútbol? —sus cejas se levantaron.
—No. Pero ahora mi carrera se acabó.
Él rio.
—Tranquila, cuidaré de ti. Podrás jugar el fútbol en… algunos días.
—Gracias —sonreí.
—Buscaré una almohada para ti.
—¡No! —pedí, asegurando su brazo duro, fuerte y torneado—. Quédate conmigo, Justin. ¿Por favor? —imploré con un gemido.
Pareció reaccionar a mi pedido. Un leve brillo en los ojos, una pequeña sonrisa en los labios.
—Claro —concordó y se sentó a mi lado en el sofá.
Descansé mi cabeza en su hombro.
—¿Por qué fuiste tan rudo con el chico?
—Él podría haberse lastimado. Y te lastimó a ti —señaló, irritado.
—Pero es solo un chico.
—Eso no es motivo para jugar con la vida. Ni con la de él ni con la de nadie
—dijo, categórico.
Asentí, un poco insegura. Parecía haber más, pero no quería presionarlo a contarme cosas que no deseaba. Quería presionarlo a besarme otra vez.
Suspiré.
—¿Está doliendo? —preguntó, preocupado.
—Un poco —mentí. Ya no dolía. Ardía un poco, pero era totalmente soportable.
Pasó el brazo por mis hombros y besó mi cabeza.
Levanté la cabeza, sorprendida. ¡Él estaba tan cerca! Quería decirle tantas cosas, quería que supiera cómo me sentía, pero de algún modo las palabras quedaron presas en mi garganta. Era fácil sentir, era simple decir a Lily y era hasta natural, por increíble que pudiera parecer, explicar al abuelo en mis sueños, lo que sentía por Justin. Sin embargo, mirar sus ojos enfrentando los faroles verdes deslumbrantes, me dejaba extrañamente tímida.
Dudando, apoyé la mano en su pecho y esperé, recelosa de ahuyentarlo.
Como Justin permaneció inmóvil, me atreví a inspirar profundamente, sintiendo todo aquel aroma de él invadir mis sentidos. Me observó con el rostro duro, concentrado, pero los ojos tenían fuego, quemaban mientras miraban fijamente mis labios.
Me aproximé un poco más, poniendo mi cuerpo a su costado, retorciendo los dedos en su camisa para mantener el equilibrio. Sentí cuando su respiración se tornó más corta, los latidos de su corazón, más rápidos. Sosteniéndole la mirada, me estiré un poco, hasta que mis labios casi tocaban los suyos. Vacilé, temiendo que él me rechazara. Sin embargo no me apartó. Continuó mirando mis labios con intensidad, como si quisiera tomarlos para sí. Entonces me acerqué y besé su boca. Y la explosión de sensaciones y colores fue más fuerte esta vez, casi insoportable.
Cerré mi puño en sus cabellos, acercándolo más, deseando fundirlo a mi cuerpo, para que formara parte de mí. Él no pareció sorprendido con mi abordaje nada sutil. En realidad, pareció tan aliviado como yo.
Rodeando mi cintura con una de las manos, deslizó la otra por mi espalda, acariciando mi piel, prendiéndose en mis cabellos. El beso se volvió más intenso, más íntimo, y Justin, en un movimiento rápido y firme, además de delicado, me giró en sus brazos hasta que quedé debajo de él. Gemí cuando sentí su cuerpo sobre el mío, y hundiéndome en el sofá.
Su boca examino la mía con ímpetu, queriendo conocer cada secreto de mí, y estaba más que dispuesta para que él los descubriese. Respondí, abrazándolo con brazos y piernas, apretando su cuerpo al mío y estremeciéndome al sentir la rigidez y la fuerza de sus músculos.
Justin levantó la cabeza y me miró con los ojos inyectados, feroces, oscuros de deseo. Tiré de su camisa hacia arriba por su cabeza pues no quería perder tiempo con los botones. Me ayudó, deshaciéndose de la prenda con agilidad. Tuve una pequeña vista de su pecho antes que volviera a besarme, en una entrega total. ¡Sí, había vellos suaves! El estrecho camino, un poco más oscuros que sus cabellos, descendía por su abdomen plano y perfecto. Deslicé los dedos por allí, todavía más suaves que la cachemira, sintiendo su piel caliente erizarse con el toque. Recorrí cada centímetro de su estómago liso hasta alcanzar la cintura del pantalón. Se estremeció.
—Kimberly —murmuró con una voz gutural contra mi piel.
Me sentí viva, libre, dolorida, hambrienta, cuando sus manos recorrieron el costado de mi cuerpo, mi cadera, y acariciaron mi muslo. Su lengua pasó a saborear la piel de mi cuello, inyectando fuego en mis venas. Continuó descendiendo hasta encontrar el obstáculo de mi blusa. Delicadamente pasó su mano debajo del tejido con dedos imperiosos pero cariñosos, bajándolo y exponiendo mi sostén, y luego alcanzó la carne suave que él ocultaba. Sus labios exploraron y se cerraron alrededor de la piel sensible de un pezón, erecto, lanzándome en un vertiginoso remolino de placer.
Al borde del abismo otra vez.
Gemí y presionó la cadera contra la mía, dejando un sonido ronco y primitivo escapar del fondo de la garganta. Cerré los dedos en sus cabellos salvajemente, arqueándome contra su boca, con lujuriosa desesperación que llegaba a doler en mi interior.
En un ritmo frenético, tanto Justin como yo nos dedicamos a los botones y cremalleras de nuestros pantalones, un poco confundidos, pues continuábamos a los besos, apretones y rasguños, ávidos como animales… como amantes.
Entonces la campanilla sonó.
Justin dio un salto, enderezándose. Me observó sorprendido, como si recobrase la cordura, entonces miró a la puerta, después a su cuerpo medio desnudo, el pantalón entreabierto, y de vuelta para mí y mi ropa desordenada, pareciendo no creer en lo que veía.
Yo todavía respiraba con dificultad cuando él alcanzó la camisa y fue a abrir la puerta. Me recompuse con desánimo. El distanciamiento que vi en sus ojos al ser interrumpidos me hizo creer que él no regresaría y me diría: ¿Dónde habíamos quedado? Lo conocía lo suficiente para saber que Justin se había dejado llevar por impulso y no correría a mis brazos en cuanto quien quiera que sea nos dejase en paz.
Era la madre del chico que me atropelló, queriendo saber si yo estaba herida.
Justin le explicó que no había nada serio además de una pequeña luxación y recomendó que lo alertase sobre el peligro de bajar las escaleras de aquella forma.
Ella asintió, diciendo que el chico estaba asustado con lo ocurrido, deseó que me mejore y se marchó. Esperé, inmóvil, hasta que Justin regresara. Escuché ruido en la cocina y luego él estaba parado frente a mí, ofreciéndome un vaso de agua mientras bebía del suyo.
—Kimberly, yo… sinceramente no sé qué me pasó para actuar de esa manera. Yo… —él miraba para todos lados, menos a mí—. Juro que nunca más volverá a suceder.
Presioné los labios contra el vaso para no gritar.
—Creo que estoy bajo presión en el trabajo, y tú eres tan… Perdona. Creo que es mejor que vayamos a la cama —dijo, después agregó—: Solos, quise decir. Cada uno a su cama y… ¿necesitas ayuda?
Sacudí la cabeza negando.
—Buenas noches —me observó por un segundo antes de dejar el vaso sobre la mesa y dirigirse a su habitación.
—¿Justin? —llamé cuando estaba en la puerta.
Reacio, dirigió su mirada hacia mí.
—Mientes muy mal —susurré, bebiendo el resto de mi agua.
Él abrió la boca, desconcertado, pero desistió, entrando al cuarto rápidamente.
Permanecí en el sofá, frustrada, pues me di cuenta que mí tentativa de seducirlo no funcionó y que ahora Justin estaría más precavido que nunca y ciertamente a la defensiva. De alguna manera, había conseguido alejarlo aún más de mí.
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Se Busca Marido (Jb)
Fanfiction•Una Muerte •Una Herencia •Una Búsqueda •Una Traición ¿Como Terminara esta historia ? _________________________________________ Créditos para la portada: @ohmymaddox muchas gracias !! Mis otras novelas: ■ Se Busca Marido (J.B)TERMINADA ■Matrimonio...