◇Capitulo: 22◇

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Maratón: 2/5

—Ve, di todo. Y es mejor perfeccionar los detalles tórridos si realmente quieres que te perdone tu error —exigió Lily mientras Justin  se alejaba en el centro comercial, yendo en busca de un nuevo par de zapatos para correr. Él se ofreció a llevarme de compras después del trabajo, ya que había echado sobre él el drama de mi pesadilla en el autobús. Justin  pensó que era divertido mi terror al transporte público. Yo sospechaba que él no conocía el maravilloso sistema de transporte público de Suiza.
—No hay mucho que contar... —le dije.
—Venga. Justin  me dijo que estuvieron juntos en la misma habitación, después de una cena mega romántica, y ahora te apareces aquí con esa estúpida sonrisa en tu rostro y tu súper caliente marido a cuestas, como si no fuera nada más. Cuenta inmediatamente y no me obligues a usar la fuerza.
—Sus padres cenaban con nosotros, Lily. ¿Cómo podría haber sido romántico?
—¡Tú lo pediste! —dijo ella, con los ojos cada vez más grandes y más brillantes, con la boca ligeramente temblorosa, con los hombros caídos. Suaves gemidos de dolor se hicieron eco en lo profundo de su pecho.
—¡Está bien! —Puse los ojos mientras subíamos las escaleras mecánicas—. ¡Puedes parar el drama! Preparó la cena y me presentó a su familia como su Kimberly, sea lo que sea. Hablamos hasta tarde. Eso es todo. Él y yo almorzamos juntos hoy y luego se ofreció a llevarme al centro comercial porque necesitaba comprar una corbata para la comida de la mañana con la junta directiva y unos zapatos de correr. Sus padres ya estaban en casa. Por lo que entendí, viven en una granja a unos pocos kilómetros de aquí y vinieron a la ciudad para llevar a Marcus a hacer algunos exámenes. Él tuvo un accidente recientemente. Me gustaron mucho, son personas súper agradables. Como dije, no fue nada romántico.
—Oh, Kim. ¡Así dañas todos mis sueños! Quiero saber de la primera noche.
¿Cómo fue? ¿No se enrolló nada, ni un poquito? ¿Una caricia de manos, una mirada diferente, una mano tonta en la madrugada, incluso ni un poco?
—No. Quiero decir... —desvié la mirada— hablamos un poco en la oscuridad, y luego Justin  se durmió y en el medio de la noche me abrazó y susurró mi nombre una vez. Aún estaba abrazándome esta mañana. Fingí que estaba dormida cuando él se despertó. Él no lo mencionó, tampoco.
Me desperté extrañamente más temprano que de costumbre. Tal vez era por el calor que me envolvía. Era demasiado delicioso para permanecer inconsciente.
Justin  todavía estaba con su brazo alrededor de mi cintura, sosteniéndome contra su cuerpo posesivamente. Puse mi mano sobre la suya, acurrucándome más. Poco después, se despertó. Yo sabía que él estaba despierto por la tensión que dominaba su cuerpo y por el... um... movimiento duro y pulsante contra mi cadera. Mantuve los ojos cerrados mientras él trataba suavemente tirar de su brazo. Lo abracé con más fuerza, impidiéndole que se alejara, y respiré profundamente. Esperó unos segundos antes de sacar su mano de nuevo, con mucho cuidado de no despertarme.
Pero, al bajar de la cama, golpeó algo y juró por lo bajo.
Abrí los ojos, fingiendo que acababa de despertar.
—¿Justin?
—Lo siento, Kimberly. Me tropecé con mi maletín. Buenos días —dijo, tomando la ropa limpia en el armario.
—Buenos días —Me estiré toda y bostecé—. ¡Wow, tu cama es genial!
Nunca dormí tan bien.
—Es un gran colchón —Su voz no tenía ninguna entonación.
—No te golpeé ni nada, ¿verdad? Duermo un poco agitada. Al menos eso es lo que dice Lily —pinché, esperando ver algún tipo de reacción y decepcionándome al instante.
—¿En serio? Ni noté que estabas en la cama. Dormí como un tronco.
Él jamás confesaría que dormimos abrazados casi toda la noche. Y no había ninguna necesidad de presionarlo. Nuestra relación era estrictamente profesional.
Lily suspiró, tirándome fuera de la ensoñación. Sus ojos brillaron.
—¡Uh! ¡Eso es lo que estoy hablando, niña! —dije, satisfecha con la pequeña intimidad que había tenido con mi marido. Una enorme sonrisa se coloreó en su rostro.
Voltee los ojos.
—Lily ya pasé por la adolescencia hace tiempo.
—No me importa. ¿Qué más? ¿Qué usó para dormir? ¿Cómo fue el abrazo?
—Camiseta, pantalón corto, cuchara. Eso es todo.
—¡Oh, Dios mío! ¿Cómo así, cuchara?
—Estaba inconsciente. Déjalo en paz —me quejé, saliéndome de la escalera mecánica y caminando adelante. Ella entrecerró los ojos.
—Estás ocultando algo.
Suspiré. ¿Por qué Liliana tenía que conocerme tan bien?
—De acuerdo. Pasó el día enviándome bromas por MSN —comenté, deslizando el dedo sobre una de las ventanas de la tienda sin verla.
—¿Qué clase de bromas?
—De esas, así bobas —dije, sin mirarla.
—¡Y te gustó! —dijo ella satisfecha.
Solté los hombros, desanimada, y encontré sus ojos sonrientes.
—¿Qué me está pasando?
— ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío! —Ella saltó en el lugar.
—¡Lo sé! ¡Pero no estoy enamorada! Justin  es mucho más genial de lo que podía imaginar. Lo que siento por él es sólo atracción... —confesé.
—Seamos sinceras, yo estaría loca si no me sintiera atraída por un tipo como él. Justin  es todo... ¡y no me mires con esa cara, Lily ! ¡Ni comiences!
—¿He dicho algo? ¿Me oíste decir algo? No dije nada —Hablaba en serio, con la mirada inocente, demasiado, y se encogió de hombros.
—Vamos a comprar esa cortina de mierda —gruñí, plenamente consciente de que ella no creía en nada de lo que dijera. Por lo menos en relación con lo que sentía por Justin.
Corrimos por todas las tiendas de artículos para el hogar en busca de la cortina perfecta. Cuando la encontré, no pude comprarla. Mi dinero estaba a punto de terminar y tenía que durar dos semanas más, cuando venga el próximo pago.
Terminé llevando una más simple, de gasa blanca, hasta bonita, y con un precio más accesible. Aproveché y compré una bata, sólo para garantizar que Justin  no me vería de nuevo caminando por el apartamento envuelta en una toalla.
Encontramos a Justin  en la zona de comida y escogimos comida rápida, aunque él no parecía muy entusiasmado con la comida. Terminé riendo cuando hizo una mueca hacia mi triple hamburguesa goteando grasa. Lily nos estudiaba atentamente, y Justin, dándose cuenta de eso, no paraba de sonreír, divertido con la situación. Me pateo por debajo de la mesa. Levante los ojos y terminé mi batido.
Yo parecía la única adulta allí…
Era tarde y nos íbamos al estacionamiento cuando vi un atisbo de un vestido en una vitrina que parecía susurrar mi nombre. Me acerqué al cristal hipnotizada por la belleza de la pieza. Era hermoso. El vestido perfecto para la cena con Justin  y la junta del viernes. Estaba considerando la posibilidad de entrar en la tienda cuando encontré la placa con el precio.
—¡Guau!
El vestido negro, cerrado al frente, pero con un generoso escote en la espalda, que cuesta tres veces más que mi magro salario. En otros tiempos, creería que era un verdadero pecado costar tan poco, pero, dada las circunstancias, era un robo.
Lily  entendió mal.
—¡Hermoso, Kim! Pruébatelo a ver cómo te queda —incitó.
—Por supuesto que no. ¡Mira el precio! No me lo puedo permitir.
—Oh, lo es. A veces se me olvida que ahora eres tan pobre como yo. Mi amiga ya no es la princesa de antes. Ahora es Cenicienta, como yo. —Decepcionada, ella se arrastró por el piso plano.
Puse mi brazo sobre su hombro y la alejé de la tienda. Justin  sólo nos miraba.
—Eh, un momento, esta Cenicienta necesita encontrar una calabaza mágica que la libre de la maldad de los buses —dije y ella rió un poco—. Y es sólo un vestido. —Un vestido perfecto, que puede hacer que Justin  me mirase con otros ojos... realmente quería eso.
—¡Pero es tu tipo!—murmuró.
—No tendría donde usarlo. No voy más a lugares geniales ni a fiestas chismosas. Sería cruel condenar este precioso vestido a mi nada de vida social actual.
Ella suspiró profundamente.
—Sí, eso mismo —acordó triste—. ¿Quieres salir? Hay un nuevo club nocturno que es muy barato.
—Hmm... Está bien. Preciso salir un poco. Me estoy quedando atrapada en esa oficina gris. —Y, volviéndome a Justin , le dije—: ¿Quieres ir?
—Puede ser... —él estuvo de acuerdo, medio inquieto.
—¿Quieres ir con nosotras? ¿A un club nocturno? ¿En serio? —le pregunté, sorprendida. Él se encogió de hombros.
—También necesito salir un poco. Si no te importa que vaya…
—No, está bien. Será genial verte en mi mundo. —Sonreí.

Se Busca Marido (Jb)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora