CARTAS A UN VIEJO AMOR.

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4. el frío llego repentino, los montes se pintan de gris, el viento helado erizaba hasta el alma, las manos se llenaban de ganas de ser tocadas, el cuerpo lloraba por algo de calor;
besos y abrazos suplicaban.

La canción favorita le hacía juego al clima; a su falta de corazones y piezas que le hacían más inquietante sobrevivir al mes de noviembre.
Y ahí estaba él inundando sus oídos, el paladar, la espalada y su corazón roto de recuerdos que hasta los poros le llegaban; recuerdos varados en aquella cera del mes de abril, en aquel instante en el que su vida comenzó a pintarse del mismo color que las nubes;
gris.

El corazón tiene aires de escritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora