Capítulo 5

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A mi prima Milena que es una de las pocas personas que lee la novela y me incentiva a seguir escribiéndola. Te quiero estúpida. 

Secretos Ocultos

Capítulo 5

La verdad es que me sorprende la velocidad con la que avanza la semana. El día viernes ha llegado, el día preferido de cualquier ser humano, el momento en que la semana está a punto de llegar a su fin. Creo que gran parte de mi buen humor se debe a ello. El lunes me convertiré en Voldemort de nuevo, no tengo pruebas ni tampoco dudas. En fin, también debería darle algo de crédito al clima presente. Es un día fresco, el cielo es tomado por una gran cantidad de nubes de tonalidad grisácea y el comienzo del otoño aumenta mi humor un poco más.

Y aquí es cuando me arrepiento de no haberme traído alguna chaqueta.

Los pasillos del instituto se encuentran demasiados calmados, no hay muchas personas y el ruido es casi inexistente. Es el momento de dirigirse a las clases por eso la mayoría ya se encuentra en su respectivo salón. Cierro mi casillero con prisa y comienzo a escanear todo mi alrededor.

Es ahora o nunca. Tengo que encontrarlo como sea.

Opto por faltar a la clase de Historia, aunque bueno, puedo apostar que el profesor ni siquiera se percatará de mi ausencia, ya que, de todas maneras, su odio hacia mi persona es algo demasiado evidente y no tener que lidiar conmigo en una clase debe ser un favor divino para él.

No tardo más de dos segundos en comenzar a tomar rumbo hacia cualquier parte de la gran edificación. Debo buscar en cualquier sitio.

¿Dónde diablos se ha metido?

Ingreso al armario del conserje, luego sigo hacia la cafetería, algunos salones vacíos también forman parte de mi búsqueda y para finalizar mi fracaso me dirijo hacia la biblioteca. Los minutos pasan cada vez más rápido y mi ansiedad es cada vez más grande.

Suspiro con derrota.

Voy a matarlo.

Me adentro en el patio trasero del instituto, donde se encuentra el gran estadio de fútbol americano. Hay un par de adolescentes practicando para el partido de esta noche, no son demasiados. El patio es enorme sin contar el sector donde se encuentra el estadio, así que comienzo a escanear hacia el otro lado.

La verdad es que no se si me sorprendo o si me enfurezco aún más, creo que es una combinación de ambas.

Mis pasos firmes son los que me plantan frente a mi objetivo, frente aquel árbol que había encontrado el primer día de instituto.

Me esmero en raspar mi garganta y en producir una tos demasiado forzada y exagerada, quiero llamar su atención. No tengo que esforzarme mucho para que sus ojos se despeguen de aquel libro que sostiene entre sus manos y que se claven en mí. Esos ojos repletos de frialdad me observan a través de esas alargadas pestañas, su ceja se eleva y me observa sin gracia.

—Voy a matarte —rompo el silencio de golpe—. ¿Se puede saber dónde diablos has estado en esta maldita semana? ¡Hoy es viernes, Smith! Y tú mismo me prometiste que aprobaríamos el maldito trabajo, ¿y sabes qué? Oh claro que lo sabes. No aprobaré, claro que no lo haré ¡Si ni siquiera lo hemos comenzado!

Su cuerpo recostado y hasta relajado parece ni siquiera inmutarse ante mis palabras, su posición es suelta y despreocupada, como si no quisiera que nadie lo estorbara allí. Su mirada serena acompaña a la situación, da a entender de forma clara lo poco que le interesa mi presencia. No le afecta en absoluto el trabajo, estoy más que segura de eso.

De acuerdo, no me malinterpreten, no me considero una nerd, pero de todas formas me gusta llevar todo al día.

—¿Otra vez buscándome? —no despega su mirada de la mía, hasta parece una competencia de quien dura más tiempo sin desviarla. Creo que siento un tono divertido en su timbre de voz, pero me parece absurdo que proviniera de él, así que simplemente olvido de ese disparatado pensamiento— Que extraña obsesión tienes conmigo, Miller.

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