Capítulo 8

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Secretos Ocultos

Capítulo 8

Muchas veces de mi vida cuestiono como es posible que mi mente sea capaz de tener tanto fanatismo por querer averiguar y resolver absolutamente todo. Sinceramente no logro comprender algo y ya intento obtener una respuesta severa. Obtener un por qué de las cosas, al igual que Sócrates.

Hubiésemos sido grandes amigos, Soc.

¿En serio estoy hablando de un filósofo del siglo V?

Realmente necesito amigos.

De este siglo, por supuesto.

En fin, ¿en donde había quedado? Ah si, soy una gran admiradora de las hipótesis. Analizo y bombardeo con preguntas para lograr encontrarme cien por ciento segura de las cosas. Es un don, por así decirlo. Aunque hay ciertos momentos en la vida en que las cosas no encuadran como uno realmente lo espera o simplemente lo deduce. No siempre existe un por qué o una justificación a algo, bueno, o solamente no somos capaces de verlo.

Como en este momento.

Aquí es donde me pregunto: ¿Cómo puede ser posible que un pelirrojo con atuendo oscuro, mirada y aspecto sombrío, con un pequeño piercing en el labio inferior pueda escuchar música como la Bruno Mars?

No lo comprendo. Realmente no puedo.

Sé que las apariencias engañan y no hay que prejuzgar pero... No lo comprendo. No puedo hacerlo.

—When I see your face, there's not a thing that I would change cause you're amazing

—Ya no puedo mas con esto, ¿falta mucho para que te calles?

La camioneta negra en la cual nos encontrábamos era bastante amplia. Llevábamos esperando aproximadamente cuarenta minutos aquí dentro. Greg se encontraba sentado en el asiento del acompañante, mientras que yo había tomado el asiento trasero para poder estirar mis preciadas piernas.

—Just the way you are, and when you smileeeee

—Oh no. No de nuevo —cubrí mis oídos con ambas manos—. Avísame cuando la tortura se termine.

El pelirrojo pareció notar mi molestia. El sonido de la radio comenzó a bajar y los ojos de este se clavaron en mi.

—No puedo creer que no sepas valorar la música, el arte y la pasión.

—En primer lugar, eso no es música. Eso es una abominación al arte de la música —respondí desafiándolo con la mirada—. Créeme Greg, si Bruno Mars estaría dentro de esta camioneta seria el primero en solicitar la eutanasia.

Su boca de abrió y colocó la mano en su pecho para demostrar lo ofendido que se sentía.

—¿Sabes como se llama eso, Brooke? Envidia.

—¿Envidia? —fruncí mi ceño— Pero por favor, para sentir envidia hacia algo necesitaría existir algo bueno —miré toda la camioneta como si estuviera buscando algo—. ¿Y sabes qué? Aquí parece no haber nada.

—Negar que no tienes envidia me hace afirmar que realmente te mueres de ganas de poder tener mi voz —insistió con ambos ojos cerrados, como si tuviese razón absoluta de lo que estaba diciendo—. Se que es duro no poder llegar a mis agudos, lo siento tanto por ti bonita.

Abrí la boca para responderle a Greg y defender que mi voz no era taaan mala como el consideraba. Pero la puerta de la camioneta se abrió. Smith entró en ella y se posicionó en el asiento del conductor, no dijo ninguna palabra, simplemente suspiró y puso el vehículo en marcha.

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