Capítulo 5:

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Sus pasos se escuchaban por los pasillos, ahora vacíos. Miró su reloj en la mano izquierda, sin dejar de correr.

7:18 am ¡Genial! Ya no entraba a la primera clase. Otra vez.

Al mirar hacia el frente vio algo borroso antes de que se tornara negro. No se dio cuenta de cuando se encontraba en el piso, sus cosas se habían caído por todas partes. Sintió las manos de alguien tomarlo de la cintura y el cuello para ayudarlo a levantarse. Estaba algo mareado, y sus ojos cerrados por el golpe.

Aunque sentía el contacto de esas manos tocando directamente la piel de su cintura. No se había dado cuenta de que cuando cayó su camisa se subió un poco, dejando ver parte de su abdomen levemente marcado.

-Uy, l-lo siento, no vi que venías corriendo y... lo siento ¿estás bien? -preguntó la voz de un chico, y parecía preocupado.

El rubio asintió con la cabeza llevándose también las manos a esta. Abrió los ojos finalmente, y cuando lo hizo se sorprendió. ¡Por Dios! ¡Era el chico de la cafetería!

-¡Hey! ¿Otra vez tú? -no pudo evitar decir, soltando una risita.

-Uh... -se quedó pensando un momento, y algo hizo clic en si cabeza-. ¡Oh por dios! ¡Eres tú! -dijo sorprendido-. Yo... lo siento, otra vez... -dijo apenado, quizá demasiado, porque se quedó algunos segundos en silencio-. Entonces... parece que no te alegras tanto de verme.

-Sí, bueno...hace unos días me tiraste café caliente encima de una camisa blanca, la mancha no se ha quitado, ¿Sabes? Y hoy me pegas con la puerta de tu casillero, en la cabeza -comentó.

El castaño agachó la cabeza sin decir nada, se veía realmente apenado.

-Lo siento -dijo rápidamente el rubio-. Disculpa, no lo quise decir así... -se disculpó.

-Está bien, fue mi culpa... -dijo mordiéndose nerviosamente el labio, levantando un poquito la mirada.

-No, no, enserio -y ahora el que se apenaba era él-. De verdad que no lo quise decir así, yo...

Y antes de que se agachara a recoger su mochila y algunos libros, el castaño ya se los estaba entregando en la mano y con una sonrisa de disculpa en su rostro.

-Gracias, no tenías...

«No, espera, alto»

De repente pareció como si se hubiera acordado de que llevaba algo más con él, y aun no lo tenía en sus manos. Comenzó a voltear hacia el piso en todas direcciones, pareciendo buscar algo. Cuando lo encontró, se notó que se puso un poco nervioso y un muy leve sonrojamiento apareció en sus mejillas, delatándolo.

El castaño que estaba frente suyo volteó hacia donde el rubio miraba, y pudo ver algo extraño al lado de un bote de basura. Caminó hasta agacharse y cuando miró de qué se trataba, vio la forma de flores, alrededor de una coronita. ¡Por dios! Era una corona de flores.

Sin darse siquiera cuenta, sonrió. Agarró delicadamente la corona y caminó de nuevo hacia el rubio, este lo miraba con algo de pena. El castaño lo miró a los ojos, sin dejar de sonreír.

-Uh... esto... ¿Esto es tuyo? -preguntó con voz suave. El rubio solo asintió-. ¿En serio? -su sonrisa se hizo más grande-. !Vaya!

El rubio volvió a asentir con la cabeza, abrazó sus libros fuertemente contra su pecho, mientraz sentía sus mejillas calentarse.

Lo vio acercarse a él, y muy delicadamente alzó sus brazos hasta la altura de su cabeza, colocó la corona de flores sobre su cabello, y acomodó algunos mechones traviesos que se bajaron hacia su frente, en donde antes estaban. Bajo sus brazos muy lento, sin dejar de mirar al ojiazul.

¡Y todo por una apuesta! |Niam| (Reescrita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora