Capítulo 1:

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Se escuchó a alguien tocar la puerta fuertemente varias veces, interrumpiendo la clase. La mujer que la impartía soltó un bufido, dejando de hablar, y se dirigió a abrir la puerta, un poco molesta.

Un muchacho adorable de ojos azules la miraba nervioso y disculpándose con la mirada por tener que interrumpir la clase de esa manera, pero antes de que pudiera disculparse, la profesora habló.

-No, no -bufó de nuevo la mujer, y miró el reloj que se encontraba en su muñeca derecha-. De nuevo tarde, señor Horan -se cruzó de brazos, notablemente molesta.

-Sí, sí, lo sé y lo siento señorita, es que yo...

-¡Me cansé de sus excusas! -lo interrumpió-. Es la tercera vez que llega tarde, y se lo advertí. Hoy no entra a mi clase.

-Pero por favor, escúcheme... -y para su suerte, su celular comenzó a sonar fuertemente avisándole de alguna llamada o mensaje.

-¡¿Y qué le dije sobre celulares en mi clase?! -gritó, y sonaba más molesta.

-Lo lamento -se disculpó.

-No lo quiero ver acá. ¡Váyase! A la dirección, o a donde sea. ¡No lo quiero ver en mi clase!

El chico, resignado, se echó la mochila en un hombro y dio tan solo un paso hacia atrás, la puerta se cerró en su cara con fuerza. Recargó su cabeza un momento en la puerta, luego dio media vuelta y comenzó a dirigirse a la cafetería.

Revisó el mensaje que le había llegado, y este solo decía que su crédito se había agotado. Soltó un bufido volviendo a guardar el aparato.

Los pasillos estaban casi desiertos, a excepción de él, claro. Pasó por su casillero a dejar unos cuantos libros pesados y divisó un libro que en la portada alcanzaba a verse el nombre de Blog, estaba casi al fondo de su casillero, lo miró por unos momentos y decidió también llevarlo con él.

Unos cuantos minutos después, se encontraba en la cafetería de la escuela, con un café frío descafeinado en su mesa, la mochila a un lado, y el libro entre sus dos manos. Su mirada estaba fija en las letras plasmadas en aquellos pedazos de papel con tinta.

El tiempo pasó tan rápido que un segundo después, sonó la campana que indicaba que la primera clase había terminado. El rubio tan entusiasmado y metido en su mundo de lectura casi no escuchó la campana. Y es que aquel libro te atrapaba por completo (como todo buen libro), a pesar de que ya lo había leído unas veinte veces, era de sus libros favoritos, porque era simplemente increíble, tan alucinante y sorprendente.

Se levantó de la mesa sin despegar la vista de su libro. Cuando terminó de leer el capítulo, su vista se fijó en nada en específico y un 'woah' salió de sus labios. Se colgó la mochila en un hombro, como siempre, y agarró su vaso de café, comenzó a caminar a su siguiente clase. Antes de que saliera de la cafetería volteó hacia atrás, por alguna razón.

Su vista recorrió el lugar, sin centrarse en nada especifico, eso hasta que su mirada se fijó en un muchacho que corría a través de la cafetería muy rápido. Algunas otras personas también lo miraron.

El rubio frunció el ceño, sin apartar la mirada de él. Parecía alto, era delgado, de bonito cuerpo, su cabello era castaño y corto. Por un momento sus miradas se encontraron al detenerse el castaño, y quizá olvidándose de que corría, y si no lo hacía llegaría tarde a clases, al igual que el rubio ahora.

Ambos se quedaron viendo por algunos segundos, entonces Niall vio que los ojos color miel notaron su llamativa y profunda mirada azul.

Así como todo había empezado inesperadamente el encuentro de miradas se rompió de un momento a otro cuando los dos se dieron la vuelta al mismo tiempo, y volvieron a hacer lo que minutos antes de su (raro) encuentro, estaban haciendo.

¡Y todo por una apuesta! |Niam| (Reescrita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora