Capítulo 22:

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Las vacaciones llegarían pronto, unos días más, y los niños de primaria tendrían tres semanas de descanso. Y aunque para los de secundaria eran solo dos, estaba bien.

Apenas hace veinte minutos que había ido a dejar a su hermana a la escuela, y estaba de vuelta en casa sin saber qué hacer. Se dirigió a la cocina a lavar los trastos de la anterior noche, había un plato extra en el fregadero, y Niall supuso que era de su padre.

En la madrugada, a las 2:30 am lo había escuchado llegar, y como Niall no estaba dormido aún escuchó el ruido en la cocina, y minutos después escuchó pasos en la escaleras dirigirse a la habitación de sus padres.

También lo había escuchado levantarse muy temprano, a las 5:02 am estaba en la ducha, y lo había escuchado llorar mientras se duchaba. Niall había sentido algo extraño dentro de él.

Ahí fue cuando se dio cuenta... Estaba perdiendo sus emociones, ya no sentía ganas de sonreír, ya no sentía ni ganas de llorar, pero sí una sensación horrible en el estómago. No sentía ganas de hacer nada, pero cuando miraba a su hermana se reconfortaba bastante... Ella le ayudaba a sonreír, y dado esto también sentía ganas de gritar del coraje, pero no podía. Hablaba solo con ella y no con nadie más. Ya ni a su padre veían en la casa. Él también se encontraba muy mal por la situación.

Intentando dejar de pensar en lo malo, empezó a limpiar la cocina, luego siguió con la casa, las habitaciones, las escaleras, trapear el piso, y por último los cuadros colgados por toda la casa, quitandoles el polvo.

Para cuando se dio cuenta, ya había acabado, y aún faltaban dos horas para recoger a su hermana de la escuela. Soltó un bufido, y recogió la ropa sucia de los cestos que se encontraban en las habitaciones de cada quien.

Terminó de lavar la ropa, y en un minuto estaba saliendo de casa con llaves en mano. No le importó qué tan despeinado estuviera su cabello, ni qué tanto de notaran sus ojeras horribles, ni sus ojos apagados, o si estaba bien arreglado. Como ya era costumbre, desde hacía unos días que ya no usaba las coronas de flores, y se sentía extraño el no hacerlo. Había perdido todo eso que lo caracterizaba.

Se colocó el gorro de la sudadera, y metió las manos en sus bolsillos, caminó hasta la escuela de su hermana con la cabeza agachada.

El muchacho se quedó parado un poco alejado de los demás, justo detrás de un árbol, pareciera que estuviese escondiéndose. Cuando se escuchó el timbre de salida, muchos niños y niñas salieron corriendo, gritando, y sonriendo mucho.

El chico esperó a que su hermana saliera, y la visualizó rápidamente, estaba acompañada de su mejor amiga, una niña castaña, también de ojos azules. Apretó un poco la mandíbula al reconocerla, y ver que ambas caminaban hacia él.

—Hey, hola, Ni —sonrió An, saludando a su hermano.

—Hola, Niall —saludó Fernanda sonriendo.

—Hola Fer... —murmuró, e intentó sonreír.

—Oye, no he visto que vayas a casa a ver a Louis, te extraño. Mamá ha preguntado también por ti, pero Louis no dice nada, parece ido cuando le preguntamos, y no dice nada.

—Sí, bueno, es solo... que no he tenido tiempo, cuido a mi hermana —dijo lo primero que se le vino a la mente.

—Pero ella podría venir, también —sonrió inocentemente —. Podemos jugar con mis muñecas. y tú podrías traer las tuyas, An.

—¡Sí! Podríamos ir, Ni —respondió emocionada, volteó a ver a su hermano hacia arriba.

—Vale, vale... —intentó sonreír, ocultando las ganas de irse corriendo y no volver a salir al exterior—. Tal vez, otro día.

¡Y todo por una apuesta! |Niam| (Reescrita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora