Capítulo 34:

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Al cruzar la puerta el olor de la comida recién hecha inundó sus fosas nasales, aunque la ventana de la cocina estaba abierta.

Metió la llave en la cerradura y abrió, la voz de su hermana y su madre hablando se escuchaban distantes, Niall creyó que al oír el tono en el que hablaban le parecía que estaban hablando de algo emocionante, así que no las interrumpió. Antes de ir hacia la cocina se dirigió a su habitación para dejar su mochila, aunque al llegar a ella lo primero que hizo fue tirarse boca abajo en la cama.

Al cabo de algunos minutos alguien tocó ligeramente su hombro.

—¿Niall? Mamá dice que ya está la comida —anunció An Vené.

Niall sonrió un poquito al escucharla, y antes de querer levantarse bostezó. Durante el día no había prestado atención a qué tan cansado se sentía, pero ahora que sólo quería dormir en lugar de bajar a comer, a pesar de que se moría de hambre, se cuestionó el por qué se sentía así.

Pensó en muchas cosas, pero cuando se estaba poniendo de pie decidió que era por muchas cosas acumuladas, y no sólo una en especifica.

Bajaron las escaleras, y entraron a la cocina. Niall notó que su padre ya había llegado y los saludó, a él y a su madre, con una pequeña sonrisa.

—Hola, hijo —saludó su padre.

—Hey, Niall —murmuró Maura—. ¿A qué hora llegaste? No te escuché.

El muchacho camino hasta la mesa y sentó a un lado de su hermana, encogiéndose de hombros.

—Um, hace un rato —murmuró con la mirada de sus padre sobre él.

Sacó su celular y entró a alguna red social para pasar el rato en lo que servían la comida. Y aunque no se entretuvo mucho no dejó el celular hasta que su madre se lo pidió porque estaban a punto de comer.

Bobby hablaba sobre algo que casi lo hacia llegar tarde a casa para comer, pero Niall estaba un poco entretenido picando con el tenedor la carne de su plato, se llevó a la boca un pedacito de esta junto con un poco de puré de papa, y masticó.

No fue hasta que su hermana lo codeo que notó que todos lo estaban viendo, y habían dejado de hablar.

—¿Eh? —preguntó, un poco avergonzado, mirándolos.

—Cariño, ¿te sientes bien? —le preguntó su madre preocupada, acercando su mano a la frente del chico—. ¿Estás enfermo?

—Um, no —respondió extrañado. Estaba bien que no se sentía con tanta energía, pero se preguntó qué cara debía tener para que su madre pensara que tenía algo.

—Has estado... —murmuró indecisa.

—Diferente —dijo Bobby—. Algo distraído.

Incluso An Vené estuvo de acuerdo. Niall se sintió un poco avergonzado otra vez, y quiso apartar la mirada, pero no lo hizo.

—Um, bueno, no tengo nada —murmuró.

—¿Seguro, mi amor? —cuestionó su madre. Y por ese tono de voz, Niall de verdad pensó que estaba muy preocupada—. Últimamente pareces muy cansado y desanimado, pareces triste, o algo... Y mira, apenas has tocado tu comida.

—¿O es por el instituto, hijo? ¿Es algo estresante?

—Supongo... —se encogió de hombros—. Tal vez es porque últimamente no he tomado café —intentó excusarse—. No es bueno tomar tanto, ¿no? —dijo. Aunque eso no era cierto, los últimos días el café era lo único que lo mantenía de pie, pero no era suficiente para tenerlo con energía todo el día, porque a pesar de tomar uno o dos vasos en la mañana, por la tarde ya se sentía cansado.

¡Y todo por una apuesta! |Niam| (Reescrita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora