Capítulo 2. Parte 1.

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Mientras Vince observaba su reflejo en el espejo empotrado en la puerta de su armario, no pudo evitar pensar en los aspectos simples de su vida, aquellos que pasaba por alto la mayor parte del tiempo, pero que sin embargo, a la larga, demostraban ser de un gran valor e importancia.

Con casi cuarenta años de edad tenia líneas de expresión en las esquinas de sus ojos, sobre su frente y alrededor de su boca, sin duda producto de haber sufrido tanto estrés mientras servía en el ejército y después en su trabajo como bombero, pero también debido a las horas que paso riendo junto con las personas que significaban más para él que cualquier otra cosa en el mundo; su esposo Oliver y su mejor amigo Shaun.

En sus sienes el cabello estaba pasando de marrón oscuro a gris claro, dejando en evidencia que él ya no era el jovencito de antaño. En su estómago comenzaba a formarse una pequeña barriga que no parecía irse por más ejercicio que hiciera y su resistencia física estaba comenzando a disminuir, cada día le costaba mucho más subir las escaleras y sus carreras matutinas junto a Thor lo agotaban cada vez más.

Sus viejas heridas de guerra dolían todo el tiempo, algunas de sus pesadillas se volvían insoportables, y en su última visita al médico, este le había dicho que debía irse preparando para realizar el examen a la próstata.

No había nada que Vince pudiera hacer para ocultar los hechos, o tratar de fingir que no podía verlos. Ese tiempo ya había pasado.

Simplemente, Vince estaba envejeciendo, y eso más que nada, lo asustaba a muerte.

A pesar de que se sentía como una vida, él solamente había estado casado con Oliver cinco años, en su opinión, ni siquiera una tercera parte de todo el tiempo que quería pasar con el hombre que amaba.

Era por eso que estaba tan asustado, a pesar de que sabía que era un pensamiento irracional.

No quería envejecer. No quería que su piel se arrugara, que su mente poco a poco fuera perdiendo su lucidez, que sus órganos poco a poco dejaran de funcionar con potencia y que poco a poco se convirtiera en una sombra de lo que había sido.

Él no quería envejecer más de lo que ya lo había hecho, pero no se debía a una noción de vanidad o a simplemente no querer convertirse en un señor de la tercera edad.

No, él no quería envejecer, porque no quería dejar a Oliver atrás. No quería ser el que se fuera primero y dejar a Oliver completamente solo después.
No podía ni siquiera pensar en ello, sin sentir un gran dolor dentro de su corazón.

Simplemente era una noción aterradora.

—¿Cuánto tiempo planeas estar ahí de pie? —Preguntó Oliver mientras se apoyaba en el marco de la puerta, una suave sonrisa en sus labios—. El desayuno se va a enfriar si no te apresuras y Shaun ya debe de estar por llegar.

Vince le dio la espalda al espejo y en su lugar se enfrentó a su esposo, observando todos los aspectos de él que le fascinaban y que al mismo tiempo, alimentaban todos sus miedos e inseguridades.

A pesar de que ahora tenía veinticinco años, Oliver seguía viéndose tan hermoso como la primera vez que Vince lo había visto.

Su cabello rubio pálido caía suelto sobre sus hombros en grandes y perfectas ondas, sus rizos juveniles se habían suavizado con el tiempo, y estaba mucho más largo que cuando Vince conoció a Oliver. Él sabía que eso le había causado algunos problemas a Oliver, a pesar de que la sociedad era un poco más tolerante con ese tipo de cosas a algunos pacientes no les gustaba que su enfermero tuviera el cabello largo dándole una apariencia un poco femenina y se quejaban constantemente de ello, pero a pesar de la presión, Oliver se había mantenido firme, haciendo valer su derecho de lucir la apariencia que quería lucir, y demostrando que el aspecto físico no era un impedimento para hacer su trabajo de buena manera.

Sus ojos marrones aún brillaban como dos gemas llenas picardía y sensualidad, a pesar de que su mirada se había vuelto mucho más madura y adulta con el paso de los años.

Él aún seguía siendo varios centímetros más bajo que Vince, pero su cuerpo esbelto ahora tenía más músculos en los brazos y el abdomen, haciéndole tener una apariencia atlética y atrayente.

Oliver estaba en la cima de la juventud y el éxito, viéndose aún más perfecto con cada año que pasaba.
Y ese era el principal problema de Vince. Porque mientras él envejecía con cada año, Oliver simplemente seguía viéndose con pocos cambios, como si el tiempo no pasara sobre él.

Él se preguntaba constantemente si eso tenía algo que ver con que Oliver fuera un ser de magia, un cambiaformas como le había contado hace mucho tiempo, pero no quería preguntarle a Oliver sobre ello, porque Oliver le había dejado claro más de una vez que no estaba contento con lo que era y que prefería ser nada más que un humano común y corriente.

Oliver solo le había contado algunas cosas sobre lo que era, como que eran compañeros enlazados y sus almas estaban destinadas a estar juntas por el resto de la eternidad, además de que como consecuencia de eso Vince viviría tanto como Oliver lo hiciera —lo cual era un tiempo bastante largo, según Oliver, ya que los cambiaformas envejecían más lento que los humanos—, ya que sus almas estaban tan unidas que ni la muerte podría separarlas.


Vince había pensado que eso significaba que al igual que Oliver no envejecería, él tampoco lo haría, pero al parecer había estado equivocado.


Porque mientras el reloj de Oliver se había detenido, el de Vince aún seguía corriendo, quizás incluso, más rápido de lo normal.

—Oye, ¿estás bien? —Preguntó Oliver mientras se alejaba de la puerta y entraba en la habitación—. Te ves un poco perdido.


—Sí, estoy bien—respondió Vince mientras caminaba hacia Oliver, llegando rápidamente hacia él y abrazándolo contra su pecho—. Solo estaba un poco perdido en mi mente pensando en lo mucho que te amo.

—Yo también te amo —dijo Oliver mientras enterraba su cara en el cuello de Vince una vez que esté tuvo sus brazos envuelto alrededor de él.

Vince se apartó un poco del abrazo y tomó el rostro de Oliver entre sus manos, bajando sus rostros hasta que sus labios se reunieron en una danza familiar y amorosa que los única cada vez más.

Labios cálidos y suaves se movían sobre los suyos en una caricia hipnótica y placentera que siempre lo dejaba sin respiración y que hacía saltar fuegos artificiales detrás de sus ojos.

Daba gracias al cielo todos los días por el regalo que le habían concedido al traer a su vida a Oliver.

Él estaba agradecido de tenerlo a su lado cada vez que despertaba y cada vez que se iba a dormir, de que sus brazos se sintieran cálidos y seguros cuando lo abrazaba después de tener una pesadilla, de que sus caricias fueran amables cuando estaba estresado y dolorido, de que sus manos fueran firmes y ardientes sobre su piel cuando hacían el amor, de que besar sus labios se sintiera siempre como si fuera la primera vez que los besaba, mágico y explosivo, y de que sus ojos brillaran siempre con amor cada vez que lo miraban.

Puede que él estuviera preocupado por lo que el futuro les deparaba, pero ni siquiera eso era suficiente para menguar el amor que sentía hacia Oliver.

Oliver estaba metido tan profundo dentro de él, que Vince no podía tomar una respiración sin que pensara en él.


Vince amaba profundamente a Oliver y se lo repetía a sí mismo constantemente, tratando de ahogar la voz en su mente que le decía que no era suficiente… que nunca sería suficiente.

A veces se sentía como en los días en los que aún era joven y estaba enamorado de Shaun, aquellos días oscuros y llenos de dolor antes de que cortara los lazos que lo unían a Shaun de manera romántica. Aquellos días en los que pensaba constantemente que el amor que sentía hacia Shaun no era suficiente, que el amor que sentían el uno por el otro no era suficiente, y que Shaun merecía a alguien mejor que él.

En ese tiempo había pensado que lo mejor sería terminar su relación con Shaun, para que ambos pudieran buscar lo que les hacía falta, pero sabía que no podría hacer lo mismo con Oliver. No solo porque Oliver era su razón para vivir, sino porque no arriesgaría su matrimonio y la felicidad del hombre que amaba, solo por buscar un algo.

Él pensaba que ya era un hombre adulto que sabía lo que quería… pero al parecer no había madurado lo suficiente como para dejar de buscar algo que nunca iba a encontrar.

Separando sus labios de los de Oliver, Vince desterró esos pensamientos insidiosos, y regreso al presente, a la calidez que le brindaba el amor que Oliver le daba y que le hacía sentir como si todas sus preocupaciones se las llevara el viento.

—Voy a salir con Shaun esta noche —informó Vince mientras pasaba suavemente sus dedos por el borde de los pómulos de Oliver—. Al parecer necesita hablar conmigo sobre algo que quiere hacer, pero ha estado muy misterioso al respecto, no tengo ni idea de que se trata.

—Sí, yo también lo he notado un poco distraído y pensativo, no tengo ni idea de que pueda estar planeando —comentó Oliver mientras hacia un pequeño mohín con sus labios—. Supongo que si necesita de tu opinión es porque se trata de algo serio, de todas formas, diviértanse, pero no se emborrachen mucho ¿sí? Tengo turno hoy por lo que llegare muy temprano en la mañana, o al medio día, según como estén las cosas en el hospital.

—No te preocupes, no creo que bebamos demasiado, solo lo suficiente como para sacarle la verdad a Shaun, después de todo ambos, tenemos que trabajar mañana —respondió Vince mientras se inclinaba y dejaba otro beso sobre los labios de Oliver—. Suerte en tu trabajo y… ¿dijiste algo sobre un desayuno?

Oliver puso los ojos en blanco mientras negaba con la cabeza, sin embargo, todavía había una sonrisa cálida en sus labios.

—Lo juro por Dios, entre tú y Shaun, acabarían con toda la despensa en menos de un día si yo no estuviera aquí —comentó mientras se apartaba de Vince y comenzaba a salir de la habitación—. ¡Son un par de glotones! Creo que es por eso que se llevan tan bien.

Vince dio una risa baja mientras seguía a su marido, pensando que su vida no podía ser mejor que como estaba en ese momento, incluso cuando la insidiosa voz en su cabeza que le decía que algo faltaba no se callaba.

El Alma de Vince. Serie Los Orígenes y la Guerra de los Dioses 3.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora