Capítulo 1

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—No tengo buenas noticias para ustedes.

La voz vino a través del otro lado del teléfono y Oliver Reed sintió que su corazón se hundía hasta sus pies.

Él había estado esperando la llamada de su abogado desde muy temprano esa mañana y sabía que el que no hubiera llegado sino hasta la tarde, no podía presagiar nada bueno.

—¿De qué se trata ahora? —preguntó mientras se apoyaba sobre el borde de la isla en medio de la cocina, sintiendo como si sus piernas fueran de gelatina.

—Otra pareja ha presentado una solicitud de adopción para Max —explicó su abogado, Trent Copter—. Son una pareja heterosexual muy influyente en la comunidad, Oliver, y tienen dinero, les están dando prioridad.

—Oh… —fue todo lo que pudo decir debido al impacto.

—Sabes cómo funcionan estas cosas, podemos estar en el siglo veintiuno y el matrimonio gay puede ser legal en muchos partes, pero cuando se refiere a la adopción, las personas siguen aferrándose a lo tradicional, un padre y una madre —comentó Tren con pesar en su voz, y a pesar de que Oliver no quería esa lastima, sentía que era sincero—. Voy a seguir presionando, pero no quiero darte falsas esperanzas, es posible que perdamos todo el proceso que habíamos llevado.

—Está bien, lo entiendo —respondió en voz baja—. Gracias por avisarme.

—Voy a seguir luchando por ti y por Vince, sé que es duro, pero no pierdas las esperanzas —aconsejó Trent—. Te llamare cuando sepa cualquier otra cosa.

—Bien, adiós, saludos a los niños.

—Se los daré, adiós.

Oliver colgó la llamada y dejo el teléfono sobre la encimera, hundiendo sus hombros en derrota, con un gran sentimiento de pérdida perforando su corazón.

La adopción era el único camino para ellos ya que habían descubierto que Vince era estéril, y con la condición de cambiaformas de Oliver era imposible que pudieran subrogar un vientre, no solo porque no podía someterse a exámenes médico que evidenciaran su estado de no-humano, sino porque no quería darle a un niño la misma maldición que tenía él.

Por lo que sí, adoptar era el mejor camino a seguir.

Max, un niño hermoso de cinco años de edad y con ascendencia japonesa con ojos almendrados de color chocolate, sedoso cabello negro y una atrayente personalidad vivaz, era su tercer intento de adopción en un año y medio.

La primera, Emily, había sido una bebé de solo meses de edad, pero antes de que pudieran aprobar su adopción, después de meses de trabajo burocrático y legal, el padre del bebé había aparecido reclamando su paternidad, por lo que la bebé había sido sacada del sistema y entregada a su padre.

El segundo intento fue Richard, un niño de año y medio que había perdido a sus padres en un accidente de tránsito y que no tenía ninguna otra familia que peleara su custodia. Ellos habían presentado su solicitud de adopción, seguros de que les seria concedida sin problemas, pero en lugar de ello, la adopción de Richard se les había sido negada cuando descubrieron que tenía sangre nativa indígena.
El niño tenía que crecer con su propia cultura, dijeron, sus padres querrían que el viviera con gente como él, comentaron. Al final no sirvió de nada lo mucho que Trent, Vince y Oliver insistieron, Richard fue sacado del orfanato y puesto en una casa de acogida que tenía como padres a nativos indígenas.

Y ahora Max, a quien ya conocían y de quien se habían hecho amigos, de quien se habían encariñado, a pesar de que Trent les había aconsejado que no lo hicieran, y de quien ya pensaban como un hijo, también les podría ser negado.

Entendía que el camino iba a ser difícil, que quizás no tendrían suerte las primeras veces, que esculcarían todas las partes de su vida y la de Vince, en busca de cualquier falla que pudieran explotar para negar la adopción, el que ambos fueran una pareja gay no les ganaría ningún favor con las agencias de adopción, y el que proceso seria lento y difícil, pero a pesar de que había intentado mentalizarse a sí mismo, a pesar de que había intentado entender todo eso, la verdad era que aun así dolía.

Dolía demasiado.

Secando las lágrimas que habían caído silenciosamente por sus mejillas, Oliver se sacudió a sí mismo, tratando de sacar la melancolía fuera de su cuerpo por muy difícil que fuera.

Tenía una cena que preparar y Vince estaba por llegar en cualquier momento, Oliver no quería que lo viera de esa manera, sobre todo porque sabía que Vince también se sentiría abatido y dolido cuando le contara que posiblemente también les negaran la adopción de Max.

No sabía cómo debía de darle la noticia, porque no sabía cómo enfrentarla él mismo.

El Alma de Vince. Serie Los Orígenes y la Guerra de los Dioses 3.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora