CAPÍTULO 7

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La mañana de aquel día revolvía las sábanas blancas con una fresca brisa. Unos cabellos rubios se mecían al compás del viento matutino de Busan. DongHae sintió una sensación de vacío junto a él y, perezosamente, comenzó a abrir los ojos.

Una ligera neblina lo rodeaba. Una hermosa neblina. El cielo estaba completamente blanco, unos escasos rayitos de sol traspasaban las espesas nubes en la mañana.

¿Qué hora sería? ¿Las 6:00 a.m. cuando mucho?

Cuando el niño abrió por completo los ojos, se encontró en medio de un mar de sábanas blancas. Suaves y esponjocitas sábanas blancas. Levantó la vista al horizonte, encontrándose con una cuidad sumergida en la más blanca y hermosa neblina mañanera que jamás había visto. El silencio y la paz reinaban en ese momento en Busan.

DongHae se encontraba acostado boca abajo, quiso ponerse en pie pero un cansancio sobre humano invadía su cuerpo, ¡Y una indomable pereza! El niño estiró sus brazos a lo largo de la cama junto con sus piernas, cerró los ojos fuertemente mientras bostezaba y se daba una vuelta sobre aquellas deliciosas sábanas blancas hasta quedar boca arriba.

¡Aquello había requerido mucho esfuerzo para el flojo rubio! Se estiró una vez más.

Cuando su cerebro reaccionó y se dio cuenta de dónde estaba y quien faltaba, el niño abrió los ojos tratando de localizar a HyukJae en la cama. Pero el hombre no estaba. Hae, muy a su pesar, se sentó de lado en la cama, apoyándose con su codo y mirando alrededor para encontrar al hombre. La mañana se sentía un tanto fría, por lo que el niño jaló un bulto de sábanas para cubrirse más.

El sonido de una puerta cerrándose llamó su atención. Y ahí estaba frente a él aquel dios griego desnudo. Hae se sonrojó al ver la perfecta desnudez de ese hombre. ¿Cómo podía tener tan grande la polla?

—Buenos días, cariño. –dijo HyukJae acercándose a la cama. Se subió en ella y se sentó junto a DongHae. Una sonrisa cariñosa se dibujó en su rostro cuando vio a su niño tapado, como una oruga, con las sábanas.

—Tengo frio, Hyukie. –dijo el pequeño con un puchero.

—Jajajaja. Tan lindo.

—¡No te burles!

—No me burlo, cariño. ¡Ven aquí!

HyukJae se tumbó sobre la cama y jaló a su pecho al niño. DongHae se acurrucó en el fuerte pecho del macho. Sentir los duros brazos y el gran pecho de HyukJae era muchísimo mejor que las sábanas. Quería restregarse como un jodido gato por todo el cuerpo de HyukJae. Una travesura brilló en su mente.

El rubio se sentó en la cama y comenzó a buscar la diadema con orejitas de gato de la noche pasada. Cuando la encontró debajo de kilos de tela, la agarró y se la puso. Hae volvió a acurrucarse entre los brazos de HyukJae, pero esta vez, comenzó a  restregársele como un minino.

—Meow...

—Jajaja, ¿Qué haces? –preguntó divertido HyukJae al ver cómo el niño frotaba todo su delicioso cuerpo en el suyo. Hae parecía estar secando su cabello en el pecho de HyukJae y su rostro en su cuello.

—Te marco. –dijo el niño siguiendo con sus felinos movimientos.

—¿Me marcas?

—Sí. Porque soy un gatito.

—Un delicioso gatito... —HyukJae metió sus manos bajo las sabanas para encontrar las nalgas del niño. Cuando las encontró, las apretó tan fuerte que el gatito dio un brinco sobre la cama.

—¡HA! ¡Hyukie! –infló sus cachetes. ¡Eso le había dolido un poco!

—Vamos gatito... márcame...– HyukJae masajeaba la dolorosa carne en las nalgas de DongHae. Hyuk cargó a su niño y lo colocó sobre él sin soltar el agarre en los globos traseros. El castaño comenzó a mover las caderas. Las pollas se rosaban deliciosamente una contra la otra, el minino no podía dejar de restregarse en el musculoso cuerpo de su macho dominante. — ¿Quieres que sea tuyo?

ALTOS Y BAJOS. La clase social no importa cuando el placer manda. [EUNHAE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora