Capítulo 3

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Los siguientes días pasaron tranquilos para Micaela. Trabajar con Florencia era un agrado. Si bien las chicas de los otros pisos la habían asustado contándole cómo era trabajar en el piso diez, ella había decidido ponerle el pecho a las balas y que fuera lo que Dios quisiera.

Si tenía que irse, no iba a hacerlo sin luchar. Si ella era eficiente en su trabajo su jefa no tendría queja de ella, y por lo tanto, no tendría excusas para despedirla.

Era día viernes y había comenzado tranquilo para Micaela. Según la agenda de su jefa Florencia esa mañana tenía una reunión, por lo que, a esa hora, ella era la única persona en ese el piso diez.

Estaba tan sumida en su trabajo, que cuando el teléfono sonó, la hizo dar un salto en su silla. Luego sonrió por su reacción y se dispuso a contestar:

—Naviera Martínez, buenos días —contestó ella con voz suave y amable.

—Quiero hablar con Florencia— dijo la agria personaje al otro lado del teléfono.

Desde el martes que no sabía nada de esta desagradable mujer. Micaela pensó que se había librado de ella para siempre, pero al parecer no tenía tanta suerte. Ella estaba ahí llamando nuevamente a su jefa.

—Buenos días señora...

—Mira, ya te dije que te ahorraras tu amabilidad. Solo ponme a Florencia en la línea y no se te ocurra ponerme esa maldita música de espera que odio.

Micaela sonrió por lo que la mujer le decía sobre la música de espera.

—Qué bueno saberlo señora. Le diré a mi jefa cuando la vea que, la música no es de su agrado y que la cambie por algo más moderno, ¿Lady Gaga tal vez?

—¿A ti te pagan por trabajar o para que cuentes chistes? Solo quiero hablar con Florencia, ¿entiendes eso o te explico con manzanas?

Micaela sentía cómo la rabia le subía por los pies. La tipa estaba logrando que la parte más desagradable de ella apareciera. Lo único que deseaba eratenerla en frente y usarla como saco para practicar sus patadas de kung fu en ella.

Le diría un par de cosas a esta mujer, nada ofensivo por supuesto. Luego hablaría con su jefa y se disculparía por ofender a su novia y esperaba que ella la entendiera y no la despidiera.

—Por favor y gracias —dijo Micaela.

—¿Qué dijiste?—contestó una irritada mujer.

—Ya veo, no las conoce ¿Sabe qué esas palabras le pueden abrir muchas puertas? Grábeselas, por favor y gracias.

—¿Quién te crees que eres para venir a enseñarme algo a mí?

—Mire señora Solo Bárbara, estoy siendo muy amable con usted. Cada vez que llama trato de no hacerle caso a sus groserías. Sería mucho pedirle que cuando llame, ya que no dice buenos días, cuando me pida algo lo haga con un por favor y un gracias.

—Ah no, esto es lo más gracioso que he escuchado en mi vida. Tú, una simple secretaria, exigiendo algo.

—Me alegra saber que le hago gracia señora — dijo ella dispuesta a enfrentarla con todo—. Sí, es verdad que soy una simple secretaria, pero soy una simple secretaria a la cual le ensañaron a respetar a las personas cualquiera sea su origen o casta.

—No me interesa lo que pienses, ahora has tu trabajo y pásame a Florencia, ¿o es mucho pedir?.

Micaela no quería seguir con esa pelea, no quería que esta discusión le arruinara todo el fin de semana que tenía por delante.

-La Ogro-(Barbica G!p)-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora