Capítulo 14

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El club estaba lleno a reventar. Karen, Micaela y Javier trataban de hacerse espacio entre el gentío. Luego de varios empujones lograron llegar a la barra. 

Pidieron una cerveza para cada uno, y se dirigieron hacia la pista. Ese club estaba de moda y por eso es que había tal gentío dentro del local.  

Karen comenzó a moverse sensualmente tratando de llamar la atención de Javier, y lo logró, porque el baile que era amigablemente para tres, se había convertido en una danza solo para dos, donde Micaela no tenía cabida. Micaela decidió dejar a la pareja sobajeándose en la pista y volvió a la barra para pedir otra cerveza. Paseó su mirada por todo el local, viendo cómo las parejas bailaban, los amigos compartían alguna animada conversación y otros compartían tragos. Su mirada se fijó en el sector VIP, y creyó que su vista la engañaba. Sentados en unos cómodos sillones estaban Flor, su jefa, y Kevin, el abogado de la señora Martínez conversando y riéndose animadamente. Hacían un buena pareja pensó ella. Florencia era un sol de persona y Kevin era un hombre agradable. Claramente se atraían, Micaela sonrió al pensar en la pareja, nunca se lo hubiera imaginado.

Después de un rato de estar sola, rechazando las invitaciones a bailar de un par de hombres, comenzó a buscar el baño. Quería mojarse un poco la nuca, ya que dentro de ese local hacía un calor de locos. Luego buscaría a KKaren y le diría que se marchaba a casa. La noche para ella había terminado. Caminó hasta la puerta del baño, entró, abrió la llave del lavamanos y se mojó las manos para pasárselas por la nuca. Se retocó el maquillaje y salió de vuelta al bullicio del club.

Alcanzó a caminar dos pasos cuando fue arrastrada por una fuerte mano hacia un oscuro pasillo. No podía ver muy bien quien era la persona que se había atrevido a raptarla hacia ese oscuro lugar, pero no fue necesario ver nada. El aroma que llegó a su nariz le era inconfundible.

Sintió que sus piernas flaqueaban, la mujer la apretó más contra la muralla casi al extremo de dejarla sin aliento. Ella estaba excitada y enojada al mismo tiempo. Le encantaba esa situación de ser secuestrada por esta mujer, pero estaba enojada con ella misma por ser tan débil. Le bastaría solo una patada o un golpe de kung fu para apartarla de sobre ella, pero no quería, deseaba estar entre sus brazos.

—Señora Martínez, ¿qué cree que está haciendo?— preguntó Micaela con la respiración entrecortada. 

—Me encanta cuando me dices señora Martínez, tu boca es tan sensual cuando se mueve y pronuncia mi nombre. Me gustaría escucharte decirme Bárbara alguna vez señorita Suarez. 

Micaela notó que la mujer tenía aliento alcohólico. De seguro era whisky o algún licor por el estilo. Trató de moverlo un poco empujándola con las manos, pero ella no se movió ni un centímetro desde donde estaba.

—Señora Martínez, creo que debe soltarme y dejarme ir. 

— Creo que no quiero hacer eso Micaela— dijo ella, y comenzó a recorrer el cuello de ella con su nariz. 

A Micaela la recorrió un calor por todo el cuerpo, deseaba besar a esta mujer pero estaba borracha, de seguro no sabía lo que hacía. 

—Por favor, déjeme ir. Ya me estaba por marchar a casa, ¿me puede soltar por favor?  

—Oh Micaela, eres tan dulce, no puedo dejar de pensar en tus labios. Solo quiero besarte otra vez. 

Micaela se estaba derritiendo con cada palabra que salía de la boca de Bárbara, mientras ella seguía extasiada con el dulce aroma y la suavidad de la piel de su secretaria. 

—¿Por qué hace esto?  

—Hacer qué Micaela, ¿desearte? No lo sé. Solo sé que te quiero besar, te quiero tirar en una cama, quiero escuchar mi nombre salir de tu boca mientras mueres de placer. 

-La Ogro-(Barbica G!p)-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora