—Eres una maldita desagradable, ¿lo sabes verdad?— le dijo Florencia a su hermana, mientras ésta tomaba asiento en uno de los sillones de cuero negro que estaban en la oficina.
—Me lo han dicho un par de veces.
—Mira Bárbara, no voy a permitir que hostigues a Micaela, ella es una buena profesional y...
—De qué profesional me hablas Florencia, si ni siquiera tiene experiencia.
Florencia abrió los ojos, se cruzó de brazos y miró a su hermana.
—¿Cómo sabes tú que ella no tiene experiencia? ¿Acaso estuviste mirando su informe?
—Claro que lo revisé, tengo que saber con quién voy a trabajar. Puede ser una asesina en serie o una demente.
—¡Ja! qué graciosa, tú hablando de dementes. No entiendo por qué te interesó saber de ella. Siempre funcionamos igual, yo busco, hago las entrevistas, las contrato y tú te ocupas de que renuncien ¿Por qué ahora es distinto?
—No hay nada distinto Florncia, te estás imaginando cosas.
—Claro, estoy de siquiátrico y me estoy imaginando todo. Solo te diré un par de cosas que espero traspasen ese duro casco que tienes por cabeza. Primero: No acoses a Micaela, ella es excelente en su trabajo y quiero que siga aquí. Segundo: Si escucho una sola queja de parte de ella, te buscas tú una nueva secretaria y a Micaela me la quedo como mi asistente. Y tercero: Ten cuidado con ella, la chica es experta en artes marciales. Si quieres mantener tu lindo rostro, yo que tú no pensaría en hostigarla.
Bárbara tragó el nudo que se le había formado en su garganta ante el comentario de su hermana y se dispuso a hablar.
—Vaya, veo que la señorita Micaela tiene aquí a su más ferviente defensora. Tranquila hermana, si ella no aguanta mi ritmo es porque no sirve. Y si no sirve se va.
—Está bien, solo trata de ser un poco menos desagradable, ¿quieres?
—No te prometo nada hermana, sabes que eso está en mí y no se puede cambiar.
Bárbara se levantó del sillón y se dirigió a la puerta para salir de la oficina de su hermana.
Micaela estaba en su escritorio enviando algunos correos, cuando su jefa pasó por delante de ella y se metió en su oficina. Ella no sabía qué hacer, estaba tan nerviosa que se petrificó.
—Señorita Suarez, venga a mi oficina— le gritó Bárbara desde su oficina.
Micaela dio un pequeño salto en su silla. Se levantó, tomó la agenda de su jefa, respiró profundamente y caminó hasta la puerta de la oficina de la ogro. Era primera vez que entraba en esa oficina. Miró rápidamente los detalles. El espacio era muy iluminado y tenía los mismos muebles que la oficina de Florencia. Fijó la vista en un porta retratos que había sobre un mueble a un lado del escritorio. En la fotografía estaban ella y una mujer de cabello oscuro que posaban sonrientes para la cámara. Al lado de esta una fotografía de un niño de unos cinco años, sonreía mostrando que le faltaban algunos dientes.
—Bien dígame, qué tengo para hoy.
—Bueno señora, a la una tiene una reunión con su abogado, el señor Kevin. A las tres la esperan en la fábrica de contenedores. Eso es todo lo que tiene agendado para hoy ¿Necesita algo más?
—Vamos a dejar las cosas claras señorita Suarez. Mi hermana cree que usted es un buen elemento y que debemos mantenerla en esta empresa. Solo espero que esté a la altura de lo que se espera de usted.
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-La Ogro-(Barbica G!p)-
FanfictionLos ogros al igual que las cebollas tienen muchas capas y que se necesita de alguien que, con paciencia las vaya sacando una a una.