Micaela se estaba arreglando frente al espejo, después de mucha insistencia de su amiga, decidió que saldría con ella a algún bar. Se colocó unos jeans gastados, botas vaqueras y una camiseta blanca con escote en v, todo complementado con su chaqueta de cuero negro.
Karen y Javier la esperaban en la sala, ella terminó de aplicarse brillo en los labios y salió de su cuarto para reunirse con sus amigos en el salón.
Los tres salieron del edificio animados por la noche que les esperaba. Entre bromas llegaron a un bar que ya estaba repleto de gente, demasiada pensó Micaela para ser tan temprano. Pidieron unas cervezas y trataron de ubicar algún lugar donde sentarse. El teléfono móvil de Micaela comenzó a vibrar en el bolsillo de su jeans. Lo sacó, lo miró y vio el nombre de Mateo iluminar la pantalla. Con el dolor de su corazón le cortó la llamada, debía alejarse de todo lo que la llevara a Bárbara.
El teléfono volvió a sonar y ella volvió a cortar la llamada. Repitió la acción seis veces.
Cuando el teléfono volvió a vibrar nuevamente, decidió contestar, solo para saber cómo estaba el pequeño. Salió del bar y en la calle pulsó la pantalla para contestar.
—Hola Mateo.
—Micaela—dijo el pequeño llorando y ella se alarmó—, tienes que ayudarme, no me quiero ir, ayúdame, por favor ¿Puedes venir?
—Mateo, cálmate, ¿quieres? Ahora trata de no llorar y dime qué pasa.
—Mi mamá me dijo que nos vamos a Suiza. Yo no quiero Micaela, yo no quiero irme de aquí.
A Micaela la recorrió un escalofrió al escuchar lo que el niño le estaba contando.
—A ver Mateo, tranquilo, creo que tal vez escuchaste mal.
—No Micaela. Ella me dijo que me tenía que preparar, porque dentro de dos semanas, nos vamos a vivir a Suiza y yo no quiero, ayúdame por favor — dijo el niño y volvió a llorar.
—Mateo no sé qué puedo hacer...
—Ven a verme por favor Mica, ven ahora.
—No puedo ir a tu casa.
—Mi mamá no está. Salió hace poco al aeropuerto. Estoy solo con Roberta, ven por favor. Sé que estás enojada con mi mamá, pero yo quiero verte.
A Micaela se le estremeció el corazón con la petición de su pequeño amigo. Hace muchos días que no lo veía, y ahora él le estaba diciendo que se iban del país con su madre, tal vez nunca más lo volvería ver. Decidió que esa era la oportunidad para despedirse.
—Está bien, iré a tu casa. Creo que en una hora estaré por allá.
—Bien, acá te espero.
Micaela cortó la llamada y entró en el bar para avisarles a sus amigos que iría a ver a Mateo.
Karen le dijo que estaba loca y Javier le dijo que, si era verdad lo que el niño decía, sería bueno que ella lo viera por última vez.
Con la cabeza llena de dudas Micaela subió a un taxi que la llevó hasta la casa de los Martínez.
Caminó hasta el portón de hierro y le llamó la atención encontrarlo abierto. Entró y siguió su camino hasta la puerta de entrada, la que también estaba abierta.
Muy despacio ingresó en la casa, todo estaba muy silencioso.
—¿Mateo? ¿Estás aquí? ¿Roberta? ¿Hola?
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-La Ogro-(Barbica G!p)-
FanfictionLos ogros al igual que las cebollas tienen muchas capas y que se necesita de alguien que, con paciencia las vaya sacando una a una.