Capítulo 8

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Micaela ya se encontraba en su puesto de trabajo cuando Bárbara, junto con Florencia, hacía su aparición por el vestíbulo del piso diez. Micaela las saludó con un buenos días, el cual solo fue contestado por su jefa Florencia. Diez minutos después, ella entró en la oficina de Bárbara con el café, que debía ser puntualmente servido. 

Revisó la agenda del día junto a su jefa y cuando ella ya se encaminaba hacia la puerta para salir de la oficina Bárbara le habló:

—Señorita Suarez, mi hijo me ha dicho que usted lo ha invitado a salir. 

—Sí señora, quería invitarlo al cine o al parque. 

—No tiene por qué hacerlo, ¿sabe? Si cree que haciendo amistad con mi hijo yo seré más amable con usted se equivoca rotundamente. 

Micaela sintió cómo la rabia bullía en su interior y se preparó para enfrentar a la mujer que la comenzaba a sacar de las casillas. 

—Señora Martínez, si invité a Mateo a salir es porque quiero hacerlo. Sé que usted no será más amable conmigo aunque quisiera. Ahora si me lo permite quisiera salir con él el domingo, claro, si es que no tiene planes usted con él. 

Bárbara sintió un golpe en el estómago cuando escuchó las palabras de Micaela. Planes, ella ya no hacía planes en su vida, a no ser que se tratara de trabajo. Nunca planificaba un fin de semana con su hijo. 

—No, no tengo nada planeado. Entonces supongo que será el domingo.  

Micaela asintió con la cabeza, se giró y salió de la oficina para ir a su escritorio y comenzar a revisar la agenda de su jefa. 

Ya se acercaba la hora del almuerzo, cuando por el pasillo Micaela vio que una alta mujer se acercaba a paso seguro. La mujer, que iba vestida demasiado exagerada, toda marca de diseñador, pasó de largo por el escritorio de Micaela dirigiéndose a la oficina de Bárbara. Micaela se levantó de golpe y le cortó el paso a la mujer. Ella la miró atónita y trató de esquivar a la joven. 

—Disculpe señora — dijo Micaela—, ¿qué cree que está haciendo? 

—Vengo a ver a Bárbara, quítate de mi camino. 

—¿Tiene cita con la señora Martínez? Si no es así, tendrá que esperar que le pregunte si ella puede recibirla. Está muy ocupada y pidió no ser interrumpida. 

La mujer miró de arriba abajo a Micaela con un gesto de molestia. Micaela sintió un poco de miedo, no sabía por qué, pero esta mujer podía ser intimidante.

—Yo no necesito cita con la señora, puedo venir y entrar cuando quiera, ahora quítate de mi camino, si no quieres perder tu trabajo. 

En ese momento Bárbara abría la puerta de su oficina, para encontrar a su secretaria, forcejeando con la mujer. 

—Bárbara, cariño, dile a tu secretaria que se quite del medio.

Micaela giró la cara y se encontró con la divertida mirada de Bárbara ¿Divertida? pensó Micaela ¿esa mujer se estaba divirtiendo con esta situación? 

—Señorita Suarez, deje pasar a la señorita Hernandez. 

Micaela se quitó de en medio y la mujer corrió hasta Bárbara para abrazarla. Luego pasaron a la oficina y Bárbara cerró la puerta, dejando a Micaela paralizada y sin saber qué hacer.  

La ogro tenía novia, existía una mujer que podía aguantar el mal humor permanente de esa mujer. Aunque ella también era una mal educada, ni un buenos días, ni un por favor y ni un gracias. 

-La Ogro-(Barbica G!p)-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora