Epílogo

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Tres años después. 

Mateo, ya de diez años, iba sorteando con su patineta los obstáculos que representan las personas que, a esa hora del día, circulaban por el parque. Era sábado y los Martínez daban un paseo por el gran parque de la ciudad aprovechando que, ese día, el sol se había dignado aparecer.  

Bárbara y Micaela caminaban tranquilas llevando a la pequeña Lucía entre ellas. Cada una tomándole una mano a la niña y levantándola en el aire cada cierto tiempo, haciendo que, la pequeña Lucía , chillara de felicidad.  

Siguieron caminando disfrutando del aire y del sol. Antes ellas solían trotar en ese lugar, pero desde que Micaela quedara embarazada, seis meses después de haberse casado, ya no iban tanto como quisieran. Pero en cambio, paseaban con sus hijos en esta hermosa y verde postal que era el parque. 

Mientras Mateo practicaba trucos con su patineta, Micaela y Bárbara se sentaron en el verde prado a jugar con su pequeña hija.  

Ese día era especial. Micaela tenía que contarle algo a Bárbara, una noticia que sabía que, la mujer a la cual ella amaba con toda el alma, adoraría escuchar. Bárbara jugaba con su pequeña, ella le hacía cosquillas, y la niña solo podía reír con desesperación ante aquella tortura. 

—Bárbara, tengo que decirte algo— dijo Micaela de pronto, interrumpiendo el juego entre madre e hija.  

Bárbara miró a su esposa y se incorporó en el pasto para quedar frente a ella, sentando a la pequeña Lucía sobre sus piernas. 

—Dime amor, soy todo oídos para ti ¿Estás bien? 

—Sí Bárbara, estoy más que bien. Lo que tengo que contarte es algo que acabo de confirmar esta mañana y que aún no lo he asimilado muy bien.

—Vamos Micaela, dímelo pronto, ¿quieres? Me estás asustando ¿Qué es lo que pasa? ¿Es algo malo?  

Micaela tomó una honda respiración, para comenzar a contarle a su esposa su reciente descubrimiento. Sabía que ella no reaccionaría mal, y por eso no sabía por qué estaba tan nerviosa, pero no podía dejar de sentirse de ese modo. 

—Bien, te contaré. Hace un par de semanas tenía una sospecha, pero era muy poco tiempo como para confirmar. Ya han pasado tres semanas y hoy en la mañana se confirmó lo que pensaba. Bárbara... estoy embarazada, serás madre nuevamente.  

Bárbara se quedó muda, mirándola fijamente, casi sin pestañear. No podía hablar, su boca se negaba a emitir alguna palabra. Siempre se había imaginado llenando de hijos la casa que habían reconstruido, pero no imaginó que sus hijos fueran a venir tan seguidos. Lucía cumpliría los dos años y pronto tendría otro hermano para jugar. 

Micaela miraba preocupada a Bárbara ante la nula reacción de ésta. Por su mente pasaba el pensamiento de que a ella no le había agradado mucho la noticia.

—Al parecer no te ha gustado la sorpresa mi amor. 

Bárbara sacudió la cabeza para acomodar sus pensamientos y comenzar a hablar de una vez. 

—¿Estás segura Micaela? 

—Sí, segurísima. Ya cumplí más de tres semanas y decidí hacerme la prueba de embarazo esta mañana en el baño mientras tú dormías y dio positivo.  

—Amor...yo... estoy feliz. Otro hijo... guau. No sé qué decir, aún estoy sorprendida —dijo Bárbara totalmente emocionada por lo que acaba de escuchar. 

Se acercó a su esposa y le dio un tierno beso a su adorada Micaela. 

—Beso mami —dijo la pequeña Lucía al ver que sus madres se besaban. 

-La Ogro-(Barbica G!p)-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora