Capítulo 19

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Micaela pensaba que eso era un sueño, y uno muy erótico. Estaba en un cuarto de hotel de un casino con Bárbara, la mujer a la que deseaba más que a nada en el mundo. 

Ella se sacó la chaqueta de su traje y la dejó sobre un sofá. Tomó de la mano a Micaela y juntas se acercaron a la gran cama que estaba en esa suite.  

Luego fue el turno del corbatín. Micaela observaba cada movimiento que la mujer hacía, estaba como una boba. El aroma sexual que Bárbara desprendía la tenía muy excitada. 

Bárbara bajó el cierre del vestido de Micaela, luego lo tomó y lo deslizó por su cuerpo dejando que cayera a los pies de ella.  

Y ahí la tenía a ella, mejor de que como se la había imaginado en sus sueños húmedos. Parada frente a ella solo luciendo un sexy conjunto de encaje negro, su cuerpo reaccionó inmediatamente el estímulo. La volvió a besar, ya estaba completamente excitada y la fue empujando hasta que Micaela cayó sobre la cama. A toda prisa Bárbara se quitó la camisa, el brasier, los zapatos, calcetines y los pantalones. 

Ella se quitó los altísimos tacones y se acomodó en el centro de la cama.

Lo que vino después fue una dulce tortura para ambas, se besaban con locura, como si el mañana no existiera. Bárbara le quitó la ropa interior y con lentitud comenzó a besar cada parte del cuerpo de Micaela como llevaba deseando hacer desde el primer día en que la vio. Ella solo gemía y se retorcía por el contacto de los labios de Bárbara sobre su piel, eso, la estaba haciendo perder el sentido. Bárbara estaba perdida entre el dulce aroma y la suavidad de la piel de Micaela, ya no aguantaba más, la deseaba demasiado. 

Se quitó el bóxer, tomó el preservativo que había sacado de su pantalón, y se lo colocó a toda prisa, debía entrar en ella de inmediato o moriría por combustión espontanea.  

Se colocó sobre ella separándole las piernas con su rodilla, la miró a los ojos, que brillaban de excitación, la volvió a besar y en un solo movimiento la penetró. Las dos gimieron por el placer que las invadía. Bárbara había soñado tantas veces con entrar en ella, pero esto era mucho mejor pensó ella.  

Micaela estaba en el cielo, sentirla dentro de ella le provocaba un placer arrollador, su cuerpo vibraba con cada movimiento de ella, con cada beso, con cada rose de las manos. Bárbara comenzó a besarla en el cuello y a susurrarle cosas al oído, algunas casi incoherentes.

—Micaela, eres tan dulce. Te deseo tanto, deseaba tanto tenerte así. 

—Yo también Bárbara, yo también te deseo tanto.

Ella sonrió al escuchar su nombre en los labios de Micaela y no se equivocó, se escuchaba muy sensual cuando ella lo decía.  

Bárbara apuró el ritmo, ella la siguió encontrándola con sus caderas en cada embestida de Bárbara. 

Sus cuerpos se acoplaban perfectamente, sincronizados como si ya se conocieran. 

Micaela tocó el cielo en un gran orgasmo gritando el nombre de la mujer que la estaba matando de placer. Bárbara le siguió unos segundos después, lanzando un gran gruñido cuando encontró su liberación.  

Ella cayó sobre Micaela y ella la acogió con gusto en su seno. Las dos respiraban agitadas, parecía que el corazón se les iba a salir. 

De pronto Bárbara sintió que la piel le quemaba. Un remordimiento le recorría la mente, un sentimiento de culpa le traspasaba el pecho ¿Qué había hecho? Se sentía extraña. Sentía como si hubiera engañado a su esposa. Ni ella misma entendía qué le pasaba.  

-La Ogro-(Barbica G!p)-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora