Se puso de puntillas para alcanzar el tomo en la repisa más alta del librero junto al retrato de algún familiar de los monarcas de Morttland. Llevaba gran parte de la mañana estudiando la historia de los Wolfhard y su reinado, se levantó antes del amanecer y canceló su entrenamiento para poder prepararse para la cena de esa noche. Sentía una opresión en el estómago cada vez que recordaba la invitación que le extendió la reina, no tenía idea del porqué había sido considerada en tal evento y eso le preocupaba más que cualquier cosa. Lady Kaya no representaba ningún papel importante en la corte, se podría ir mañana y la única que notaría su ausencia sería la princesa quien un par de horas después se conseguiría un remplazo.
De todas formas, no planeaba ser la causa de su propia sentencia de muerte por lo que repasaría todas las reglas de etiqueta y protocolo que pudiera encontrar; se mantendría al margen de la conversación que se desarrolle en la cena y no miraría a nadie a los ojos por más de diez segundos.
Bajó el libro de pasta azul cielo y lo puso con los otros cuatro en la mesa frente al horrible retrato, caminó un par de pasillos adentro en busca de otro escrito que le pudiera ser de utilidad ya que no solamente memorizaría el protocolo y a la familia real sino a la corte entera.
El fondo del cuarto piso era un poco oscuro debido a que la luz de los ventanales no lograba alcanzarlo aunque Lena todavía era capaz de leer por dónde iba. La sección tenía marcado Casas Antiguas de Hermea, se metió en el primer pasillo que la convenció y se fijó en los apellidos y animales grabados sobre los lomos de cada libro. Se encontró con el registro genealógico de los De'Ath, lo agarró al notar que no había revisado ése en su investigación previa y siguió andando. Sonrió al hallar el libro sobre el linaje de los Wolfhard en una de las repisas de abajo, se agachó para tomarlo y escuchó pasos acercándose a ella.
—No puede ser verdad —distinguió un susurro femenino—. Yo me encargué de eso.
Lena se deslizó por el suelo alfombrado tratando de hacer el menor ruido posible, su sentido de supervivencia le gritaba que saliera de ahí cuanto antes.
—Claramente no lo hiciste —respondió otra voz mucho más gruesa—. Uno de los mensajeros del Fénix me lo entregó durante la madrugada.
Las hurtadillas de la castaña se detuvieron en seco al oír la mención de ese sujeto, su corazón se aceleró y los vellos de la nuca se le erizaron totalmente incrédula a lo que acababa de escuchar.
La chica se deslizó en silencio hasta llegar a la esquina donde se asomó lo suficiente como para permanecer oculta y lograr ver un par de cuerpos a contra luz a los que sólo podía identificar como sombras.
—Debe estar mintiendo —objetó rápidamente la mujer—. Seguro es una impostora o simples rumores de la plebe —insistió.
—¡¿Qué no lees?! —ese grito lleno de furia provocó que Lena pegara su espalda al librero en busca de protección—. ¡Él la vio, Gem! ¡En este instante está en Grineralls reclutando gente! —objetó y los huesos de la castaña temblaron.
La voz gruesa la estremecía cada vez que volvía hablar incluso si lo hacía en murmullos, en cambio la de la mujer, se escuchaba venenosa, muy parecida al tono que empleaban las damas de la Corte cuando se dirigían al personal.
—Puede que sea mentira, como el aviso acerca de los generales de Lytios en la ciudad —propuso y un reflejo de una gema azulada apareció en la madera oscura del librero frente a Lena.
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Heredera de Cenizas
FantasyUna mujer es letal incluso antes de sostener una espada entre sus manos, y una huérfana con dones extraordinarios será capaz de hacer arder por completo el continente con tal de cumplir su promesa, sin embargo los planes de Lena Newell se desvían y...