La brisa le sacudió el cabello sudoroso logrando refrescarle la nuca y parte de su espalda en un instante. A pesar de que el día estuviera algo nublado la cara del guardia con el que entrenaba se tornaba más roja a cada segundo,por otro lado, el príncipe se encontraba fresco y lleno de energía como si no hubiera estado entrenando toda la tarde.
Fionn decidió ponerle fin al sufrimiento del guardia y de una sola estocada le retiró el arma de la mano para luego apuntar directamente a su garganta. El guardia levantó sus manos como gesto de rendición y Fionn arrojó su espada al pasto.
—Buena pelea, su Alteza —le felicitó el agotado hombre y él sonrió.
—Ve a descansar, Luardo —palmeó su hombro mojado en sudor.
—Gracias, príncipe —asintió el guardia e hizo una reverencia antes de comenzar a retirarse.
Fionn vio al hombre marcharse mientras que una gran corriente de viento sacudió las copas de los árboles provocando que unos cuantos pájaros salieran volando. Observó a las aves por unos segundos y se dio vuelta para ir por la cantimplora en un tronco cercano.
—¡Si sigues permitiendo que cosechen sus debilidades nunca se convertirán en dignos contrincantes! —la voz grave del General le gritó a sus espaldas deteniéndole los pasos.
—¡No me reclames a mí! —vociferó volteando a encarar al hombre de ojos grises a unos varios metros de distancia—. ¡Yo no soy el que los entrena! —rezongó viéndolo bajar de la pequeña colina—. ¿Puedo ayudarte con algo? —preguntó en un tono normal al tenerlo más cerca.
—El rey quiere discutir un asunto crucial sobre la guerra contigo —explicó con las manos unidas detrás de él.
Skandar vestía un traje marrón en lugar de su armadura, el heredero supo de inmediato que su padre sólo había utilizado a su amigo como mensajero ya que de haber estado en la junta, el protocolo marcaba que debía portar su uniforme de guerra.
—¿No tiene a Freya para eso? —distinguió como Skandar oprimía una sonrisa—. ¿O es que tiene miedo de que el pequeño éxito de su hija se oscurezca por su evidente falta de conocimiento y experiencia en el campo de batalla? —una de las comisuras del castaño se tiró hacia arriba burlándose de los celos del príncipe.
A Skandar le parecía divertida la actitud infantil del heredero, el hijo mayor envidiando la repentina atención que su hermana menor había recibido por parte del rey.
—La princesa está ocupada con otros asuntos —respondió Skandar desapareciendo cualquier emoción de su cara.
—Dile a mi padre que iré en un rato —Skandar asintió y giró sobre sus talones para marcharse.
El aire acariciaba los mechones ondulados del príncipe cuando recordó la conversación que mantuvo con Lena, ella le había recomendado darle la oportunidad a Skandar de conectarse con él nuevamente. La espada del guardia reposaba sobre el pasto verde, observó el arma de metal en sus dedos y luego vio a Skandar subiendo la colina con esas botas desgastadas que usaba para practicar.
Sonrió al reconocer el calzado.
—Necesito mejorar mis reflejos —el castaño se detuvo en seco— y ya he mandado a mi contrincante a tomar un baño —Skandar volteó justo en el momento que el príncipe arrojaba la espada a sus pies.
—Hemos entrenado desde niños, sé que tu problema no son los malos reflejos... sino tu falta de osadía —replicó ignorando el arma ante él.
ESTÁS LEYENDO
Heredera de Cenizas
FantasyUna mujer es letal incluso antes de sostener una espada entre sus manos, y una huérfana con dones extraordinarios será capaz de hacer arder por completo el continente con tal de cumplir su promesa, sin embargo los planes de Lena Newell se desvían y...